El Gobierno está de zafarrancho, Pedro Sánchez está de zafarrancho, repartiendo monedas gordas con su cara de Marco Antonio, leche en polvo para un pueblo como otra vez poliomielítico y parches para la economía como parches para los codos o para los ojos. Sánchez no deja de palear ayudas y millones, planes anticrisis sobre planes anticrisis igual que zurcidos sobre zurcidos, que siempre nos atropella uno nuevo sin que hayamos visto las bondades del anterior. Es como si Sánchez presumiera de rumboso con un banquete circular que sólo se nos hace pasar por delante, en procesión de platos, sin que podamos catarlo y cada vez con más retortijones de hambre y frío. Los economistas discutirán si las medidas son efectivas o sólo efectistas, pero a mí lo que me hace sospechar es la motivación. Quiero decir que las nuevas medidas hemos visto que no son una reacción a la crisis mundial sino a la crisis del PSOE, y por tanto el objetivo no es salvar al país sino salvar al PSOE. Cueste lo que cueste y quede España como quede, hecha un hospicio o hecha unos zorros.
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