Macarena Olona, Macarena de Salobreña o de donde haga falta, no deja de fabricarse últimamente unas identidades flamencas, toreras, aceituneras, bodegueras, guitarreras, sacromonteñas, claveleñas y acretonadas. Yo creo que, más que presentarse a las elecciones andaluzas, va a montar un tablao o un espectáculo de carromato en Japón, en Ámsterdam o en el metro de Londres, donde yo me la imagino cantando con gafas de Martirio un flamenquito de sobre, enyesado y jotero, de paya malaje. Esta gente de Vox está tan obsesionada con las identidades (casi tanto como la izquierda) que sin el traje identitario se siente desnuda, como se sentiría desnuda una miss regional. Hasta que no se visten de fallera, de maragato, de mayoral, de Curro Jiménez españolazo, de Marisol flamenca o de torero de paquete con voluta, simplemente no saben qué ser, dónde ponerse ni de qué hablar. Bueno, y ni vistiéndose. Macarena de Salobreña, la verdad, lo que parece es el nombre de una torera de Wisconsin.
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