El árabe hasaní guarda memoria de los tiempos en los que el Sáhara Occidental fue la provincia número 53 de España. Los saharauis del destierro continúan hablando de “chaleco”, “cuchara”, “chaqueta”, “sábana”, “tenedor”, “jarro” o “mesa”. Un ejercicio de preservación del castellano al que no contribuye institucionalmente España, la potencia que seguirá siendo la administradora del territorio ocupado por Marruecos hasta que se acometa un proceso de descolonización.
Para muchos saharauis, el idioma español es la última herencia de un período que acabó traumáticamente, con una infamia perpetrada por el régimen de un caudillo agonizante y que, ya en la etapa democrática, perpetuaron todos los gobiernos, de signos dispares. “Son los cubanos los que están ayudando a preservar el castellano. Ni siquiera en esto los españoles están ayudando”, deslizan dirigentes del Frente Polisario desde los campamentos de refugiados saharauis.
Brigada de profesores cubanos
Una brigada de profesores llegados de La Habana, trasunto de la red internacional de médicos, gestiona la escuela Simón Bolívar en una de las wilayas (provincias) en las que están divididos administrativamente los campamentos. “Nuestro papel es lograr que se consiga la continuidad del idioma español”, admite a El Independiente Antonio Tamayo, coordinador de las apodadas brigadas de profesores cubanos en el desierto. La institución educativa dispone de dos niveles, secundario y pre universitario, que prepara a los alumnos para continuar su carrera formativa en Cuba.
El Simón Bolívar es, a falta de otras entidades internacionales, el único apoyo recibido por la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática para mantener viva la presencia del español. El establecimiento de una sucursal del Instituto Cervantes ha sido una reivindicación histórica nunca satisfecha por el Gobierno español. El centro que preside el poeta Luis García Montero, vinculado a Izquierda Unida, asegura a este diario que el proyecto es una de las expansiones aprobadas.
Extensión del Cervantes
“La idea es abrir una extensión allí, que está autorizada, pero hasta la fecha, con la situación inestable de Argelia y la pandemia no ha sido posible”, alega la institución, fundada en 1991 y presente actualmente en 45 países. En diciembre de 2019 el consejo de administración aprobó “llevar a cabo acciones encaminadas a la formación de profesores de español y la preparación de material didáctico en Rabuni, el centro administrativo de los campamentos de refugiados en Tinduf”, precisan las mismas fuentes consultadas por este diario.
En abril de 2019 el director del Cervantes de Argel y personal de la embajada española en el país visitaron los campamentos y se reunieron con “los principales actores de la enseñanza de español y visitaron los centros donde se imparten las clases”. Ese encuentro se plasmó en un compromiso que dos años después no se ha concretado aún. Fuentes del Polisario indican que otras opciones manejadas por Madrid serían establecerse en el Sáhara ocupado o en la ciudad argelina de Tinduf. “Ninguna de esas opciones es aceptable”, agregan.
La suspensión del programa de acogida ha resultado fatal para el nivel de español
La permanencia del castellano es un desafío para una comunidad cada vez más desconectada de la península ibérica. Durante décadas “Vacaciones en paz”, el programa de acogida estival de niños saharauis por familias españolas, sirvió como un mecanismo de inmersión en el español. Allí aprendió la lengua de Cervantes Mohamed Salem, un joven de 14 años que pasó cuatro veranos en Madrid. “De Madrid echo de menos la piscina y otras muchas cosas que aquí no hay”, explica Mohamed en el aula de un instituto de la wilaya de Esmara.
Deterioro del aprendizaje del español
La pandemia y la suspensión aún vigente de la iniciativa de acogida ha resultado fatal para el nivel de español de los estudiantes saharauis. “Los que han viajado a España tienen un nivel muy bueno. Nuestro temor es que esa suspensión se note”, comenta Jadiga Mohamed, una joven profesora de español que quedó fascinada por el idioma durante sus estíos en Castellón. Sus alumnos reciben tres horas de español a la semana.
“Estoy intentando impartir todas las clases únicamente en español para que cojan las palabras y mejoren su vocabulario”, explica la docente. Jadiga se queja del mismo abandono español que alcanza a otros campos, desde la política a la educación. “Necesitamos nuevos materiales en español y la visita de profesores nativos que nos den cursos y vengan a las aulas”, detalla. Sin apoyos externos, su preservación es un milagro en un entorno dominado por el francés.
Aunque precariamente, el español sigue escuchándose en unos asentamientos establecidos hace 46 años en los que las casas han ido sustituyendo a las jaimas primigenias, símbolo de la mudanza de una existencia cada vez menos temporal. Las nuevas generaciones mantienen el idioma aunque en algunos campamentos el inglés se ha abierto paso con fuerza. El castellano es el idioma cooficial de la RASD, reconocida por 84 estados, según cifras del Polisario. Es una lengua que, aunque no está amparada en la constitución, sí se halla reconocida de facto en la rutina administrativa. Es empleada también en los medios de comunicación locales y en el ámbito de la salud.
El origen de su uso, en el siglo XV
Según el Cervantes, la presencia del español en los territorios saharauis se remonta a los acuerdos firmados en el siglo XV por los Reyes Católicos y las tribus de la zona. La colonización definitiva a finales del siglo XIX consolidó su avance. En 1970 el censo redactado por las autoridades españolas reconocía como hablantes de española a 16.648 sobre una población de 76.425. El castellano se había propagado en las grandes ciudades y resultaba más residual entre los grupos nómadas y el entorno rural.
Su presencia sigue gozando de cierta salud pese a los avatares políticos
Su presencia sigue gozando de cierta salud a pesar de los avatares políticos y bélicos del último medio siglo. Según el anuario del español en el mundo elaborado por el Cervantes, unas 175.000 personas tienen en territorio argelino una competencia nativa del español. Una realidad que el informe atribuye, en su mayoría, a los refugiados saharauis que residen en Tinduf. Los altos cargos de la RASD suelen hablarlo con fluidez y el español está presente también en el terreno de la cooperación.
El español asoma en los rótulos de los negocios desperdigados por la árida geografía de los campos y en la red de clínicas y dispensarios médicos. “Los campamentos son un ejemplo de ‘bilingüismo social’: se utiliza el árabe y el español en ámbitos y para funciones sociales diferentes”, señala Pilar Cancela, profesora de didáctica de la lengua en la universidad de Murcia en un estudio publicado por el Cervantes. Bendecido por el mismo voluntarismo que hace posible la vida en los campamentos, el español sobrevive. “Es nuestra segunda lengua y parte de nuestra historia. A la mayoría de los niños les gusta y la aprenden rápido”, murmura la profesora Jadiga.
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