Comencemos por el principio: ¡muchas felicidades, Charlotte! La única hija de Kate Middleton y el príncipe Guillermo, duques de Cambridge, cumple hoy siete añitos. Y, como ya es tradicional en el Reino Unido, su madre publicó ayer por la tarde nuevas fotos de la pequeña que había tomado ella (es decir, Kate). En ellas aparece una Charlotte muy sonriente con el pelo suelto, un jersey azul de punto (según el Daily Mail, es de Ralph Lauren) y sentada en medio de un prado de flores (básicamente, campanillas malva). En algunas de las instantáneas está acompañada de la nueva mascota de la familia: una cocker spaniel negra llamada Orla.
Según se ha podido saber, las tres fotos fueron tomadas durante el fin de semana en Anmer Hall, la mansión campestre que los Cambridge tienen en el condado de Norfolk. Es la primera vez que Orla aparece en una foto oficial y que se hace público su nombre: al parecer, es un regalo que les hizo James Middleton, el hermano de Kate, en verano del 2020. Orla llenó así el hueco que había dejado Lupo, el spaniel que Kate y Guillermo tenían desde el 2012 y que, desgraciadamente, murió en noviembre del 2020.
A través de las simpáticas imágenes, hemos podido comprobar lo grande que está ya Charlotte, nacida el 2 de mayo del 2015 en la ultraprestigiosa Lindo Wing del hospital St. Mary's de Londres, el mismo lugar donde había nacido su padre y su tío, el príncipe Harry. La pequeña pasó los primeros años de vida entre Londres y Anmer Hall, y sus padres intentaron que la fotografiaran lo mínimo posible, lo que les acarreó numerosas críticas de la opinión pública, que quería ver más a los pequeños Cambridge. Pero Kate y Guillermo no cedieron y tan sólo en el bautizo (en julio del 2015) y en alguna foto puntual la pudimos ver al principio. Tan sólo se pudo fotografiar varios días seguidos cuando protagonizó su primer viaje oficial: fue en Canadá, en septiembre del 2016. Y ni tan siquiera entonces los fotógrafos pudieron tener todo el acceso a los principitos que hubieran deseado.
A Charlotte la veíamos con cuentagotas, aunque su madre, Kate Middleton, iba publicando fotos que ella misma tomaba de los pequeños. Así pudimos ver a Charlotte en su primer día de clase en la guardería (acudió a la Willcocks Nursery School), en enero del 2018. Iba vestida con un precioso abrigo rojo con zapatos merceditas a juego. También la vimos cuando nació su hermano pequeño, Louis, en abril del 2018; cuando se casó su tía Pippa y en la boda de su tío Harry con Meghan Markle. Cada año, además, aparecía en el balcón de Buckingham en el día del Trooping de Colour.
Durante la pandemia, sin embargo, comenzó a adoptar más protagonismo. La vimos aplaudir a los sanitarios junto a sus hermanos y también llevando comida a varios hogares donde vivían personas muy mayores (al parecer, ella misma había hecho la pasta que distribuyó). Últimamente la hemos visto en la abadía de Westminster para el servicio religioso en honor del duque de Edimburgo y en la misma de Semana Santa a la que acude la familia real en la capilla de San Jorge en Windsor.
Actualmente, Charlotte está matriculada en Thomas's, una prestigiosa escuela preparatoria de Battersea, en el sudoeste de Londres. El año que viene está previsto (o, la menos así asegura la prensa británica) que se cambie al exclusivo colegio donde ya va su hermano mayor, George, en el condado de Berkshire.
Kate Middleton y Guillermo se cambian de casa
Lo que nos lleva a la segunda noticia del día: como ya comentamos en su día en El Independiente, los Cambridge están pensando seriamente en cambiar de aires o, al menos, de residencia. Ahora que la reina de Inglaterra está prácticamente recluida en Windsor por problemas de salud y que se han reducido al mínimo sus apariciones públicas, se espera que los Cambridge y sus hijos adquieran progresivamente un mayor protagonismo en actos públicos. Kate y Guillermo habrían decidido trasladarse de su apartamento en el palacio de Kensington a algún lugar cerca del castillo de Windsor para estar cerca de la reina y, también, de los padres de ella, Carole y Michael Middleton, que viven en el cercano condado de Berkshire. Semejante traslado permitiría a la pareja estar lo suficientemente cerca de Londres como para desplazarse regularmente para actos oficiales (Windsor está a una hora en coche), pero lo suficientemente lejos como para asegurar una infancia estable y relativamente normal a sus hijos.
Hasta ahora, la familia se desplazaba siempre que podía a Amner Hall, en Norkfolk, pero el lugar está demasiado alejado de Londres como para poder instalarse allí permanentemente. Por lo que se ha hecho público, los Cambridge llevan meses mirando casas y en un primer momento se pensó que podrían instalarse en Frogmore House, dentro del parque de Windsor. Pero el lugar, al parecer, necesita muchas reformas y los Cambridge no parecen dispuestos a gastarse un dineral en obras. Los rumores apuntan ahora a Adelaide Cottage, una preciosa residencia propiedad de la corona situada a tan sólo diez minutos andando del castillo de Windsor. El lugar, construido originalmente en 1831 y bautizada así en honor a la reina Adelaida, esposa de Guillermo IV, ha sido renovado recientemente y actualmente se utiliza como residencia de invitados para amigos y familiares de la reina Isabel II.
Los Cambridge quieren una vida familiar tranquila, estable y, a poder ser, alejada de miradas curiosas y de cortesanos de Buckingham. No hay nada que les guste más que pasar el rato con sus hijos y el propio Guillermo ha reconocido recientemente que su momento favorito del día es por las mañanas, cuando sus hijos cantan y bailan en la cocina mientras esperan el desayuno. Charlotte es una apasionada del ballet, aunque al parecer también disfruta bailando el Waka Waka de Shakira.
Meghan Markle fracasa en Netflix
Todo parece, pues, irles bien a los Cambridge. Por el contrario, los Sussex, Harry y Meghan no pueden decir lo mismo. Sobre todo ella, que se acaba de llevar un buen revés profesional.
Como se anunció hace meses, Harry y Meghan siguieron los pasos de Meghan y Harry y firmaron un contrato multimillonario con Netflix para producir documentales y series (se llegó a publicar, aunque no se ha podido confirmar, que fue un acuerdo de 100 millones de dólares). Sin embargo, así como Michelle y Barack han creado producciones de muy alto nivel (uno de los documentales que produjeron, American Factory, incluso se llevó un Óscar), Harry y Meghan aún no han creado nada a pesar de que en otoño del 2020 crearon su propia productora, Archewell Productions. Se sabe que un equipo de grabación los está siguiendo últimamente allá donde van (supuestamente para hacer un documental sobre los Invictus Games), pero Meghan no ha firmado aún ninguna producción propia.
Se acaba de hacer público que Netflix ha decidido cancelar Pearl, una serie de dibujos animados impulsada por Meghan que no ha llegado ni a la fase de desarrollo. Netflix no pasa por el mejor momento dada la bajada de subscriptores y el gigante ha decidido parar algunas producciones en fase de pre-producción.
Ha sido sin duda un duro golpe para Meghan, que había anunciado a bombo y platillo su nueva serie en julio. Iba a tratar de una niña de doce años que tenía que ir superando escollos en su día a día y que iba a mezclar realidad y ficción. Se dijo que Meghan ejercería de productora ejecutiva y que David Furnish, marido de Elton John, sería el otro productor.
Pero no va a poder ser. Meghan no está pasando por su mejor momento profesional.
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