El Banco de Rusia ha decidido recortar en 150 puntos básicos el tipo de interés de referencia, que se situará así en el 9,50%, igual que antes del comienzo de la invasión de Ucrania a finales del pasado mes de febrero, después de detectar una ralentización mayor de lo esperado en la inflación y un deterioro de la economía de menor intensidad de lo previsto.
Asimismo, la institución señala que evaluará la necesidad de una reducción adicional de los tipos de referencia en sus próximas reuniones.
El Banco de Rusia se vio forzado el pasado 28 de febrero a subir los tipos de interés desde el 9,50% al 20% para responder con urgencia al impacto sobre la inflación y la estabilidad financiera del país de las sanciones internacionales impuestas por Occidente tras la invasión de Ucrania.
En su análisis, la institución presidida por Elvira Nabiullina reconoce que el entorno externo de la economía rusa sigue siendo desafiante y limita significativamente la actividad económica, aunque destaca que la inflación se está desacelerando más rápido y la disminución de la actividad económica es de menor magnitud de lo que se esperaba en abril.
En este sentido, apunta que los datos recientes sugieren que las tasas de crecimiento de los precios en mayo y principios de junio han sido bajas como resultado de los movimientos del tipo de cambio del rublo y la disminución del aumento de la demanda de los consumidores en el contexto de una marcada caída en las expectativas de inflación de los hogares y las empresas.
Según las previsiones del Banco de Rusia, dada la orientación actual de la política monetaria, la inflación anual oscilará entre el 14% y el 17% en 2022, descenderá a un rango de entre el 5% y el 7% en 2023 para regresar al 4% en 2024.
No obstante, el banco central euroasiático advierte de que la combinación de riesgos creada por el entorno externo puede producir efectos tanto proinflacionarios como desinflacionarios, añadiendo que un empeoramiento de las condiciones del comercio exterior y de las restricciones financieras puede tener un efecto proinflacionario, lo que conduciría a una caída del potencial de la economía rusa más pronunciada de lo previsto.
Asimismo, considera que las restricciones del lado de la oferta pueden fortalecerse por una reposición lenta de las existencias de productos terminados, materias primas y componentes en caso de tendencias persistentemente negativas en las importaciones, mientras que la materialización de los crecientes riesgos de una recesión mundial podría, a su vez, debilitar aún más la demanda externa de exportaciones rusas.
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