Tres años después de un accidente nuclear que ha devastado el norte de España, Héctor (Eduard Fernández), inspector de policía y superviviente del primer equipo de rescatadores que acudió al accidente se reincorpora al servicio. Su primer caso le obliga a regresar a la zona de exclusión por contaminación radiactiva donde se ha cometido un asesinato. En ese área restringida dejó su casa, su hijo muerto en el accidente y su familia rota.
Este es el argumento de la nueva serie producida por Movistar+, La Zona, una apuesta de riesgo dentro del panorama de series españolas. Los hermanos Jorge y Alberto Sánchez-Cabezudo se meten en territorio radiactivo para la ficción española, fuera de la zona de confort de otras producciones, bien dotadas de presupuesto, que apalancan sus argumentos en lugares seguros de la historia de nuestro país, en pasados de interés garantizado para la audiencia que llegan a convertir escenarios históricos en lugares reconfortantes.
Pero llevar la ficción allí donde no quieres que llegue la realidad es poner al espectador en un lugar incómodo. Sobre todo y si ese lugar existe, es identificable. Convertir un reconocible paraíso natural, como es Asturias, en un erial radiactivo puede provocar rechazo, pero la narración te introduce poco a poco en ese desastre sin que te des cuenta. Como la radiación, no se percibe, cuando te quieres dar cuenta estás en la realidad de La Zona, no hace falta que sepas qué pasó exactamente, los detalles van apareciendo.
“Nos planteamos traer el mundo de Chernóbil o Fukushima a un escenario local. Un entorno cotidiano en el que, después de un accidente, las reglas y los roles sociales se dan la vuelta. Nos hemos inventado una central nuclear en el norte de España donde ocurre un accidente. A partir de ahí, la creación de la zona de exclusión, el traslado de los realojados a una ciudad cercana y la sociedad que se reorganiza adaptándose a la nueva situación. Queremos verlo como una metáfora de la crisis', comenta Jorge.
Escenario nuclear
La Zona no es una representación imaginaria de una sociedad futura, es una posibilidad real. Sin ser un panfleto, ni pretenderlo, La Zona se trae Fukushima y Chernóbil a nuestra realidad. Lo que en la serie es ficción en Japón es realidad, como los barrios de desplazados que antes habitaban los pueblos vacíos de la zona contaminada, o los miles de sacos de tierra radiactiva con los que se quiere limpiar el área afectada y que están copiados de la limpieza de Fukushima.
De Chernobil se traen la trama principal de la serie, el tráfico de chatarra radioactiva, algo que realmente ocurrió en Ucrania y que en La Zona se encuentra en el núcleo de la historia policial. A estos elementos de la realidad de otros países los Sánchez-Cabezudo han incorporado elementos más cercanos sacados de los titulares de nuestra prensa, como las chapuzas en la identificación de cadáveres o ayudas a damnificados que después de tres años no llegan.
Pero la credibilidad de la historia la sostienen los actores. Los principales, Eduard Fernández y Alexandra Jiménez, soportan unos personajes muy complejos que solucionan con mucha solvencia. El reparto se extiende en una larga lista de actores entre los que destacan Emma Suárez, Carlos Bardem y Juan Echanove. Este último ha alabado el trabajo de Eduard Fernández como protagonista; “su trabajo ha sido el soporte perfecto para desarrollar el trabajo de todos los demás actores”.
Después de ver dos capítulos te queda claro que La Zona no es una distopía, pero tampoco es una utopía, existe, la podrás ver cada viernes en Movistar +. Otra ficción española es posible.
La Zona consta de 8 capítulos y se estrena el viernes 27 en Movistar+.
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