La capacidad de anticipación marcó la era Redondo-Sánchez, el último gran tándem de comunicación política que ha alumbrado la escena española. Tanto fuera, como una vez dentro de La Moncloa. Un periodo en el que la persona, Pedro Sánchez, evolucionó a personalismo y el autor, Iván Redondo, ascendió a un estrato de considerable mitificación. Donde un político defenestrado por el partido de toda su vida, retornó como el perfecto outsider; donde la cazadora de cuero y el mitin de barrio para ganar las primarias dio paso al atril del Palacio de La Moncloa.
Allí, en los aledaños de Ciudad Universitaria, el alumno superó, finalmente, al maestro; que pasó de ostentar plenos poderes a ser expulsado a la profana vida privada. A esa pérdida de poder le siguió la desmitificación, derivada por la entrevista con Jordi Évole donde no cumplió las expectativas sociales. Un cara a cara periodista-estratega patrocinado por el exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias, compañero de Redondo en el Ejecutivo de coalición y gran admirador de su trabajo. Un estupor que el politólogo, reconvertido en opinador y tertuliano radiofónico, aún mantiene.
Así lo evidencia el exlíder de Podemos en un artículo de opinión publicado para inaugurar el año en la revista catalana Política&Prosa. Bajo el título Iván (Fisher) Redondo, Iglesias intenta retratar hasta qué punto el asesor político ha marcado la diferencia en la construcción del liderazgo de Sánchez, dotándolo de "la audacia" necesaria en los momentos clave.
Iván "es un tipo infrecuente, sin una ideología definida, que no procede de una escuela concreta de consultores ni está vinculado a ninguna tradición política", señala el exvicepresidente. Explica Iglesias en el artículo que "jamás recomendaría a nadie fiarse de alguien sin experiencia ni militancia política propia y con una concepción profesionalista del trabajo de consultor que lo aleja de los compromisos ideológico". De "un spin doctor" que es capaz de "prestar sus servicios nada menos que al xenófobo Xavier García Albiol" en Badalona y, luego, asesorar a Sánchez como si nada.
"Para saber de política", según Iglesias, "hay que estudiar mucho, pero sobre todo, hay que practicarla mucho". Sin embargo, aunque este "no era el caso de Redondo", el exsecretario general morado atribuye el idilio para con Redondo a "un gran talento táctico, un agudo olfato y un ‘algo’ muy suyo y muy especial", lo que es "muy valioso".
La mano del Rey
En el escrito de opinión, el exlíder de Podemos hace una confesión: durante la etapa como director de gabinete, Redondo "fue la mano del rey". Una alusión a la jerga de la famosa serie Juego de Tronos, que hace referencia al consejero jefe del monarca, quien ejecuta sus órdenes en el reino. Y eso, advierte, "se lo puedo asegurar yo". Porque "si no fuera así, sería inimaginable que Sánchez hubiera dado a Iván, en su estructura de organización y mando en Moncloa, un poder que no tuvo en el pasado un cuadro socialista de la talla de José Enrique Serrano", dice Iglesias señalando al exjefe de gabinete de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.
En el gabinete, Redondo tenía un poder que superaba al que tuvo un cuadro socialista de la talla de Serrano. Eso molestaba al aparato"
Respecto a esta afirmación, el exmiembro del Consejo de Ministros desconoce "hasta qué punto" la posición elevada de Redondo en el Gobierno "molestaba en el aparato socialista". Pero entiende que, "al fin y al cabo", el secretario general del PSOE "debía poco al aparato y el nuevo aparato se lo debía todo a él"
Iglesias ve "un antes y un después en las decisiones comunicativas" del presidente del Gobierno "desde que comenzó a trabajar con Redondo". Atribuye a Sánchez un "temperamento calmado" que le ha ayudado desde el principio a "proyectar una imagen de líder seguro y convencional" que contrasta con "tiempos nada convencionales como los que vive nuestro país". No obstante, cree que Sánchez es presidente "gracias al sistema táctico" que le asesor político le ha hecho "poner en práctica".
La hipótesis malvada
El exvicepresidente lamenta que el "talento táctico" de Redondo "no aparece" cuando da entrevistas: "no le hacen justicia y, en general, producen una cierta decepción en los espectadores, que esperaban a un personaje con una suerte de Rasputín". Pero lejos de esa construcción infundida por los medios, asegura Iglesias, "la clave para entender a Iván no es tanto escucharle mucho, porque a veces no se le entiende", sino "leerle, incluso entre líneas".
Para Iglesias, el aspecto que hace de Redondo un gran estratega es lo que el propio consultor donostiarra llama ‘ajedrez aleatorio’, en alusión al método de juego del ajedrecista estadounidense Bobby Fisher. Consiste en "un movimiento táctico imprevisible para los adversarios", explica el politólogo, para "modificar los elementos que definen ‘la partida política’ creando una situación de "desconcierto"; una habilidad que el exdiputado revela haber utilizado durante su etapa política y que le permitió, dice, entenderse con Redondo. La moción de censura a Mariano Rajoy es un ejemplo. Quizá la salida de Iglesias del Gobierno para concurrir en las elecciones de la Comunidad de Madrid frente a Isabel Díaz Ayuso entraría en el canon de ‘alteración’ del tablero.
El desconcierto es la clave de su éxito. Yo sé jugar a ese 'ajedrez político aleatorio' y supongo que, por eso, siempre me entendí con Redondo"
Dentro de esa situación de ‘ajedrez aleatorio’, aclara el ex morado, ganan "los más audaces", no los más fuertes. Pero con Sánchez, "Redondo llevó la audacia a unas siglas y a un líder con muchos más apoyos del poder", lo que "marcó la diferencia" frente a Podemos.
Por qué entonces Sánchez decidió en julio de 2021 deshacerse de la persona que lo encumbró. Iglesias aporta una teoría personal al respecto; una "hipótesis malvada": "Sánchez ha aprendido a jugar por sí solo al ‘ajedrez aleatorio’ sin necesidad de que nadie le proponga las jugadas". Por eso, indica Iglesias, el presidente "ya no le necesita".
Iglesias considera que "de los acompañantes de Sánchez, ninguno tendrá la relevancia de Iván" y, por ello, le sorprendió y la salida del Gobierno de Redondo en verano. También, asegura, la marcha de Carmen Calvo o José Luis Ábalos, unas "figuras tan cruciales para su ascenso a la secretaría del PSOE" y a la Moncloa. Aún "está por dilucidar cómo será el destino" del presidente ahora que "vuelve a cabalgar con sus viejos cowboys, algunos de los cuales le traicionaron en el pasado".
El exvicepresidente atribuye al presidente la frialdad de un "francotirador soviético" para ejecutar estos "asesinatos políticos", una comparación que hace "con admiración", matiza. Y sentencia el texto de opinión con la siguiente reflexión: "estén preparados para que, cuando le resulte conveniente, Sánchez mueva sus alfiles para sorpresa y desconcierto de propios y extraños".
El idilio y el vínculo con Redondo
La fascinación de Iglesias con Redondo viene de lejos; antes de que Sánchez retara a la cúpula del PSOE, de que Podemos tocara techo en el Congreso en junio de 2016 para, posteriormente, precipitarse progresivamente, y de que España asistiera al primer gobierno de coalición de la historia democrática. El punto de inflexión de la relación podría fijarse en la entrevista que el, por entonces, candidato de Podemos hizo al consultor en el programa La Tuerka.
En esa conversación televisiva, Redondo regaló un peón de ajedrez a Iglesias, adornando el obsequio con la siguiente reflexión: “es la figura que nos une a todos, es el militante, el asesor, esa persona que siempre está detrás. Cuando el peón consigue llegar hasta la casilla ocho, puede transformarse en cualquier pieza. Y es con la estructura de peones como se ganan las partidas en la política y en el ajedrez”.
Y Redondo, primero, e Iglesias, después, llegaron a esa octava casilla. El último lo selló con un abrazo, algo que hubiera sido imposible sin la mediación del estratega. La “amistad” fraguada frente a las cámaras, ha mutado en “una relación magnífica”. Eso sí, los dos están acabados políticamente -al menos por hoy-; tal y como advertía Redondo a Iglesias en 2016 desde Vallecas: “en política todo el mundo acaba cadáver, sólo es cuestión de tiempo”. “El que controla el tiempo”, explicaba el exdirector de gabinete, “gana”, y quien lo ha hecho, de momento, ha sido Sánchez; liquidando a su mayor rival político y adoptando la piel de quien lo encumbró.
Yolanda, Pablo e Iván
El tiempo, de cara a 2023, puede hacer que esa "magnífica relación" en lo personal, adquiera consistencia también en lo político. Y esta vez, no como compañeros de viaje, sino como segundo de a bordo y jefe de máquinas en un barco capitaneado por Yolanda Díaz.
Los digitales The Objective y Moncloa aseguran que se están produciendo conversaciones entre la vicepresidencia y ministra de Trabajo e Iván Redondo. De momento, queda descartada una colaboración directa, pero lo que es patente es que el estratega no ha dejado de aconsejarla a través de sus artículos en The Situation Room, su sección política en La Vanguardia.
Este acercamiento, señala The Objective, estaría siendo propiciado por Iglesias. Le interesaría la oficialización de la relación profesional para influir en el desarrollo de la plataforma unitaria de izquierdas con la que Díaz aspira a presentarse en las generales de 2023.
La tesis que Redondo no deja de repetir es que "Sánchez está en caída" y que Díaz podría beneficiarse de esos votos, por lo que intentar hacerse con ellos en detrimento del PSOE sería "una motivación extra" para el consultor.
Por ahora, desde el Ministerio de Trabajo transmiten el compromiso exclusivo de Díaz con la reforma laboral. De hecho, la propia ministra ha asegurado, recientemente, que no piensa en la presidencia del Gobierno ni en campañas electorales. Además, Redondo se encuentra inmerso en un año sabático, para después, según anunció, "volver a la asesoría independiente".
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