Quienes mejor conocen hasta dónde puede llegar el líder ruso, Vladimir Putin, son sus vecinos de los Países Bálticos, miembros de la Unión Europea y de la OTAN. Son los únicos ex miembros de la URSS en la UE y la OTAN, y allí viven un millón de rusos. En 1940 sufrieron la ocupación de la Unión Soviética, de la que formaron parte hasta 1991. "Si no paramos a Putin en Ucrania, no va a quedarse ahí. Está en modo agresivo incontenible. Es probable que continúe con otros países", ha dicho esta semana el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovksis, ex primer ministro de Letonia, en una entrevista en Politico. Es una sensación que tienen también en Lituania y Estonia. Hace tiempo los habrían considerado unos alarmistas. Hoy nadie se toma a broma sus advertencias.
El 24 de febrero Putin anunció que había ordenado una "operación militar especial" con el fin de "desnazificar y demilitarizar" Ucrania. Después de negar durante semanas que fuera a invadir el país vecino, lo hizo, pero aún hoy lo sigue negando. El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, cuando le preguntaron si el Kremlin tiene intención de atacar otros países, negó que haya atacado Ucrania. En Rusia está prohibido hablar de "guerra" o "invasión" bajo riesgo de hasta 15 años de cárcel.
Es la guerra de Putin. Primero se sobrepasan todas las líneas rojas, pero luego se fabrica una realidad alternativa. En Mariúpol, convertida en una ciudad mártir, son los ucranianos los que retienen como escudos humanos a los ciudadanos. Y si bombardean una maternidad Lavrov dice que en realidad se trataba de un reducto donde se refugiaban ultranacionalistas ucranianos. Atacar un país de la OTAN parece aún hoy una temeridad, pero Putin está descontrolado. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, vinculó el destino de su país con los Países Bálticos. "Si pueden con nosotros, Dios no lo quiera, seguirán con Letonia, Lituania y Estonia".
Sabemos que no podemos fiarnos de Putin. Es agresivo y no tiene límites. Puede atacar un país de la OTAN también"
linas kojala, director del eastern europe studies centre
"Sabemos que no podemos fiarnos de Putin, es agresivo como ha demostrado en Georgia, Crimea, y ahora en Ucrania, y que no tiene límites. Puede atacar a un país de la OTAN también. Entendemos bien a Putin y sabíamos podía invadir Ucrania pero contábamos con que no pasara. Nadie concibe que ciudades europeas sean bombardeadas en pleno siglo XXI, pero hemos de abordar las consecuencias", afirma Linas Kojala, director del Eastern Europe Studies Centre, con sede en la capital de Lituania, Vilna.
Bielorrusia al servicio del Kremlin
Lituania no tiene frontera con Rusia pero sí con Bielorrusia, que se ha convertido en un satélite del Kremlin. El presidente, Aleksander Lukashenko, se impuso con mano de hierro cuando la población salió a las calles en el verano de 2020, tras atribuirse una abrumadora victoria en las urnas. Putin estuvo atento a los acontecimientos y avaló a Lukashenko, con quien ha tenido sus más y sus menos. Desde entonces son uña y carne. Unas 30.000 tropas rusas participaron en maniobras militares en Bielorrusia en vísperas de la invasión.
Era una señal clara de que Bielorrusia forma parte de la esfera de influencia del Kremlin. En un reciente referéndum constitucional Bielorrusia ha aprobado que se elimine de la Constitución su "neutralidad" y su "estatuto de nación no nuclear". Es decir, Rusia puede instalar armas nucleares en su territorio.
"Es muy importante que Bielorrusia es ahora una extensión de Rusia desde el punto de vista militar. Lituania tiene 700 kilómetros de frontera con Bielorrusia, aunque no tengamos frontera directa con Rusia, sí la tenemos con Kaliningrado, territorio ruso. Letonia y Estonia también tienen frontera con Rusia. Nos sentimos como Berlín Oeste, rodeados por el agresor por todas partes", apunta el investigador lituano.
Misiles 'Iskander' en Kaliningrado
Los Bálticos son en esencia una península, conectada a Europa por el corredor de Suwalki, los 65 kilómetros de frontera entre Lituania y Polonia. Es uno de los puntos más vulnerables de la OTAN. Al oeste linda con Kaliningrado y al este con Bielorrusia. Desde 2018 en el exclave de Kaliningrado Rusia tiene desplegados misiles Iskander, capaces de portar cabezas convencionales y nucleares. Su alcance es de 500 kilómetros. Es decir, pueden llegar a Berlín.
Necesitamos que haya estabilidad en Kaliningrado... No se nos pasa por la cabeza reconquistarlo. Pero es otra razón por la que necesitamos más tropas"
linas kojala
"Necesitamos que haya estabilidad en Kaliningrado y para ello es necesaria la transparencia, nada fácil con Rusia. No queremos enviar un mensaje confuso. No tenemos idea de provocar ni enviar un mensaje inadecuado, no se nos pasa por la cabeza reconquistar Kaliningrado. Pero este exclave es otra de las razones por las que necesitamos más tropas. Hemos de mejorar nuestra defensa. Somos muy vulnerables: Kaliningrado, Bielorrusia, Rusia. Hemos de estar preparados para todos los escenarios aunque no parezcan realistas. No era realista la invasión de Ucrania hace un par de meses", apunta Kojala.
Con Polonia, un país que ha recobrado protagonismo a raíz de la invasión rusa, los lazos se han reforzado desde la anexión de Crimea, especialmente. "Hemos tenido fricciones pero estamos cada vez más cerca en cuestiones de seguridad, energía, transporte. Nos beneficia que haya soldados de la OTAN en Polonia. Nos protegen también. Estamos todos en el mismo barco con Polonia y no solo con Polonia, con todo el flanco oriental, hasta Rumanía", comenta el investigador lituano.
Atlantistas por encima de todo
Estos días varios dirigentes de la OTAN se han desplazado a los Países Bálticos para darles garantías de que en caso de ataque a un país aliado se aplicará el artículo 5, por el cual se activa la defensa coordinada de todos los miembros de la Alianza. "Defenderemos hasta la última pulgada del territorio de la OTAN", han reiterado el presidente de EEUU, Joe Biden, como lo hizo el jefe de la diplomacia de EEUU, Antony Blinken, en su viaje por los tres países bálticos. El presidente de Lituania, Gitanas Nauseda, subrayó que cualquier "agresión imprudente de Rusia conduciría a una Tercera Guerra Mundial", en alusión a un ataque a cualquiera de los aliados.
Es aquí donde la OTAN defiende su territorio, donde puede triunfar o fracasar. Es una cuestión de vida o muerte"
edgars rinkevics, ministro letón de exteriores
Por un lado, los dirigentes de las repúblicas bálticas se sienten más seguros que nunca antes en su historia por su pertenencia a la OTAN, pero también saben que es en estas tierras donde la OTAN se la juega frente a Putin. "Es aquí donde la OTAN defiende su territorio, donde puede triunfar o fracasar. Es una cuestión de vida o muerte para la OTAN. Por eso podemos aludir a la comparación con Berlín Oeste", señalaba Edgars Rinkevics, ministro letón de Exteriores en el Financial Times.
Recuerda el investigador lituano cómo en su país, que entró a la vez en 2004 a la OTAN y a la Unión Europea, el ingreso en la Alianza Atlántica era fundamental. Podrían haber renunciado, de haber sido necesario a formar parte del club europeo, pero la OTAN significa para Lituania y sus vecinos del Báltico una garantía de supervivencia. No quieren volver a los años 40. Desde el Báltico se entiende perfectamente por qué los ucranianos son cada vez más atlantistas. Ha sido Putin quién les ha convencido de que están mejor dentro de la Alianza que fuera.
Según Linas Kojala, "el artículo 5 es la columna vertebral de nuestra seguridad. Como disuasión un millar de soldados de la OTAN son suficientes. Pero ahora necesitamos más tropas porque se trata de tener capacidades de defensa también. No sabemos lo que hará en un par de años, o quizá en el próximo mes. Si las tropas de Bielorrusia avanzan hacia el oeste, ¿qué haremos? Espero que esto nos despierte. Hay que tener capacidad de defensa para evitar que pase. La guerra en Europa es la nueva realidad".
Coincide con esta visión la ministra estonia de Exteriores, Eva-Maria Limeets, que acaba de entrevistarse en Madrid con el jefe de la diplomacia española, José Manuel Albares. "Hay que seguir reforzando el flanco oriental de la OTAN, la capacidad de disuasión de la OTAN. En la última cumbre ya acordamos que Rusia es la principal amenaza para la seguridad euroatlántica".
Más capacidad defensiva en el flanco oriental
En 2017 la OTAN aprobó estacionar batallones multinacionales en las tres repúblicas ex soviéticas, formados por 1.000 efectivos en cada país. En la base de Adazi, en Letonia, hay 350 soldados españoles, a los que fue a visitar esta semana el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez.
En la última cumbre de la Alianza Atlántica, después de la invasión, se aprobó por primera vez la activación de la Fuerza de Respuesta, un grupo multinacional de 40.000 efectivos. De ellos 5.000 tendrían que estar listos para desplegarse de forma inmediata.
La presencia de tropas de EEUU y de la OTAN en general en los Bálticos se considera ahora una garantía de seguridad. Antes había 500 soldados en rotación en Lituania pero ahora se han enviado otros 400 efectivos a Letonia y 20 helicópteros Apache.
Como ha ocurrido en otros países, como es el caso de Alemania, las tres repúblicas bálticas se han comprometido a aumentar el presupuesto de defensa hasta el 2,5%, por encima del mínimo del 2% que requería insistentemente EEUU antes a todos los aliados.
Estamos muy cerca de Moscú. Y Rusia es imprevisible. No le importa saltarse los acuerdos internacionales"
eva-maria limeets, ministra estonia de asuntos exteriores
La ministra estonia de Exteriores decía este viernes que aún no sienten una amenaza militar directa pero que ven necesarios los refuerzos. Reino Unido ha duplicado su presencia en Estonia. "Estamos muy cerca de Moscú. Y Rusia es imprevisible. No le importa saltarse los acuerdos internacionales, como estamos viendo".
Hay quienes sí ven más probable que los Bálticos sufran ciberataques. De hecho, ya tienen experiencia. En Tallín, capital de Estonia, se ubica el Centro de Excelencia de la OTAN en Ciberdefensa, un bastión en la guerra híbrida. Estonia ha sido objetivo de ataques cibernéticos en el pasado y de ahí que tenga este papel tan sustantivo en la ciberguerra. En 2007 quedaron afectados varios ministerios, bancos y medios de comunicación. No está claro cómo ha de reaccionar la OTAN en casos así.
Si bien Putin esgrime que es la OTAN la que quiere llegar hasta sus puertas y que es una organización ofensiva, en realidad son todos estos países los que golpean a su puerta. Kojala señala cómo los rusos deberían preguntarse por qué nadie quiere una base militar rusa en su territorio, mientras que hay países, y los Bálticos son el mejor ejemplo, que solo respiran tranquilos si tienen bases de EEUU o sus aliados.
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