Los directivos de una gran multinacional han decidido cambiar el modelo de trabajo para los empleados de su compañía. No pretenden sólo ahorrar costes, sino permitirles trabajar como quieran y cuando quieran, pero que no lo tengan que hacer necesariamente en su casa. Es su gran baza para retener talento y atraer nuevos perfiles que no están dispuestos a trasladarse a la gran ciudad diariamente.
Es uno de los casos más recientes a los que se enfrenta Philippe Jiménez, director en España de la multinacional International Workplace Group (IWG), líder en el mercado de espacios de trabajo flexibles. La fórmula permite a las empresas ahorrar costes en un escenario en el que las oficinas están a medio gas por la pandemia. Y, además, mejora la conciliación de la vida laboral y familiar de los trabajadores.
Bajo diferentes marcas (Spaces, Regus, HQ), la compañía proporciona espacios de trabajo para que los empleados no tengan que acudir necesariamente a las oficinas de su empresa como ha sido habitual hasta ahora. "No es que la oficina tradicional vaya a morir, porque hace falta tener un sitio donde congregar a tu equipo. Pero será un espacio más reducido al que la gente no vaya cada día, sino una vez al mes o una vez cada dos semanas", explica Jiménez.
Ahora mismo, añade, ya se está produciendo una revolución para convertirlos en espacios "más colaborativos y agradables que cada vez se asemejan más al salón de casa".
¿Y qué es lo que más reclaman las empresas? Pues cada una tiene un presupuesto, unas necesidades y unos procesos internos específicos. Y aunque el concepto de coworking ha estado muy ligado a las start-up, las compañías tecnológicas, de telecomunicaciones y farmacéuticas destacan ahora en el uso de este tipo de espacios de trabajo flexibles.
Sin embargo, cada vez están entrando más empresas de perfil financiero, de consumo o servicios. "Hoy en día no hay una industria que no necesite este tipo de espacios. Y los que no cambien, se convertirán en dinosaurios", enfatiza Jiménez.
Según un reciente informe de la consultora inmobiliaria Colliers, "a medida que muchas organizaciones reconsideren su estrategia de lugar de trabajo y adopten modelos de trabajo híbridos, la demanda de espacio flexible aumentará, ya sea como oficinas satélites, lejos de la sede principal, o apoyando nuevas estrategias de trabajo híbridas".
Con estos espacios de trabajo flexibles, las compañías también pueden reducir de manera notable los costes relacionados con el gasto inmobiliario. Asimismo, rebajan sus riesgos. "Una empresa ya no se tiene que comprometer con un contrato de cinco o diez años. Con un espacio flexible se instala cuando quiere y se va cuando lo necesita", explica. Además, puede crecer o reducir su tamaño sin mayores complicaciones. "Hasta ahora, la empresa tenía que contratar un espacio en base a un crecimiento hipotético y pagar por un espacio que no necesita durante unos años", abunda. Pero bajo las fórmulas flexibles, "se limitan a pagar por el espacio que realmente usan".
En los 61 centros que tiene la multinacional repartidos por la geografía española hay espacios de todo tipo. Desde zonas pensadas para puestos individuales hasta espacios habilitados para albergar a 100 o 200 empleados. Tienen acceso privado, como si se tratase de una oficina habitual e IWG se encarga de adecuarlos y amueblarlos al gusto del cliente sin coste adicional. "Antes las decisiones de dónde se trabaja se tomaban desde la oficina del CEO. Ahora la toman desde la de Recursos Humanos. Eso es el gran cambio", reflexiona Jiménez.
Descentralizar el talento
IWG ha abierto en 2021 siete nuevos centros de coworking. Aunque ha concentrado sus inauguraciones en Barcelona y Madrid, la estrategia pasa por tener presencia en todas las capitales de provincia. Tras abrir su primer centro franquiciado en Oviedo, prevé nuevas aperturas en Zaragoza, Logroño o Santander.
Este tipo de espacios flexibles contribuyen a descentralizar el talento y fijar población fuera de los grandes núcleos urbanos de Madrid y Barcelona. "Las barreras de la distancia se han derribado. Una persona que esté en Zaragoza puede trabajar en una empresa radicada en Sevilla", explica. Además, también se ahorra el coste del desplazamiento al lugar de trabajo.
Y para Jiménez, "el cambio que produce el modelo de trabajo híbrido y flexible tendrá un impacto tan importante sobre la productividad, la eficiencia y la sostenibilidad que podremos hablar de otra revolución industrial", concluye.
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