El misterio de la escultura de Richard Serra que perdió el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía se ha convertido durante unos años en la obsesión de Juan Tallón. El escritor se ha documentado para abordar todos los detalles de un episodio tan bochornoso como increíble de la gestión cultural española. Lo ha hecho en la novela Obra maestra (Anagrama), pero el lector no puede esperar clarificar qué pasó con la escultura Equal-Parallel/Guernica-Bengasi, porque no se sabe.
La pista sobre la escultura de Richard Serra se perdió en 1990, cuando el centro de arte todavía no era un Museo Nacional. La escultura minimalista del escultor estadounidense que consta de cuatro enormes bloques de acero independientes que suman un peso de 38 toneladas había formado parte de una muestra temporal. Ante la imposibilidad de mantenerla en el Reina Sofía, se contratan los servicios de custodia de la empresa Macarrón que la guardó en una nave en Arganda del Rey (Madrid).
La desaparición está entre la fatalidad, el descuido y el absurdo, tal y como relata Tallón. “La empresa que guardaba la escultura se va a la quiebra, en parte porque la administración no le paga el dinero que le debe por guardar la obra, ni otras instituciones culturales que le debían dinero. Y cuando adquiere deudas con la Seguridad Social no le pueden pagar porque el Estado no puede pagar a una empresa con deudas a la Seguridad Social. Se generó la tormenta perfecta para que la empresa que custodiaba la empresa se fuera a la ruina y el Museo no se preocupó de recuperar su obra”.
Tras las investigación, la Policía no pudo determinar el destino final de la escultura. Desapareció. El museo de arte contemporáneo terminó por aceptar la pérdida y decidió encargar a Richard Serra que la volviera a hacer. Cien mil euros después, la obra de Serra renació y se incorporó a la colección permanente del museo, donde permanece. “Llegaron a un acuerdo para hacer la obra, pero sin la condición de mera copia, se le dio carácter de original”, afirma. “Los límites entre la copia y el original en el arte contemporáneo han ido perdiendo la vigencia que pudieron tener en otro momento”, reflexiona el escritor.
Hasta aquí los hechos en los que Tallón se basa para escribir Obra maestra. Todo lo que el lector va a encontrar en los más de 70 testimonios en primera persona que relatan lo ocurrido es una mezcla de ficción y realidad. Según Tallón hay personajes reales con testimonios reales y falsos y hay personajes inventados con testimonios reales y ficticios. “Yo no entiendo mi novela como para que se pueda decir qué es ficción y qué no es ficción. En el momento en el que sabemos el misterio de las cosas, estas dejan de ser interesantes y misteriosas. Explicar qué es inventado y qué no, es matar la novela. En el momento en el que se mezcla la ficción con la realidad, todo es verdad”, explica.
“El atractivo que tiene la historia: una escultura que pesa 38 toneladas y desaparece como si pesara como una almohada, que no sea posible determinar cómo desapareció, quién la hizo desaparecer. Este acontecimiento encierra tanta fascinación que es el que me convocó a trabajar sobre la desaparición de la escultura y convertirla en un personaje de una novela”, asegura Tallón.
Durante años el escritor se ha documentado hablando con muchas personas que estuvieron involucradas en la historia, investigadores, periodistas, políticos, gestores, guardias de seguridad. Un material con el que él ha construido los testimonios que conducen la novela. “He escrito un libro para que en cada uno de sus capítulos el lector sienta el asombro y se pregunte si eso pasó de verdad? Juego a mantener el misterio”. Un ejercicio que no es difícil teniendo en cuenta que los hechos reales ya son increíbles. “Cuando termina la novela el misterio sigue ahí, no sabemos qué ha sido de la escultura. La realidad era insuficiente para contar esta historia”, añade.
Final poético
Así que las teorías sobre qué pasó con la obra de Serra que se pueden leer en la novela se mueven entre la realidad y la ficción. En el lugar donde estaba la obra guardada la escultura se construyó un archivo de la Seguridad Social y allí no había resto alguno de la obra. Pocos destinos pudo tener una obra tan voluminosa, puede estar en el jardín de un multimillonario caprichoso o se pudo hacer mil pedazos y venderse al peso.
Todo lo que necesita acero puede haber recibido el alma de la escultura de Richard Serra "
Juan Tallón
Para el escritor encontrar la escultura “no sería un bello final de esta historia. Prefiero que el misterio siga en pie y eso pasa por dejar en suspenso la pregunta ¿dónde está la escultura?”. Ahora, si le preguntas qué cree que pasó, el autor considera que, posiblemente, fuese troceada y fundida por el valor del acero.
Richard Serra, que aparece en varios momentos de la novela, está basado en entrevistas que Tallón ha recopilado del escultor para hacerse con su perspectiva de lo ocurrido. “Serra en alguna entrevista se mostraba convencido de que su escultura podía estar transformada en forma de maquinilla de afeitar en nuestras casas, en los quitamiedos de una autovía o en la pata de una mesa. Todo lo que necesita acero puede haber recibido el alma de la escultura de Richard Serra. Lo que, a su vez, es algo muy poético”, concluye Tallón. Con lo que la respuesta a la pregunta dónde está la escultura de 38 toneladas que perdió el Centro de Arte Reina Sofía, puede ser: en todas partes.
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