"En un momento en que todo está de cara y en que Sánchez está hundido, no puede ser que estemos hablando todo el día de nuestro ombligo". Es el diagnóstico que hace un presidente autonómico del PP sobre la crisis interna que sacude desde hace semanas los cimientos del partido. La pugna por el control del PP de Madrid ha abierto una grieta de enorme magnitud entre la dirección nacional y la regional y, más concretamente, entre Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado pese a los 17 años de "buena relación" que ambos se empeñan en resaltar en cada intervención pública. Diferentes cargos del partido consultados por El Independiente, alejados de la batalla madrileña pero no ajenos a ella, ahondan en el creciente temor interno a que la guerra por el control de la organización en la Comunidad de Madrid debilite las siglas y lleve aparejada un desgaste electoral inasumible, especialmente para el líder del partido.
"Si siguen así van a provocar una reacción contra el propio electorado. Y si van al choque frontal y Génova pierde, se abre un escenario muy complicado para Pablo Casado", analiza un alto cargo del PP. En general, las fuentes consultadas, algunas veteranas en esto de los pulsos internos, prefieren no posicionarse respecto a cuál debe ser la postura que ha de primar en la batalla por el control del partido en Madrid, si la de Ayuso o la de Génova, pero advierten de que ir a la "confrontación total" y forzar unas primarias entre la presidenta de la Comunidad y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, puede tener consecuencias nefastas no sólo en las urnas, sino para el propio liderazgo de Pablo Casado en caso de consumarse una derrota política contra Isabel Díaz Ayuso. "Las primarias son una lotería", incide un diputado nacional, que pese a ver también los toros desde la barrera, insiste en los "riesgos" en que incurre el presidente nacional por entrar en un cuerpo a cuerpo directo con una de las dirigentes con mayor proyección política del partido.
De puertas para adentro, la única opción factible es la vía de la pacificación y la de llegar a un acuerdo respecto al control del PP de Madrid, sea quien sea quien dé finalmente su brazo a torcer. Las posiciones, sin embargo, siguen lejos de ese ansiado consenso. Tal y como publicó El Independiente, Isabel Díaz Ayuso está convencida de su "aspiración legítima" a presidir el PP de Madrid y no dará un paso atrás, pero sí contempla un pacto con Génova para alcanzar una 'lista de consenso', es decir, acordar la inclusión de nombres en el nuevo organigrama del partido regional a propuesta de la dirección nacional. "Me gustaría seguir adelante con este proceso, y lo voy a hacer", desafiaba este mismo miércoles la presidenta madrileña.
En la Puerta del Sol insisten en el guiño de 'distensión' que ya deslizó la propia presidenta madrileña el pasado mes de septiembre, cuando aseveró que aunque se hiciese con las riendas del PP de Madrid no entorpecería la elaboración de las listas municipales porque, entiende, es potestad exclusiva de Almeida. "Ella está muy tranquila, y tiende la mano hasta donde le dicta la prudencia. Simplemente quiere la misma consideración que se tiene por ejemplo con Feijóo. ¿Quién le puede decir que no?", reiteran cargos afines a Ayuso.
Ese es precisamente un interrogante que despejan rápidamente en el 13 de Génova. Fuentes próximas tanto al presidente del PP como al alcalde de la capital insisten en la premisa de que Isabel Díaz Ayuso no puede presidir el PP de Madrid. La opción predilecta para Pablo Casado es la de pactar con la líder regional un candidato y una ejecutiva alternativa, una "tercera vía" que no se encuentre bajo el dictado ni de Ayuso ni de Almeida. Pero si las posiciones siguen tan enconadas como hasta ahora, Génova no descarta jugar la partida con todas sus cartas. La opción de impulsar al propio regidor madrileño como candidato a presidir el partido no se ha descartado en la dirección nacional. Y ese choque Ayuso-Almeida es precisamente el escenario que piden evitar importantes cuadros del partido, porque en este pulso, insisten, "no habría vencedores", sino "sólo vencidos". Génova tiene la oportunidad de aplacar Ayuso, pero desde las filas populares advierten: la hipotética derrota de Almeida sería también la de Casado.
En el entorno del alcalde de Madrid y portavoz nacional del PP insisten en que Martínez-Almeida no se pronunciará hasta que no se convoque oficialmente el congreso. Pero fuentes de este sector del partido vinculan las "filtraciones" y la "intoxicación" que, a su juicio, se ha vertido en los últimos días desde la Puerta del Sol a los medios de comunicación como síntoma de "nerviosismo" entre los afines a Isabel Díaz Ayuso por la posibilidad de medirse a José Luis Martínez-Almeida -y, por ende, al aparato del partido- y fracasar en el intento. Pero las críticas más ácidas no las dirigen a la presidenta madrileña, sino a su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, a quien culpan del polvorín que se ha desatado en las tripas del PP.
Las fuentes consultadas apuntan además al asesor de la presidenta regional como instigador de que Ayuso haya bloqueado en Whatsapp al número dos del PP, Teodoro García Egea, y a una decena de miembros entre la dirección nacional y regional, como la actual presidenta de Nuevas Generaciones de Madrid, Ana Isabel Pérez. "No puede presidir el PP de Madrid alguien que tiene a medio partido bloqueado", inciden.
El ambiente en el seno del PP se ha enrarecido con el paso de los días, hasta el punto de convertir una batalla puntual a una auténtica guerra. Pero en mitad del caos, Díaz Ayuso y Martínez-Almeida intentan que el fuego cruzado no afecte a su relación de "partners" ("socios" en inglés), el apelativo cariñoso que se dedican mutuamente. De hecho, tal y como adelantó El Mundo y ha podido confirmar El Independiente, el pasado jueves ambos compartieron un almuerzo privado en la Real Casa de Correos al margen de asesores y colaboradores, cuando la tensión a su alrededor no paraba de subir. Tanto en el entorno de la presidenta como del alcalde insisten en que fue un encuentro de trabajo como tantos otros, en el que no se habló "ni de terceras vías ni de listas del próximo congreso regional". Un remanso de paz, quizá, antes de ir a la guerra.
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