Han sido casi dos años de letargo soberanista. Un tiempo en el que el discurso independentista que hasta entonces impregnaba todas sus actuaciones y generaba mayor movilización entre los suyos ha quedado relegado. La izquierda abertzale inició una mutación progresiva tras el final de ETA. Lo aceleró con la salida de Otegi de prisión en marzo de 2016 y lo certificó sólo dos años después facilitando la investidura de Pedro Sánchez, del líder del PSOE que tiempo atrás demonizó. En los últimos dos años el papel de EH Bildu se ha institucionalizado, ha tomado más presencia en las alfombras de las instituciones y la ha perdido en el asfalto de la calle.
Mañana ese mundo quiere volver a pisarla, a movilizar a los suyos como antes lo hacía. La cita es en las calles de Bilbao, la misma ciudad en la que al día siguiente Pedro Sánchez avalará al nuevo líder del PSE, Eneko Andueza. La coalición lleva semanas preparando el acto. Lo ha hecho activando todos sus frentes; colectivos juveniles, sindicales, culturales, dirigentes políticos, todos llamando a secundar la cita del 20-N.
La elección del día revela un interés evidente por cargar de simbología el acto. El 20-N no sólo murió y terminó la dictadura de Franco. Ese día está marcado en el calendario de la izquierda abertzale como el del asesinato a manos de la ‘guerra sucia’ del Estado de dos de sus dirigentes. Santiago Brouard, uno de los fundadores de HB, asesinado por los GAL en 1984, y Josu Muguruza, asesinado el 20 de noviembre de 1989 en víspera de acreditarse como diputado en la Cámara Baja. Hasta ahora, el entorno abertzale resolvía ese aniversario con una ofrenda floral, mañana lo hará con una 'manifestación nacional'.
El objetivo es volver a demostrar su fuerza, certificar que no ha perdido músculo pese a su nueva imagen y modo de hacer política. Decenas de autobuses, 40.000 carteles y 600 pancartas llamando a participar en cada rincón del País Vasco y Navarra dan muestra del interés y relevancia que EH Bildu da a la manifestación.
Pugna con el PNV
Lo hace con un lema que permite abarcar un discurso amplio: “Lortu arte!” (Hasta lograrlo) con el fondo del escudo de los siete territorios que conforman la patria vasca con la que sueña y con la máxima “Por una Euskal Herria de Libres e iguales”. El marco de la reivindicación es lograr la nación vasca, la independencia del pueblo vasco. Sólo así, defiende el nacionalismo que proclama la dirección de Bildu, se logrará avanzar realmente en la letanía de reivindicaciones sociales y de izquierda que conforman su discurso político: feminismo, política social, anticapitalismo, presos de ETA, desahucios, antifascismo…
El objetivo es volver a insuflar activismo a sus bases, despertarlas de cara al nuevo periodo político que se avecina en Euskadi y a nivel nacional, con la sombra de un adelanto electoral siempre sobrevolando. En el caso del País Vasco, el PNV se comprometió a retomar el debate en la Cámara de Vitoria del nuevo estatus vasco. Por el momento sólo es un anuncio sin fecha. En ese pulso por la ‘nación vasca’ la izquierda abertzale quiere volver a estar arropada por sus votantes, reafirmarles en la aspiración por una nación. Los mensajes no han dejado de insistir en esa idea, la falta de autonomía real de la sociedad vasca le impide avanzar y tomar decisiones. El ‘sometimiento a Madrid’, aún recuerdan, es un lastre que ha quedado evidenciado en la toma de decisiones durante la pandemia y que debe ser resuelto.
Precisamente la pandemia ha estado a punto de truncar sus planes. Es probable que aún lo haga. Hasta hace unos días nada hacía augurar que la manifestación multitudinaria correría peligro. Sin embargo, las nuevas directrices marcadas por el Gobierno vasco, instando a limitar las concentraciones y actos multitudinarios tras el severo repunte de casos, incluso llegó a cuestionar su celebración. Finalmente, EH Bildu desoyó las recomendaciones de Salud partidarias de aplazar el acto. La manifestación se celebrará, con mascarilla y medidas de protección, insisten los organizadores, pero recorrerá las calles de Bilbao. Decenas y decenas de autobuses ya están organizados para trasladar simpatizantes a la capital vizcaína, en un movimiento territorial que inquieta en la consejería. Más aún cuando un buen número de quienes asistan procederán de Guipúzcoa, el territorio con peores índices de contagio actualmente.
El acto tiene lugar en plenas negociaciones presupuestarias en Euskadi y Madrid. En el caso del País Vasco nada hace augurar que Bildu actúe del mismo modo que en el Congreso. A Urkullu la coalición hace tiempo que le ha declarado la guerra y no parece dispuesta a secundarle en acuerdos relevantes. En el Congreso, en cambio, la izquierda abertzale está irreconocible respecto a su pasado no tan lejano. La HB de Jon Idigoras no se reconocería en la EH Bildu empeñada en vender acuerdos enmiendas aprobadas y cesiones arrancadas al Gobierno del que es socio preferente. Una actitud que también le ha servido para iniciar una pugna por vender acuerdos e influencia en Madrid con el PNV. Las dos marcas del nacionalismo vasco hace meses que entraron en una guerra por acreditar ser el más influyente en la capital y beneficioso para la sociedad vasca.
Militancia 'comprometida'
EH Bildu ha vuelto a pedir “lucha” a sus simpatizantes. También “compromiso”. El pasado 23 de octubre la causa fueron los presos de ETA, el referente que aún hoy logra agitar y movilizar a los suyos. Lo hicieron en San Sebastián para reclamar el acercamiento de los etarras a cárceles vascas. Un mes más tarde, la causa es la patria vasca, la nación. De ahí la consideración de “manifestación nacional” con la que se ha convocado el acto de mañana.
La formación de Otegi quiere resucitar la implicación por su causa. Lo hace recurriendo a figuras del pasado, entre ellas, Brouard y Muguruza. Lo hizo el secretario general de Sortu, Arkaitz Rodríguez en un acto político celebrado frente a la subdelegación del Gobierno en Bilbao en cuya fachada se proyectó las imágenes de ambos miembros de HB asesinados. Rodríguez reclamó mayor compromiso a sus bases para seguir batallando por “los sueños de Josu y Santi, que aún siguen vivos”. Ese sueño se llama una Euskal Herria independiente para la que también reclamó batallar así como por objetivos menos soberanistas como la defensa del medio ambiente, la lucha contra la crisis sanitaria o “una paz justa”.
Sin mencionarlos expresamente, también estos días los discursos de sus dirigentes remiten a los presos de ETA, a quienes “lucharon” y dieron la vida, señalan, por la causa que aún hoy está en el eje central de su discurso. Entre las muchas reivindicaciones que se han escuchado para acudir el 20-N a Bilbao no ha faltado la luchar “por los que todavía tenemos que traer a casa”.
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