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Amor para aliens, la mujer que envió sus pensamientos al espacio

Ann Druyan y Carl Sagan
Ann Druyan y Carl Sagan

Amor para aliens.
Recuperamos en abierto este podcast sobre la mujer que mandó sus pensamientos en forma de ondas cerebrales al espacio.

 

Andaba el año 1977. Ann Druyan era una conocida escritora científica de Queens, en Nueva York. Acababa de publicar su primera novela. Reconoció alguna vez que, tras estudiar la figura de Karl Marx, empezó a interesarse por la ciencia. Tanto que terminó inmersa en la serie Cosmos de otro Carl: Sagan.

Sagan y la NASA estaban empeñados en que los humanos dejásemos nuestra huella en el espacio, por si hubiese alguna civilización ahí fuera capaz de entender nuestro lenguaje, cultura y pensamientos. Se decidió lanzar al espacio un disco de oro con un registro visual y sonoro de las cosas más representativas de la humanidad. Lo hicieron en la sonda Voyager, que este septiembre cumple 40 años.

Canciones, sonidos de saludos en distintos idiomas, imágenes… y, sí, pensamientos. Los pensamientos de Ann Druyan.

Cuando creíamos en la telepatía

Por aquel tiempo, en los coletazos de la cultura hippy, en la del psicoanálisis, el new age, había un cierto clima proclive a la telepatía y la lectura del pensamiento, y justo las investigaciones sobre ondas cerebrales parecían dar una pátina científica a todo aquello.

Ann Druyan, ni corta ni perezosa, se prestó para que le colocasen unos electrodos en la cabeza y registrasen sus ondas cerebrales. El destino de esa grabación no era otro que mandarlas al espacio. Sus pensamientos más profundos viajarían al cosmos en aquel disco de oro.

Hoy, la neurociencia es capaz de registrar actividad cerebral en distintas regiones, medir impulsos eléctricos y marcadores químicos asociados a determinadas sensaciones, emociones, lenguaje y pensamiento. En aquel tiempo, apenas sabíamos un puñado de cosas sobre ondas cerebrales. Pero no parecía descabellado pensar que podría tratarse de una forma de comunicación futura tan viable como el lenguaje oral o la escritura.

Aun con la velocidad de reproducción disminuida, había apenas suficiente espacio para 90 minutos de música y ciento y pico imágenes. Ann había pensado en preparase un discurso. Algo así como una lencura mental de todo lo que había sido la historia de la humnidad y la filosofía. Pero una llamada telefónica lo cambió todo.

Mis sentimientos de enamorada están en ese disco

Al otro lado no estaba sino el propio Carl Sagan. Sagan se le declaró a Ann. "El 1 de junio de 1977, Carl y yo", relató Ann en Murmullos de la Tierra, "mantuvimos una maravillosa e importante conversación telefónica. Decidimos casarnos. Para ambos, fue simplemente un momento de esos en los que se exclama: ¡Eureka! —la idea de que podríamos haber hallado la pareja perfecta. Fue un descubrimiento que se ha reafirmado de incontables maneras desde entonces. Mis sentimientos de mujer de 27 años, locamente enamorada, están en ese disco Es para siempre. Será verdadero dentro de 100 millones de años. Para mí, las sondas Voyager son una especie de alegría tan poderosa que me aleja del miedo a morir".

Aquello fue el comienzo de un trabajo conjunto que llevó a Ann a escribir con Sagan Murmullos de la Tierra, El Cometa, El mundo y sus demonios, Miles de Millones… Fue guionista de la serie Cosmos. Y fue productora de la película Contact, con Jodie Foster.

La sonda Voyager está en los confines del Sistema Solar. Los pensamientos y emociones de Ann Druyan han llegado verdaderamente lejos. Aquella pieza de oro es una verdadera cápsula del tiempo. Es, quizás, el mejor disco de amor de la humanidad que, como buen tema romántico, posiblemente nunca nadie entenderá.

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