Fue condenado a 39 años por participar en el asesinato de quien fuera gobernador civil de Guipúzcoa, Juan María Jauregi, el 29 de julio de 2000 en Tolosa. Ha pasado los últimos 14 años en prisión y actualmente goza de un tercer grado y de un régimen de semilibertad gracias a la pulsera de control electrónico que lleva en su pie. Ibon Etxezarreta ha afirmado hoy, una semana después de que se cumpliera la primera década desde el anunció del fin de las acciones armadas de ETA, que "a quienes impulsamos aquella socialización del sufrimiento nos toca impulsar la socialización de la convivencia y en particular entre nuestro mundo". Ha asegurado que todos los miembros de ETA y quienes les apoyaron "tenemos que hacer algo de cara a las víctimas y a la sociedad para sanar las heridas que provocamos".
El camino que miembros de la banda como él han emprendido no ha sido sencillo, según ha relatado. Ha recordado cómo cuando tras varios años en prisión y una reflexión personal y autocrítica profunda decidió repudiar la violencia y apostar por vías pacíficas, no tardó en sentir el rechazo del mundo que hasta entonces le había acogido. "Mi madre no entendía cómo era posible que mis amigos vinieran a visitarme cuando estaba en la prisión de Badajoz y cuando me trasladaron a Nanclares, mucho más cerca, dejaran de hacerlo". Todo cambió cuando, junto con otra treintena de miembros de ETA, optó por participar en la llamada 'Vía Nanclares', ideada para quienes optaran por desmarcarse de la violencia y emprender un camino de reparación del daño causado.
Etxezarreta ha asegurado que cuando en octubre de 2020 le otorgaron el tercer grado y regresó a pasear por las calles de su pueblo "todo había cambiado mucho". En declaraciones a Euskadi Irratia ha recordado cómo pronto percibió el rechazo del entorno de la izquierda abertzale, el mismo que históricamente el entorno radical ha brindado a quienes han sido expulsados de ETA por repudiar la violencia y su pasado: "Los amigos desaparecieron, serían sólo conocidos.... Fue duro. Yo me acercaba a saludarles pero no reaccionaban. Me aconsejaron que no fuera yo quien diera el primer paso, y así lo hago...". Etxezarreta ha abandonado Gipuzkoa para instalarse en Vitoria "y empezar de cero" para evitar el rechazo del mundo que un día le arropó. Hoy trabaja como panadero en la capital alavesa gracias a la formación laboral recibida en prisión.
"Siento todas las víctimas como propias"
Tras haber mantenido varios encuentros con víctimas del terrorismo, señala que siente como propias todas las víctimas provocadas por ETA, no sólo las provocadas en los atentados en los que participó: "Claro que siento que soy responsable de todas, son mis víctimas, yo era de ETA". Los encuentros mantenidos con algunas de ellas han sido muy positivos para ambas partes, pese a ser complicados: "Tienes que hacer un ejercicio de empatía, imaginar que han matado a tu padre y te vas a reunir con el autor de ese crimen. Eso no es fácil por parte de las víctimas pero tampoco para ti". Recuerda cómo fue otro miembros de ETA acogido a la 'Vía Nanclares' quien le instó a dar el paso, "me dijo que merecía la pena": "En los talleres previos llegué a la conclusión de que teníamos que hacer algo para mitigar todo ese dolor que hemos provocado".
Sin duda los encuentros que más impacto tuvieron en él fueron los mantenidos con Maixabel Lasa, viuda de Juan María Jauregi, atentado por el que cumple aún condena. Reconoce que el estreno de la película 'Maixabel' ha sido un paso duro para él. Evitó asistir al preestreno. Ha visto semanas después la película, dos veces, en el cine. La primera, sorprendido por algunas afirmaciones que le asignan, la segunda "dejé de analizarlo todo y me gustó".
Etxezarreta reservó dos días de permiso para poder asistir al acto de recuerdo que cada año celebran familiares y amigos a Jauregi. Asegura que aquel paso no fue fácil. Lo comentó con Maixabel y acudió. "Allí vi la generosidad de las víctimas. Varias, como los hijos de Maixabel, se acercaron a darme las gracias por acudir. Fue muy emocionante".
El 'folklore' de la izquierda abertzale
Las declaraciones con las que el pasado día 20 Otegi se dirigió a las víctimas, reconociendo ante ellas su "dolor y pesar" por el sufrimiento causado, "fue abrir una puerta": "Ahora queda pasar de las palabras a los hechos, hacen falta más pasos. Los debemos dar todos, yo y todos. El objetivo debe ser que no se repita".
Reconoce que para las víctimas sigue siendo muy duro ver algunas actitudes y hechos de apoyo al entorno de ETA y sus presos: "Que tengan que ver toda esa simbología, que se monte todo ese folklore en las calle, las pintadas... todo eso está ya de sobra".
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