Por la izquierda nos hemos enterado de que aquí lo que faltan son pilas, pilas gordas como las de aquellos radiocasetes de Ceuta y aquellas muñecas lloronas, pilas de petaca para el primer experimento y el primer subidón infantil, que era poner la lengua y notar el latigazo vivo, como el de un pez abisal, de la electricidad. Pobre Casado, que no sabe que existen las baterías, las pilas, que están en la caja del supermercado junto a los chicles y los condones, indistinguibles en sabores y colores. Pilas, muchas pilas, y baterías, enormes baterías que ionicen el aire como en torreones de Frankenstein. Yo no sé cómo tenemos problemas con la energía teniendo pilas y baterías y conejitos eternos y despertadores de político que funcionan con ellas. Casado acaba de descubrir la batería, pero la izquierda ha descubierto algo más, que su batería eléctrica es como la batería del amor de Yolanda Díaz, inagotable, ilimitada, gratuita y además sabe a menta, como el chicle o el condón o la pila de petaca.
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