A Ayuso le han tocado el hermano, más hermano de sangre que simple familia, hermano como de hermandad de mosqueteros, y ella creo que está dispuesta a llegar si hace falta hasta a Juan Guerra, con quien comenzaron los hermanísimos allá por el Génesis de la política y de España. Ayuso se va a presentar en la Fiscalía con contratos y árboles genealógicos gruesos como olivos, que el PSOE también tiene familia, o incluso inventó la familia política en su más sublime forma, no ya como negocio sino como arte decorativo. Alfonso Guerra ponía a su hermano Juan en un despachito de la Delegación del Gobierno en Andalucía, con su cara de fraile de refectorio, y parecía un busto policromado de patrón gremial, o sea que eso no era corrupción sino devoción. Manuel Chaves llegó a tener a cuatro hermanos alrededor de la olla pública de la Junta, que eso es casi como una Santa Cena. Yo creo que Ayuso no se va a meter en una denuncia ni en una venganza, sino en una licenciatura de Arqueología o Bellas Artes.
Al hermano de Ayuso todavía le queda mucho para quedar tan bien plantado en la administración pública como esos bustos de beato o de marino que parecían los colocados y arrimados de aquel PSOE, y que formaban auténticas galerías de estatuas, como presidentes de ateneo. Pero, mientras se resuelve lo suyo, la presidenta madrileña parece que quiere recordar que aquí todos tienen conocidos, negocietes y cafelitos a la sombra de un patrón. Creo que no va a llegar a Juan Guerra, ni a los Chaves, que buscarlos ahora suena a querer buscar al actor que hacía de Don Pimpón o algo así; ni siquiera va a llegar a los ERE, que hicieron de todos los andaluces una única familia de hijos incluseros. Ayuso, con esa estricta reciprocidad que suele dirigir las revanchas, se va a centrar en los contratos de mascarillas y tiene en el catalejo al propio Sánchez, a Calviño, a Illa y a eso que se llama el “entorno” del PSOE. Es atacar a bulto, pero a bulto la han atacado a ella y ya hemos dicho que las revanchas son más satisfactorias en elegante simetría.
Ese PSOE que alababa la determinación y el olfato de Casado y Egea ante la corrupción o ante la estética tendría que haberse denunciado enseguida a sí mismo
Ayuso contraataca, se revuelve con esa cosa que tiene ella a veces de mujer vestida de pirata, de tener la ropa de corsaria al lado de la ropa de roquera y del bañador con muceta de película muda. Sin embargo, lo que más sorprende no es que Ayuso quiera abrirle ahora un proceso a todo el PSOE como si fueran hugonotes, sino que no lo haga el propio PSOE. Quiero decir que ese PSOE que alababa la determinación y el olfato de Casado y Egea ante la corrupción o ante la estética, esa estética del hermano como la estética del cuñado, tendría que haberse denunciado enseguida a sí mismo. Esos contratos con empresas del pueblo de Illa, sin dirección y sin trabajadores, o con el proveedor estrella de Ábalos, merecen al menos el mismo respingo que mereció lo de Ayuso para las naricillas finas de Casado y Egea (narices de aletear en asados de incienso como Carpanta en asados de pollo), y también para el propio PSOE, que hizo enseguida suyas esas narices de moralidad, dignidad, soponcio y supersensibilidad. Yo no sé cómo Ayuso se ha podido adelantar al PSOE, y hasta a Ferreras, en la denuncia de estos contratos.
A Ayuso le han tocado el hermano y a lo mejor no llega en su venganza hasta Juan Guerra, que es como llegar a Caín y Abel, pero se ha decidido a atacar. Ya se verá si el ataque es efectivo, pero sin duda será pedagógico. Veremos que el PSOE se va remitiendo a la negación, a la legalidad, a la presunción de inocencia, a la confianza en la honorabilidad y a todas esas venerables antiguallas, y que nadie se plantará con tocado y misal de doncella ante Ferreras, como Casado en la Cope, para acusar a su propio partido en aras de la ejemplaridad, la estética y la gloria de su madre. Sí, vamos a volver a aprender que el PP denuncia al PSOE y el PSOE denuncia al PP, y que cualquier novedad en esta sencilla regla sólo puede ser cosa de imbéciles o de traidores, o las dos cosas a la vez.
Ayuso no podría encontrar ni denunciar a todos los hermanos, cuñados, herederos, arrimados y acucharados del PSOE así se dedicara por entero a este asunto como a la egiptología. Pero seguramente su venganza nunca pretendió llegar tan lejos. Esta denuncia más que nada nos devuelve a la normalidad, o sea a este silencio, a este disimulo, a esta ortodoxia en la que el PSOE se va a instalar ahora como Juan Guerra se instalaba en su despachito de una sevillanía panameña o un panameñismo sevillí. Nadie en el PSOE va a hacer ahora lo que Casado y Egea en el PP, simplemente porque eso no se hace, o no se hace a menos que seas un traidor despiadado o un virgen bobalicón, o las dos cosas. A lo mejor ésa es la verdadera venganza de Ayuso, dejar ahí esos dos retratos de Casado y Egea, como Juan Guerra dejaba su busto de patrón de los panaderos.
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