Pedro Sánchez cayó rendido a las arenas de Dubái y, durante su visita a la exposición universal esta semana, no dudó en reconocerlo públicamente. El presidente del Gobierno exhibió su admiración por las dunas de arena que ocupan el espacio expositivo del pabellón de Emiratos Árabes Unidos, diseñado por el español Santiago Calatrava.

“He estado visitando el pabellón de Emiratos y he quedado impresionado por la arena del desierto. Ésta es una bendición que el país tiene”, declaró Sánchez en declaraciones a la televisión de ExpoDubái 2020. “Me encantaría visitar el desierto con mi familia”, deslizó antes de ensalzar las raíces comunes que unen a españoles y árabes.

Las montañas de arena que dominan el sótano del pabellón de Emiratos, el de mayores proporciones de la exhibición internacional, sirven como pantalla para proyectar la historia del país, una federación de siete emiratos que nació hace medio siglo impulsada por el hallazgo del petróleo que transformó su existencia de nómadas.

Las dunas "movedizas" que encandilaron a Sánchez precisan de un mantenimiento continuo, que se realiza de manera manual. La arena debe ser retirada constantemente del pasillo central por el que discurren los visitantes. Un equipo de limpiadores, de nacionalidad extranjera, debe -provisto de una simple escoba- ir barriendo la arena para dejar expedito el paso.

Las organizaciones de derechos humanos internacionales han denunciado en repetidas ocasiones las condiciones laborales de la población extranjera que efectúa los empleos más básicos, sometidas a prácticas como la retirada del pasaporte por el empleador o la exigencia de trabajar hasta la extenuación.

Desde Human Rights Watch subrayan que, a pesar de las reformas introducidas en materia laboral en los últimos años, queda todavía un largo camino para que “los trabajadores migrantes sean tratados de un modo digno y no discriminatorio”. En la última década, a los investigadores que han tratado de arrojar luz sobre los abusos que afronta la mano de obra menos cualificada, procedente de África y Asia, les ha sido denegada la entrada al país.

Vista del pabellón de Emiratos Árabes Unidos diseñado por Santiago Calatrava.

El pabellón que centró los elogios de Sánchez es obra de Calatrava. El arquitecto español lo concibió como “una experiencia inmersiva para que los visitantes descubran la historia y el futuro de Emiratos”. El diseño exterior, que se identifica rápidamente con el estilo del valenciano, encuentra su inspiración en un majestuoso halcón, símbolo de la federación, y en una carpa beduina. Cuenta con 28 alas móviles que pueden abrirse en menos de tres minutos y ser usadas como paneles fotovoltaicos.  

Según el arquitecto, el espacio -que se alza en un área de 15.000 metros cuadrados- trata de exhibir a Emiratos como “un país de soñadores” a partir de una “experiencia multisensorial”. En el interior, el visitante se desliza por un oasis, un “desierto de sueños” o una serie de retratos de habitantes del país. Concluye con “una película inmersiva acerca de los valores de Emiratos”.

Una puesta en escena que fascinó al presidente del Gobierno, que prometió regresar al país en compañía de su familia. “Tenemos un futuro en común porque también tenemos raíces comunes. Al final, los españoles y los árabes tenemos lenguajes universales y por eso es importante reforzar esas relaciones”, concluyó Sánchez.