“Santiago está precioso”, declaró Feijóo saliendo de la junta del PP como si saliera de un mesón. Antes, en una de esas torres con las que Madrid hace su Manhattan de yogurtera, Casado decía que se iba con la conciencia tranquila y Ayuso pedía que se apartara a todos los que habían intentado destruirla. Casado habló como con un tiro de chicle en el pecho y mereció una ovación de pie, como el tenor de Tosca, pero Ayuso dejó caras largas y medios aplausos de discurso metepatas. Eso sí, luego Feijóo aseguró que “Ayuso es una persona honorable y no tenemos ninguna duda”. Se va vislumbrando este nuevo PP de la moderación y de la unidad, cuyas adulaciones matan, cuya confianza deja mal cuerpo, cuyas obviedades se niegan y cuyas decisiones se aplazan según las cabañuelas. “Santiago está precioso”, dijo cuando le volvieron a preguntar por lo suyo. A Feijóo le cuesta decir o decidir lo obvio, esperen a lo difícil.
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