El balón echa a rodar cuando los últimos rayos de sol se desvanecen por detrás del estadio de la ciudad deportiva Rey Abdalá de Yeda, la segunda ciudad de Arabia Saudí. Bireen y las suyas se deslizan por el campo de juego con el ímpetu de las primeras veces. Su equipo, el Águilas de Yeda, es uno de los principales candidatos al título de la primera e histórica temporada de la liga de fútbol femenino que el reino acoge desde hace mes y medio.

“Es un sueño hecho realidad. ¿Acaso pudo imaginar alguien que las mujeres jugaríamos en un estadio?”, confiesa en voz alta Bireen Sadagah, una joven de 33 años que lleva la batuta del Águilas, un club fundado en 2014 cuando el fútbol femenino era un erial en el país árabe y las prohibiciones que padecían las féminas impedían la práctica del deporte rey en público. “Ninguna de nosotras puede describir lo que sentimos estos días”, añade sin ocultar su perturbación.

Una liga inédita

Bajos los auspicios de la federación de fútbol saudí, la liga comenzó a finales del pasado noviembre, con tintes históricos para un país que durante décadas estuvo regido por una estricta interpretación del islam que prohibió el fútbol femenino. Desde entonces familiares y amigos pueblan cada semana las gradas. Aún escasa en número, resulta, sin embargo, la hinchada más incondicional. “Vamos, Águilas”, gritan unas aficionadas banderas en ristre en una de las esquinas del estadio. Los tambores rugen, compitiendo con el clamor, y los ánimos se encienden cada vez que el balón se aproxima a la portería de las adversarias.

Aficionadas en un partido de fútbol en Yeda (Arabia Saudí)

Es una calurosa tarde de diciembre y el Águilas se enfrenta a El León Blanco, un club originario también de Yeda, la más liberal de las urbes saudíes. 16 equipos, procedentes de la capital y las regiones occidental y oriental, se disputan el primer campeonato, que se dirimirá a lo largo de este mes entre los ocho primeros clasificados.

Durante mucho tiempo se nos dijo que el fútbol era un deporte de chicos. Yo siempre he tratado de cambiar ese estereotipo

Bireen Sadagah, jugadora del águilas

Sobre el césped las jugadoras, con o sin velo, lucen pantalones cortos, mallas y camisetas, una indumentaria alejada del rigor que hasta hace un suspiro era norma para las súbditas saudíes. “Es una completa sorpresa. No tenía ni idea de que las mujeres jugaran una liga profesional”, reconoce Azzam, un joven que aparece por el estadio previa invitación de un amigo.

“Las dificultades siempre fueron las mismas”, relata Bireen. “Al final estamos rodeados por una comunidad que durante mucho tiempo nos dijo que el fútbol era un deporte de chicos. Yo siempre he tratado de cambiar ese estereotipo y de luchar contra esa mentalidad”, explica quien compagina su pasión por el balón con su trabajo como jefa del departamento de finanzas de una empresa local. “Durante años los problemas consistían en encontrar un campo y saber cómo reunirnos. Pero al final siempre se pudieron salvar esas limitaciones. Hoy somos uno de los equipos más fuertes en Arabia Saudí”.

El resultado del encuentro -que dura 75 minutos frente a los 90 de rigor- certifica la hegemonía del Águilas. Un 5-0 que hace cundir la desolación por las filas del León Blanco. “No hemos jugado nada bien pero no te puedo decir las razones para tal desastre”, comenta entre risas Samaher al Salehi, una centrocampista de 25 años que milita en el equipo vapuleado en el terreno. “El fútbol es el deporte más bello del mundo. Lo he jugado desde el colegio y es la única cosa en la que siento que doy lo mejor de mi”, comenta mientras se cura las heridas de la derrota.

Bireen Sadagah, jugadora y fundadora del Águilas de Yeda, en un momento del partido.

“Me siento tan afortunada y orgullosa. Estamos escribiendo nuestro nombre en la historia como las primeras mujeres de una liga profesional en Arabia Saudí”, subraya la veinteañera. Vencedoras y vencidas comparten un amor por el fútbol que arrancó en algún pasaje perdido de la infancia. “Empecé a jugar a los cinco años de edad y lo hice en casa. Solía ver los partidos de Brasil y me fascinaba Ronaldo Nazario”, evoca Bireen, que pulió la técnica mientras estudiaba en una universidad de El Cairo.

Un largo camino

“En Egipto empecé a jugar en una academia. Al licenciarme y regresar a Arabia Saudí, me puse como misión buscar un equipo de fútbol femenino pero no encontré nada. No había ningún espacio. Escuché que cinco o seis chicas jugaban al fútbol. Logré llegar a ellas y desde entonces mi objetivo fue siempre tener un equipo en condiciones, con entrenamientos regulares y una organización profesional”, detalla. “Para mí, el fútbol lo es todo. Duermo y me alimento de fútbol y todo lo que hago es pensar en fútbol, cómo mejorar el equipo”.

Dos jugadoras del Águilas de Yeda en un partido reciente.

“Tienen que entrenar más y ser más profesionales”, opina Yaser Hasan, un veinteañero que ha acudido a ver un partido en el que juega su jefa. “Todo está cambiando. Es bueno abrirse al mundo”, clama. La segregación por sexos, rigurosa en los espacios públicos hace apenas unos años, se ha terminado desvaneciendo. Yaser comparte graderío con una compañera de trabajo, Salwa. “Ver a mujeres sin abayas [las holgadas túnicas con las que las saudíes cubren su cuerpo por tradición y modestia religiosa] era antes impensable. Y aquí estamos. Aunque no todo es perfecto, nos hallamos en el camino”, admite.

Todo está cambiando. Es bueno abrirse al mundo

YASER HASAN, AFICIONADO

En unas bancadas cercanas, Lea observa el encuentro en silencio. Sigue de cerca, sin distracción que la perturbe, los movimientos de su hermana, una de las jugadoras. “Es que le encanta el fútbol. De pequeñas jugábamos juntas. Al principio hubo cierta resistencia, pero mi familia es hoy uno de los grandes apoyos”, murmura.

“Intentamos convertir los retos en un arma para mejorar. Nunca aceptamos un no como respuesta y siempre luchamos por ser mejores”, esboza Bireen. Es la filosofía que reina en el vestuario cuando el encuentro llega a su fin y el equipo se atrinchera para saborear el triunfo. “Entrenamos cuatro veces a la semana. Partido tras partido vamos jugando mejor”, argumenta una de las almas del Águilas, clasificado a finales de año para luchar por el trofeo final.

La jugadora de fútbol saudí Samaher al Salehi, tras el encuentro.

Pasión por Iniesta

Lefi al Zaharani es uno de los varones que integran el cuadro técnico del club rival. “Hay que entrenar más, pero tienen ambición. Siempre tratan de superarse”, advierte el asistente del entrenador, un graduado en inglés que aspira a enrolarse en un club europeo. “Quiero ser como Guardiola”, susurra. Bireen y Samaher comparten un mismo ídolo, Andrés Iniesta. El virtuoso de Fuentealbilla centra los piropos de ambas. “Es un jugador inteligente que actúa de un modo sobresaliente. Es mi modelo a seguir”, apunta Samaher. “Es el ídolo que hizo que me enamorara de su concepto y sus ideas. Es un mago. Hay instantes en que lo miras y disfrutas de cómo es capaz de hacerlo todo tan fácil”, narra Bireen, hechizada por el español.

Las dos jugadoras celebran por igual las reformas sociales impulsadas por el príncipe heredero y líder “de facto” del país, el controvertido Mohamed bin Salman. Décadas de vetos han acabado con una apuesta aún incipiente por el deporte femenino. El establecimiento de la liga de fútbol, tras varias ediciones de prueba a nivel local, ha estado acompañado con el nacimiento de la selección femenina de fútbol, un combinado que capitanea la alemana Monika Staab.

Gradas en un partido entre clubes de fútbol femenino en Yeda (Arabia Saudí).

“Todo es nuevo. Es como si fueran bebés que empiezan a dar sus primeros pasos y aprenden a permanecer de pie”, declara la míster, avalada por la primera copa de la Uefa femenina que se adjudicó el Eintracht Frankfurt en 2002. “En un plazo de cinco a ocho años serán las número uno del golfo Pérsico y será un gran logro”, añade. Disputarán su primer partido oficial el mes próximo con la meta puesta en caminar hacia la participación en el Mundial femenino.

“Aún nos queda”, admite Bireen, que recuerda que pasaba las tardes de su infancia jugando al fútbol con parientes y amigos. “Después de la escuela, practicaba hasta la hora de la cena”, rememora. Samaher admite que la falta de salario es uno de los escollos, uno de los objetivos pendientes de batir. “Lo tendremos en el futuro si Dios quiere”, replica. “También se necesita más entrenamiento y mejores instalaciones”, reclama. “Me gusta el Real Madrid porque es el mejor club del mundo. Mi sueño es jugar en Europa. Pero no tendría reparos de jugar en el Barcelona”, matiza entre carcajadas.

Necesita progresar

La ONU Mujeres reconoce algunos progresos en los derechos de las mujeres en Arabia Saudí pero subraya que “aún precisa de trabajo”. Menos del 20 por ciento del Parlamento está ocupado por mujeres. El organismo denuncia, además, que falta información pública sobre indicadores clave como violencia contra las mujeres, trabajo doméstico, presencia en el mercado de trabajo, pobreza y acceso a propiedades. En junio de 2018 el reino levantó la prohibición de conducir a las mujeres pero llevó a cabo una campaña de arrestos de activistas, entre las que figura, Loujain al Hathloul. El régimen saudí ha desmantelado el sistema de tutela masculina que impedía a las féminas obtener un pasaporte, practicar deporte, establecer su residencia, viajar o someterse a una operación sin el plácet de un varón (mahram), ya sea progenitor, cónyuge, hermano o incluso vástago.