El preso Theodore Kaczynski, apodado como Unabomber, que aterrorizó a los Estados Unidos con una serie de envíos de cartas bombas dirigidas a científicos entre 1978 y 1995, ha sido trasladado desde una prisión de súper máxima seguridad en Colorado, en la que cumplía su condena a cadena perpetua, a una prisión federal común en Carolina del Norte.
El motivo del traslado de Unabomber es su estado de salud, aunque el sistema penitenciario no ha especificado qué condición afecta a Kaczynski, que reivindicaba sus acciones en nombre del rechazo al progreso tecnológico.
Kaczynski fue arrestado en 1996 tras una persecución de varias décadas, en las que se dedicó a fabricar y enviar paquetes bomba desde una cabaña en mitad del bosque en el estado de Montana. Unabomber reconoció 16 explosiones, que causaron tres muertes y al menos 23 heridos.
Unabomber, formado en Harvard, radicalizó sus posiciones luditas e incluso forzó al diario The Washington Post a publicar su manifiesto contra el progreso tecnológico de la sociedad. El análisis de sus escritos, en el que participó su propio hermano y que ha propiciado afamadas series de televisión, permitió su detención y puesta a disposición judicial.
En realidad, Kaczynski fue condenado a ocho cadenas perpetuas, que cumplía en la prisión de súper máxima seguridad ADX Florence, en Colorado. "El Alcatraz de las Montañas Rocosas", según su leyenda negra.
Así es la cárcel de ADX Florence en la que vivía Unabomber
ADX Florence es una instalación especialmente reservada para los presos más peligrosos y conflictivos del sistema penal estadounidense, para aquellos cuya fuga suponga un riesgo para la seguridad nacional y, especialmente, para terroristas domésticos e internacionales. Tiene capacidad para 490 presos, que viven en celdas individuales en las que permanecen 23 horas al día. Los habitáculos constan únicamente de una cama, un escritorio y un taburete hechos de cemento, así como un retrete y una ducha temporizada desde el control central de la prisión.
Las dependencias están insonorizadas para evitar la comunicación entre presos y las ventanas están especialmente diseñadas para que desde ellas sólo se vea el cielo, imposibilitando que el recluso pueda saber en qué parte del recinto está y por tanto planear una fuga. Durante su hora de recreo diaria, cada reo está acompañado de al menos tres agentes que le acompañan a una especie de jaula al aire libre, con muros lo suficientemente altos como para generar el mismo efecto que en las celdas y permitir únicamente la visión del cielo.
«Es la vida después de la muerte. Es a largo plazo, en mi opinión, mucho peor que la muerte», dijo en 2015 el ex alcaide de la prisión, Robert Hood, durante el juicio al terrorista de la maratón de Boston, como recogía en su momento CNN. «Tan pronto como llegan a la puerta, lo ves en sus caras. Es allí cuando realmente te afecta. Ves la belleza de las Montañas Rocosas en el fondo, pero cuando cruzas la puerta es la última vez que podrás verlas», declaró.
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