Entramos ya en la campaña catalana en la fase de la propuestas de humo que son las que se hacen para no concretar demasiado las intenciones reales de los partidos, de modo que puedan seguir captando el apoyo de los electores todavía dudosos.
En este vicio caen todos ellos, desde el estrafalario Puigdemont, al que ahora le da por vender como cosa muy atractiva el desafío que él cree que puede plantear al Poder Judicial español si su partido resultara vencedor en las próximas elecciones y él respaldado como futuro presidente. Cree el ex presidente fugado que el juez va a enmudecer ante semejante reto popular y va a retroceder en su propósito de meterlo en la cárcel por toda la serie de presuntos delitos, más alguno más que ha cometido fugándose, por los que ya está entre rejas el que fue su vicepresidente Oriol Junqueras. Lo que está intentando colocar a sus muy crédulos y muy fanatizados seguidores es que sus votos van a imponer que él no sólo no sea encarcelado sino tampoco procesado. ¿Por qué? Porque habrá sido elegido por el poble y ante el poble no hay juez que valga ni ley que se pueda enfrentar. Y aún habrá quien se lo crea. Lo que es seguro es que el ex presidente fugado podrá, una vez detenido en cuanto ponga un pie en territorio español, ser trasladado a la sede del parlamento catalán para jurar su cargo de diputado y, eventualmente, votar en la sesión de investidura pero acto seguido volverá a su celda como dos y dos son cuatro. Eso debería tenerlo muy claro, y seguramente lo tiene, pero opta por hacer una de esas ofertas de humo con las que encandilar a sus seguidores.
Es tiempo de propuestas de fantasía para eludir comprometerse antes de que las urnas hablen
Ahora ha aparecido otra modalidad, ésta en el sector constitucionalista, y encarnada tanto por Inés Arrimadas como por la dirección del PSOE, lo que solemos denominar "Ferraz". A la candidata de Ciudadanos se le ha ocurrido decir ayer ante el auditorio del Círculo de Economía de Barcelona que, si gana estos comicios, intentará formar un gobierno "alternativo y transversal" que incorpore a "profesionales independientes de fuera de la política que sean buenos gestores, que digan la verdad y con propuestas realistas y realizables". Otra promesa de humo. En las circunstancias que se vive ahora mismo en Cataluña, la posibilidad de que la líder de Ciudadanos conforme un gobierno con tecnócratas o, en cualquier caso, con gentes de fuera de la política, pertenece al género de la ciencia ficción. No hay nadie, ni ella tampoco, que se crea que ese gobierno hipotético obtendría el apoyo de los demás partidos políticos constitucionalistas y, con mucho menor motivo, el de las formaciones secesionistas. Ésa es una propuesta de fantasía que sólo tiene por objeto eludir comprometerse antes de que las urnas hayan hablado y llegue el momento de medir de verdad con cuántas fuerzas cuenta cada uno de los numerosos aspirantes a presidir la Generalitat que, hasta el momento, parecen ser todos menos García Albiol, del PP, y el candidato de la CUP, Carles Riera, que son conscientes de que no tienen ninguna opción de aspirar a ocupar el cargo de Molt Honorable.
En la misma tentación ha caído ayer la dirección del PSOE que, desde la calle Ferraz en Madrid, le dibujaba al candidato socialista Miquel Iceta una propuesta de gobierno ideal al estilo, dijeron, del gobierno Monti, el primer ministro italiano en 2011. El ejemplo no podía haber sido más desgraciado: Mario Monti duró al frente de su gobierno exactamente 17 meses porque, al frente de un equipo técnico de transición, perdió el apoyo parlamentario que le había prestado durante ese tiempo demasiado breve Silvio Berlusconi y su grupo parlamentario. Además de que la situación crítica de Italia tenía unos componentes de amenaza de hundimiento económico que, de momento, no se dan todavía en Cataluña, y de que Mario Monti fue llamado por el presidente de la República en atención a su brillantísimo currículum como economista y comisario europeo, el posible gobierno que pudiera formar Iceta no se podría sustentar de ninguna manera, igual que le pasaría a Arrimadas, sobre un grupo de expertos independientes. Porque, en el caso inverosímil de que obtuviera los apoyos para esa fórmula, iba a durarle ese gobierno menos que al italiano. Otra propuesta de humo. Todas ellas ideas delirantes y de todo punto insostenibles.
Y no es que no quieran, que tampoco quieren, es que no están en condiciones decir en quién o quienes se apoyarán ni a quién o quienes darán a su vez su apoyo. Es que los datos que ofrecen los sondeos dejan tan abiertos los márgenes del resultado final que no pueden materialmente afinar más apuesta que la suya propia. Para lo demás, todos estarán a ver como quedan las cosas.
Por eso es recomendable no creer de ahora en adelante nada de lo que nos diga ninguno de ellos sobre posibles acuerdos post electorales. Porque la realidad es que todo, hasta lo más indeseable, es posible tras estas elecciones.
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