A mediodía del jueves, nadie en el Congreso de los Diputados podía sospechar la tormenta que estaba a punto de desatarse. Aunque por la mínima, el Gobierno había amarrado los apoyos para su reforma laboral por la puerta de la derecha y sin el bloque de investidura. A Ciudadanos, Más País, Compromís, Nueva Canarias, Coalición Canaria, PRC y Teruel Existe se unieron a última hora del miércoles los cuatro diputados del PDeCAT y los dos de UPN. El apoyo del grupo foralista, que normalmente une sus votos en el Congreso al PP, era toda una sorpresa. Y el baile de esos dos escaños ha sido precisamente el detonante de una de las jornadas más surrealistas que se recuerdan en la Cámara Baja.
Los dos diputados de UPN, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, decidieron en secreto romper la disciplina de voto que el presidente del partido, Javier Esparza, había marcado la noche anterior desde Pamplona. Su voto en contra era suficiente como para que la reforma laboral no saliese adelante. Los 175 'noes' ganaban a los 174 votos favorables. Pero el error de Alberto Casero, diputado del PP por la provincia de Cáceres, durante el proceso de voto telemático ha decantado la balanza a favor de Sánchez. La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, desestimó las quejas del PP que, con el reglamento en la mano, exigía reunir a la Mesa del Congreso para detener la votación y subsanar el error de su diputado.
Los populares defienden que el error de su diputado no es fruto de una equivocación, sino de un "fallo informático" en el sistema de voto telemático. Fuentes jurídicas plantean que si el PP es capaz de demostrar que el error de Alberto Casero fue técnico y no humano, habría posibilidad de que el Tribunal Constitucional dictaminase que la votación es inválida y, por tanto, tendría que repetirse.
A última hora del jueves y tras la polémica votación, el secretario general del PP, Teodoro García Egea; y la presidenta de la Cámara Baja, Meritxell Batet, mantuvieron una reunión urgente en la que el número dos del PP le trasladó la necesidad imperiosa de invalidar la votación por la negativa de la socialista a admitir la prevalencia del sentido del voto de Alberto Casero y por haber rechazado paralizar la sesión y reunir a la Mesa del Congreso como establece el Reglamento de la Cámara Baja. La esperada negativa del PSOE a aceptarlo ha desatado la ira de PP y Vox. Ambas fuerzas han anunciado que agotarán todas las instancias, incluida la penal, para demostrar un supuesto caso de "prevaricación" en el Congreso de los Diputados.
Además de los pertinentes escritos parlamentarios, ambos grupos presentarán sendos recursos ante el Tribunal Constitucional para "defender la voluntad del Parlamento". Sin que sirva de precedente y en pleno enfrentamiento entre ambas fuerzas por las elecciones de Castilla y León, PP y Vox irán de la mano para frenar lo que califican como una "cacicada", un "pucherazo" y un "fraude". "La reforma laboral podía salir o decaer por la mínima de un voto (...). Hoy se ha hurtado a la soberanía nacional", manifestaba la secretaria general del grupo parlamentario de Vox, Macarena Olona, en una comparecencia urgente a última hora del jueves.
Para encontrar un precedente parecido hay que remontarse a una sentencia emitida por la Sala Segunda del Tribunal Constitucional en 2006, por la petición de repetir una votación en el Parlamento Vasco con ocasión de la aprobación de las cuentas públicas regionales por el error de un sistema electrónico que impidió votar a una diputada. La resolución denuncia que, "ante un problema técnico" (...) la única reacción presidencial fuera la negativa a la comprobación de la anomalía en ese momento y a la repetición, en su caso de la votación controvertida". No obstante, la sentencia recogía ya entonces la complejidad del asunto al dictaminar que no había quedado "fehacientemente demostrado que se tratara de una negligencia" de la diputada en cuestión, pero terminó dándole la razón.
El PP irá hasta el final con la versión de que un error técnico que la Mesa del Congreso se negó a subsanar permitió que este jueves la reforma laboral saliese adelante. También saben que es su única baza. "Alberto Casero ha puesto un 'no' como una catedral. Y en el resguardo que aparece tras emitir el voto, aparecía un 'sí'", insisten los populares.
45 minutos de infarto
Un terremoto sacudió a la Cámara Baja en un lapso de tan sólo 45 minutos. A las 17:30h de la tarde, la presidencia de la Cámara hacía un receso y anunciaba que la votación del decreto ley de la reforma del mercado laboral -junto a otras iniciativas- arrancaría a las 18:15h. Ese era el plazo con el que contaban los diputados que habían solicitado el voto telemático para enviar su 'papeleta'. Era el caso del diputado por Cáceres, que "estaba enfermo, en la cama", según reconocen fuentes populares. Según la versión del PP, cuando pulsó 'no', en la máquina salió un 'sí'.
Fuentes socialistas rechazan las explicaciones del primer partido de la oposición, y recuerdan que el sistema de votación telemático es "garantista", ya que cuenta con un sistema de doble verificación: la aplicación pregunta al diputado si su voto es correcto antes de que quede registrado. Subrayan además que el motivo de la equivocación puede tener que ver con el hecho de que, en materia de reforma laboral, había que pulsar dos veces el botón: una vez para la convalidación y otra para solicitar o no que se tramite como proyecto de ley. La hoja de ruta marcada por la dirección del partido era la de votar 'no' a la reforma laboral y 'sí' a la tramitación como proyecto de ley, ya que permite introducir cambios en el decreto. Casero, insisten en el PSOE, "simplemente lo ha hecho al revés".
Ante el error, informático o humano, Alberto Casero se puso en contacto con los servicios de la Cámara, pero "no obtuvo respuesta". El tiempo se agotaba y, pese a estar enfermo, el ex alcalde de Trujillo se personó en el Congreso. Junto a otros cargos populares, incluida la presidenta del Grupo Parlamentario, Cuca Gamarra, han solicitado a la Mesa del Congreso que habilitase al diputado para acceder presencialmente en el hemiciclo y poder enmendar así el error del voto telemático, pero "no le dejaron entrar".
La presión aumentaba, y en los instantes previos a la votación, la Vicepresidenta Segunda del Congreso, Ana Pastor, y el resto del grupo informaban a Meritxell Batet de la "anomalía" informática subiendo directamente a su asiento en el Congreso. La presidenta de la Cámara desestimó la petición de paralizar la votación y reunir a la Mesa para valorar el caso de Alberto Casero. Los 'síes' ganaron. Y la polémica está servida.
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