El apoyo popular a partidos y liderazgos populistas habría descendido de manera global durante la pandemia del coronavirus. Así lo expone un análisis divulgado esta semana por el británico Instituto Bennet de Políticas Públicas de la Universidad de Cambridge, de acuerdo a las actitudes de más de medio millón de personas de 109 países desde 2020. Las conclusiones a las que llega el estudio es que, de manera generalizada, hay un cambio de rumbo de la ‘ola populista’. La incapacidad o la mala gestión de la covid por los referentes populistas en el poder, habría provocado un sentimiento de decepción y rechazo entre el electorado; que prefiere rebajar el clima de polarización y confiar en el criterio de los expertos.
Los autores de este informe, del Centro para el Futuro de la Democracia (CFD), apuntan que, de media, las plataformas populistas y sus representantes habrían perdido un 10% de apoyo entre la primavera de 2020 y el último trimestre de 2021, mientras que los partidos tradicionales socialdemócratas, liberales y conservadores han aguantado los niveles previos a la crisis sanitaria. Las áreas con descensos de respaldo al populismo más pronunciados son las regiones pobres de Europa como el sur de Italia, el este de Polonia o el norte de Hungría. Unas zonas donde partidos como el ‘atrapalotodo’ Movimiento 5 Estrellas (M5E) y los ultranacionalistas Ley y Justicia o la Fidesz han cosechado grandes resultados para ascender al poder.
Resulta paradójico, que, pese al retroceso populista, el documento también refleje un decrecimiento de la confianza con el sistema democrático: pierde diez puntos y pasa del 70% de los encuestados en 2020 al 60% a finales del año pasado. Pero, precisamente, estas son las dos caras de la moneda, porque, dentro del juego democrático, ni los populistas han podido dar una respuesta eficaz frente al coronavirus. El mayor descenso de confianza con la democracia se ha producido en países desarrollados como Alemania, Japón y Grecia. En España también, reduciéndose en torno a un 15% en dos años.
Sin embargo, la premisa de que el populismo está retrocediendo a nivel mundial que aporta el Instituto Bennet de Políticas Públicas, no se corresponde con la realidad del panorama político español actual. El Índice de Populismo Autoritario, elaborado por el instituto de análisis sueco TIMBRO y actualizado en 2021, sitúa el respaldo a partidos populistas en el 28,1%. Corresponde al total de porcentaje electoral conseguido por Vox y Unidas Podemos en las elecciones de noviembre de 2019, y es la cifra objeto de estudio de la que parten los investigadores de Cambridge, en añadido al resto de observaciones internacionales.
Esa métrica excluye al populismo independentista catalán presente en el hemiciclo, que subiría la cifra a 33,95%. Y si bien la media de encuestas publicadas en España entre 2020 y 2021 -durante elaboración de la publicación británica- refleja que el voto populista perdería unas décimas, los sondeos de 2022 le atribuye un ascenso de hasta 0,7 puntos en comparación con 2019: a un 34,6%. El último CIS, rebaja algo esas expectativas. Un incremento muy modesto, pero que reafirma la sostenibilidad de los proyectos populistas.
Cambio de paradigma
El estudio británico alude a la reducción del respaldo populista en el sur de Italia por las pérdidas electorales que ha sufrido el M5E de el ex premier Giuseppe Conte, pero no tiene en cuenta el incremento que la formación nacionalpopulista Hermanos de Italia (FdI) está teniend0 en las encuestas. Una escalada del 10% estimado en enero de 2020 frente al 21,1% que hoy se le adjudica, situándolo como primer partido nacional. Tampoco el mantenimiento, aunque a duras penas, de Matteo Salvini.
En España ocurre algo parecido. Los expertos del CFD relacionan la caída de Unidas Podemos en las encuestas, dentro del gobierno de coalición, como referencia -junto a las respuestas obtenidas sobre la estima con la democracia- del retroceso populista. No obstante, el factor Vox parece quedar excluido en ese estudio.
Si tomamos como referencia la media de sondeos totales realizados en 2020 y 2021, sí se aprecia una bajada del populismo español y un ascenso de los partidos tradicionales, con Cs prácticamente descompuesto. Pero, en comparación con ese desplome de diez puntos global que explica el informe británico, la reducción de esta tendencia -sumada la intención de voto de UP y Vox- es de un 0,6% menos únicamente. Una cifra ínfima teniendo en cuenta, además, el margen de error de las encuestas. En cambio, sí se refleja el mantenimiento de las opciones democristiana y socialdemócrata, e, incluso, cierta mejora respecto a 2019.
Las encuestas de 2022 esbozan un horizonte mucho más populista. Un récord no visto en democracia
La cuestión es que, desde finales de 2021, mientras UP -con un 12,97% de los votos obtenidos el 10N- se ha estancado entre el 10-12% de la valoración, el partido de Santiago Abascal viene incrementando su apoyo estimación tras estimación, eso sin tener en cuenta el espectro regional y municipal. Frente al 15,21% que le sitúa como tercer partido en el Congreso de los Diputados desde el inicio de la legislatura, Vox supera el 16% desde octubre prácticamente en todos los sondeos, con picos puntuales superiores al 18% del sufragio.
En 2022, fuera de los límites de contemplación de la investigación de Cambridge, las encuestas de las demoscópicas españolas de enero esbozan un horizonte político español mucho más populista que la actual. Un récord no visto en democracia: Vox, de media, con el 17,61% de respaldo en los próximos comicios y UP, con el 11,72%, alcanzarían el 29,33% de apoyo. De este modo, los partidos populistas reforzarían un punto y medio su presencia nacional en comparación con las últimas elecciones, y hasta tres puntos tras los dos años desgaste de la pandemia.
El escenario catalán
En la escala nacional, el populismo independentista que encarnan Junts o ERC tampoco ha sufrido variaciones de apoyo muy significativo entre 2020 y 2021. De cara al 2022, sí que vería rebajado su presencia en las Cortes casi medio punto; de 5,85% los dos a un 5,26%. Sin embargo, es el plano autonómico en Cataluña el que evidencia que, durante los dos años de crisis sanitaria, el populismo se ha blindado; después de las elecciones regionales de 2021.
Si bien la suma entre ERC y Junts ha perdido un escaño y un 1,7%, el mantenimiento de En Comú Podem y la irrupción de Vox en Cataluña, refuerza la polarización populista: separatismo vs. ultranacionalismo y centralismo. Esta amalgama de propuestas populistas, en sus múltiples vertientes, representa al 55,9% de los grupos del Parlament, posicionando a la cámara catalana como la más polarizada. Esto supone un increment0 durante la pandemia de cinco puntos más que en las elecciones de 2017, cuando el índice de populismo era de 50,5%.
La estima populista
Otro de los parámetros sobre el que se puede intuir un reforzamiento de las tesis populistas en España es la valoración de líderes. En las sucesivas muestras que publica mensualmente el CIS, se puede observar que la líder de la confluencia de UP Yolanda Díaz es la mejor valorada por la ciudadanía. Ha pasado de un 4,64 en julio de 2021 -cuando asumió el liderazgo simbólico- a un 4,82 sobre 10 en enero de 2022, y supera con creces el 3,7 máximo que Pablo Iglesias alcanzó una vez dentro del gobierno de coalición.
Por su parte, y aunque Abascal sigue siendo el candidato con menor estima con un 2,88, lleva creciendo -con un pico de 3- en términos de valoración desde octubre de 2020 cuand0 se le adjudicó un 2,3.
Sin embargo, tanto Abascal como Díaz arrastran buenas valoraciones y aprueban entre los votantes del PP y el PSOE respectivamente; los espacios ideológicos en el que si les interesa moverse electoralmente.
En cuanto al Govern de Cataluña, íntegramente independentista, suspende con un 4,85 según el Centro de Estudios de Opinión (CEO). Aunque para sus partidarios, ERC (5,82) y Junts (5,25) aprueban.
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