José Manuel Albares no consultó el histórico cambio de posición de España respecto al contencioso del Sáhara Occidental con los expertos del Ministerio de Asuntos Exteriores español que durante décadas han llevado el conocido como "dossier saharaui”, un asunto de Estado que se había mantenido inalterado durante 47 años. Así lo confirman a El Independiente fuentes del Ministerio, atónitas por el escoramiento total hacia las tesis marroquíes y los "errores de bulto" que se han perpetrado desde hace una semana.
La falta de un proceso de reflexión serio y profesional con las voces más autorizadas de la acción exterior española en este tema es un hecho que constatan otros miembros del cuerpo diplomático cuando ciñen la responsabilidad del apoyo abierto a la propuesta de autonomía marroquí a Albares, y "no a la diplomacia española". Fuentes diplomáticas, que exigen anonimato, insisten en que el objetivo de Albares era "superar la crisis con Marruecos cuanto antes". Un desenlace rápido que debía quedar escenificado con su visita y la de Pedro Sánchez a Rabat y el regreso a Madrid de la embajadora marroquí, célebre por sus beligerantes declaraciones contra España.
El ministro ha conseguido ambos propósitos pero a un coste inasumible, según las citadas fuentes: provocar una crisis, ahora con Argelia, socio energético de primer nivel; y unir a todo el arco parlamentario en su contra, incluido su socio de coalición, Unidas Podemos, con el que tampoco compartió el viraje de la postura pública de España. "Cuando el ministro vaya a Rabat el 1 de abril, solo llevará el apoyo de 120 diputados, los del PSOE. Y eso ha quedado totalmente visible", abunda un miembro del cuerpo diplomático.
Los tres errores
A su juicio, la acción de Albares no supera ni primero de Relaciones Internacionales. "El primer problema han sido las formas: segundo, no se puede enderezar una relación diplomática a costa de causar una crisis con un tercer país; y por último, resulta extremadamente problemático encontrarse absolutamente solo en el Congreso de los Diputados", esboza un destacado diplomático español.
En los pasillos de Exteriores, se atribuye la carta de Pedro Sánchez a Mohamed VI -filtrada parcialmente por la Casa Real marroquí, para sonrojo de la diplomacia patria- a “un proceso de consulta insuficiente”, llevado siempre con “oscurantismo”. “Y al final ha pasado lo que ha pasado”, alegan. El desenlace aún escuece entre el cuerpo diplomático. Resultó humillante, con el Gabinete Real de Mohamed VI haciendo de portavoz de la acción exterior española.
“Albares no conoce el dossier, el presidente tampoco”, agregan. A los principales expertos del mismo en el propio ministerio, donde se reúnen 47 años de diálogos y encontronazos con Marruecos, no se les requirió ni se les preguntó, con la excepción de Miguel Ángel Moratinos, que ahora alaba en público la figura del titular actual.
Moratinos, ex ministro de Exteriores en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero, es desde 2008 un firme defensor del plan autonomista para el Sáhara Occidental presentado por Marruecos, como ya entonces filtró Wikileaks y hoy reconoce él abiertamente. "El problema de Moratinos es que está alejado del día a día. Vive en Nueva York y desempeña el cargo de Alto Representante de la ONU para la Alianza de Civilizaciones", responde un miembro de Exteriores. "Este dossier necesita estar en España siguiendo la evolución y viendo qué ha sucedido tras el reconocimiento de la marroquinidad del Sáhara por Donald Trump", añaden.
Moratinos, su actual valedor
En declaraciones a este diario, Moratinos ofrece una defensa cerrada de Albares, cada vez más cuestionado en el propio seno del ministerio. "Trabajó conmigo cuando yo era ministro y fue un excelente colaborador", reconoce. Otras fuentes en el Ministerio arrojan una versión distinta de su pasado en común. "Moratinos no le soportaba", apuntan. Ahora, en cambio, son todo elogios. "Albares le está dando un nuevo impulso a la política exterior española y está actuando con enorme éxito, muy de acuerdo con lo que yo haría si estuviera en su lugar. Hay cuestiones bilaterales tradicionales que está abordando y también trabaja en los desafíos del siglo XXI", dice el ex ministro.
Albares es una calamidad, una catástrofe, asevera un embajador retirado
Una loa que contrasta con el ruido, cada vez más insistente, que emana del círculo diplomático, indignado y preocupado por las capacidades de Albares para el cargo. "Albares es una calamidad, una catástrofe", asevera un embajador retirado. El giro copernicano de la última semana prueba, a juicio de sus detractores, que sus impulsos y decisiones le incapacitan para el puesto y están causando un grave daño a los intereses de España.
"El clima en Exteriores es de auténtico terror. Adolece de criterio; grita; no delega; quiere ocuparse de todo. Está utilizando criterios muy poco profesionales. Meter criterios de partido resulta muy complicado", responde otro importante ex alto cargo del Ministerio, contactado por este diario. "El hecho es que Albares es fundamentalmente un hombre de partido", aduce. "No tiene experiencia ni carácter", indica otro diplomático.
En los pasillos de Exteriores, se atribuye la carta de Sánchez a Mohamed VI a “un proceso de consulta insuficiente”, llevado siempre con “oscurantismo”
"Desde muy joven se afilió al PSOE. Se peleaba con todo el mundo. Tenía ansias de figurar", añade esta voz, al tanto de la trayectoria del ahora ministro. Uno de los consultados recurre a la literatura para explicar la metamorfosis de Albares: a una persona no se la conoce hasta que se deposita sobre sus hombros el manto púrpura del poder.
Purga en Exteriores
El actual jefe de la diplomacia española llegó al cargo en julio, tras un convulso año y medio de Arancha González Laya, una outsider -experta en comercio internacional- que no fue bien recibida por la carrera diplomática. Su falta de conocimiento de los entresijos del Ministerio; su fracaso al tratar de ganarse simpatías en la carrera; y la crisis diplomática abierta con Marruecos a propósito de la llegada a España por motivos médicos del líder del Frente Polisario, Ibrahim Ghali, precipitaron su final. Fue, no obstante, el affair Ghali lo que terminó costándole la cartera.
Quiso prescindir de todos aquellos por encima de él, que tenían más criterio y experiencia
Desde su ascenso, comentan las fuentes consultadas, Albares ha ido relevando a directores generales y otros altos cargos del Ministerio con el propósito -deslizan- de que los más veteranos y baqueteados en el oficio no pudieran hacerle sombra. "Quiso prescindir de todos aquellos por encima de él, que tenían más criterio y experiencia y que lo apoyaron en su carrera. Ahora ha optado por rodearse de gente más joven, muy cualificada pero que, si hubieran tenido unos años más de experiencia, estarían más capacitados para tomar determinadas decisiones", indica uno de ellos.
LA PLACA DEL "MINISTRO DON JOSÉ MANUEL". Sucedió el pasado enero. Exteriores inauguró su nueva sede central, en un inmueble rehabilitado en la plaza del Marqués de Salamanca. En el acto se descubrió la placa que ilustra estas líneas. En el rótulo el ministro aparece identificado como "don José Manuel Albares Bueno" mientras a Felipe VI se le menciona como "Su Majestad el Rey" sin más, sin el habitual "S.M. el Rey Felipe VI".
La ley de administración del Estado, la respuesta
Fuentes del gabinete de Albares, preguntadas por este diario, han defendido su política de relevos al frente del Ministerio. “A nadie debería sorprenderle que sea el ministro, junto a su equipo directivo, quien se interese, guíe y verifique los aspectos que afectan al ministerio que tiene encomendado. Lo que debería sorprender sería que no lo hiciera, en dejación de las funciones que tiene encomendadas”, alegan.
Para ello toma las decisiones necesarias y sitúa a cada persona allí donde da el mejor rendimiento para alcanzar esos objetivos
Su objetivo, recalcan, es "dirigir y orientar la acción del ministerio para obtener el mejor resultado para España, defendiendo sus intereses y proyectando sus valores y dando a los ciudadanos españoles el mejor servicio en el exterior". "Para ello toma las decisiones necesarias y sitúa a cada persona allí donde da el mejor rendimiento para alcanzar esos objetivos. Como en cualquier organización cuando se realizan reformas o cambios, la consecuencia inevitable es la aparición de personas que no están de acuerdo con esos cambios, especialmente si se ven directamente afectadas".
En su defensa, desde Exteriores remiten a este diario "los artículos 60 y 61 de la ley de régimen jurídico de la administración del Estado" en los que se enumeran las atribuciones de un ministro, entre otras, "determinar y, en su caso, proponer la organización interna de su Ministerio, de
acuerdo con las competencias que le atribuye esta ley".
"El ministro mantiene, además, encuentros periódicos con los sindicatos a quienes también pueden utilizar como fuente a la hora de valorar su gestión". El representante de UGT en el Ministerio ha sido especialmente activo en vindicar la labor de Albares. En sus circulares, difundidas a todos los funcionarios del ministerio, no ha dudado en atacar con nombre y apellidos a otros altos cargos, precisamente los que Albares hizo caer en desgracia.
La cuestión saharaui como síntoma
Su decisión de no delegar y de rehuir el consejo de otras generaciones de Exteriores conecta con los acontecimientos de la última semana, con el trasfondo del Sáhara y la renuncia a la neutralidad y el derecho a la legalidad internacional y las resoluciones de la ONU que han guiado hasta ahora la acción exterior española. "Si en una organización humana ejerces el poder de manera vertical y no horizontal, tiendes a equivocarte más", arguyen. "Lo suyo es mezclar veteranía y juventud. La juventud aporta nuevas maneras de ver la realidad. La veteranía, en cambio, da la fuerza de los años. Al prescindir de la segunda, se elimina la posibilidad de reaccionar bien ante las crisis".
Entre "los fallos de bulto" de esta última semana, las fuentes citadas mencionan no haber tenido en cuenta "la variable argelina" -Argel ha llamado a consultas a su embajador en Madrid y está por ver si existe alguna reacción en el suministro de gas-; las vías que deben establecerse entre dos diplomacias; y la actual coyuntura, marcada por la guerra en Ucrania y los nubarrones sobre el actual mapa energético. Una sucesión de errores, de categoría histórica, que coloca a España en una situación de extrema debilidad frente al vecino alauí.
Me da la sensación de que si Albares hubiera consultado más extensamente, los errores que se han cometido nos los habríamos ahorrado
Las flaquezas propias han sido convenientemente analizadas por otros países, incluido Argelia. "España eleva así el chantaje de los flujos migratorios organizados y el desamparo humano, al nivel de arma diplomática preferente en las relaciones entre los Estados", señala el ex embajador de Argelia en Madrid, Abdelaziz Rahabi, en una esclarecedora tribuna de opinión que publica este sábado este diario. Argelia, promete Rahabi, no usará las mismas armas del chantaje migratorio pero quien sabe si otros Estados lo harán o incluso Argelia en otras circunstancias.
"Me da la sensación de que si Albares hubiera consultado más extensamente, los errores que se han cometido nos los habríamos ahorrado. Hoy el PSOE está absolutamente solo", lamenta un diplomático. De su pasado, algunos en el Ministerio recuerdan su pertenencia a los bautizados como Carbonarios, un grupúsculo del ministerio de Exteriores que tomaba su nombre de la sociedad secreta fundada en Nápoles en el siglo XIX, que perseguía derrocar el absolutismo monárquico, implantar los principios del liberalismo y la elaboración de una constitución.
Conspiraban continuamente. Hacían todas las jugarretas que podían, recuerda un diplomático
"Conspiraban continuamente. Hacían todas las jugarretas que podían", rememora un diplomático que le trató en aquella época. En tiempos del PP, no fue relevado de su puesto como subdirector para asuntos africanos por petición expresa de Alfredo Pérez Rubalcaba. "Lo que hacía era papeles para el PSOE", dicen gráficamente.
Quien le conoce habla de Albares como "un tipo pagado de sí mismo" que cortejó a Sánchez hasta que logró su objetivo: dirigir la diplomacia española. A la tercera -Borrell y Laya- llegó la vencida. "Lo que me sorprendió es que no lo nombraran en primera vuelta porque se había pasado la vida detrás de Sánchez", responde un ex alto mando de Exteriores, no sin malicia.
En los últimos meses ha prohibido tajantemente a embajadores y otros cargos del Ministerio hablar con los medios de comunicación. Solo Albares puede tratar con la prensa. Hasta hace una semana disfrutaba de una ronda de medios en la que se explayaba sobre Ucrania y la respuesta a Rusia. Desde hace ocho días, sin embargo, la sensación de confusión es total en las embajadas, donde tratan aún de descifrar el cambio de posición.
Lo que me sorprendió es que no lo nombraran en primera vuelta porque se había pasado la vida detrás de Sánchez
La sobreexposición y obsesión de Albares por controlarlo todo ha sumido al Ministerio en la inoperancia, confirman las fuentes consultadas. "El Ministerio está paralizado. Viaja sin parar y quiere estar en todos lados. No se hace nada ni se toman decisiones sobre nada. Todo tiene que pasar por el gabinete", confiesan.
La cuestión del Sáhara solo ha exhibido con total crudeza las flaquezas que muchos ya sabían de puertas hacia dentro: su opacidad; su solitaria toma de decisiones, solo coordinada con Sánchez y la camarilla de funcionarios y algún fichaje externo que le rodean y agasajan; y una temeraria incapacidad para medir las consecuencias de sus acciones. "A medida que sus limitaciones le hagan cometer errores, perderá el favor de Sánchez", vaticina un diplomático.
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