Unos 22 millones de toneladas de grano, procedentes de la cosecha récord del año pasado, continúan almacenados en silos del puerto de Odesa junto a decenas de barcos. La guerra declarada el pasado febrero también ha hecho estragos en las exportaciones de cereales en Ucrania, uno de los principales graneros del mundo. Kiev y Moscú, con la mediación de Turquía y la ONU, podrían dar por cerrados esta semana meses de batalla por el grano que amenaza con extender el hambre por el planeta.
El encuentro a cuatro el pasado miércoles en Estambul concluyó con avances, pero sigue suscitando dudas razonables en mitad de un conflicto que se encamina hacia su quinto mes sin visos de resolución, con la artillería de ambos bandos golpeando la geografía del país. “Por desgracia Rusia no cumple lo que promete. No sé cómo confiar en un alto el fuego y en cualquier otro compromiso adicional viniendo del lado ruso”, desliza en conversación con El Independiente Olga Trofimtseva, ex ministra de Asuntos Exteriores de Ucrania y experta en política agrícola.
Las estadísticas ofrecen nítidamente un balance del efecto que la contienda, inaugurada el 24 de febrero, ha causado en uno de los motores económicos de Ucrania, uno de los mayores exportados mundiales de trigo, maíz y aceite de girasol: antes del conflicto, el país exportaba mensualmente entre 6 y 7 millones toneladas de grano. En el último mes, sin embargo, la cifra se redujo a 2,2 millones de toneladas, según datos de la asociación sectorial ucraniana. Con la nueva temporada de cosechas arrancando este mes, el temor era qué hacer con las toneladas que la guerra ha dejado varadas en Odesa.
Acusaciones cruzadas
“La realidad hoy es que los puertos ucranianos siguen cerrados y Rusia continua usando la crisis alimentaria como una oportunidad para chantajear al planeta”, denuncia en declaraciones a este diario el economista ucraniano Serhiy Fursa. Ambos bandos en liza se han acusado mutuamente de haber ocasionado el bloqueo. Según Moscú, la principal razón de la parálisis que reina en las exportaciones son las minas plantadas por Ucrania en los puertos. Para Kiev, en cambio, la responsabilidad es rusa por haber dificultado el tránsito de los barcos con la intención de convertir la hambruna en África y Oriente Próximo en un arma para desestabilizar la economía mundial.
Ucrania ha acusado, además, al Kremlin de haber institucionalizado el robo del grano ucraniano, enviando decenas de barcos en dirección a países aliados en Oriente Próximo como Siria. “Existen informes creíbles del robo que ha acometido el ejército ruso en las zonas temporalmente ocupadas de Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporizhzhia. Han trascendido testimonios, pruebas e incluso imágenes satelitales que confirman que los ocupantes rusos se han hecho con más de 600.000 toneladas de grano y lo están vendiendo a otros países”, estima Trofimtseva.
La realidad hoy es que los puertos ucranianos siguen cerrados y Rusia continua usando la crisis alimentaria como una oportunidad para chantajear al planeta
Serhiy Fursa, ECONOMISTA UCRANIANO
Sin alternativa clara
El 90 por ciento de todas las exportaciones se realizan a través del mar Negro. En los últimos meses, las autoridades ucranianas han tratado de buscar alternativas. Rumania ha reabierto una vía férrea de tiempos soviéticos para conectar el puerto de Galati, a orillas del Danubio, y permitir la salida de las exportaciones ucranianas procedentes de Moldavia. En tal coyuntura Constanta, el mayor puerto de Rumania con la principal terminal de carga rápida de cereales de Europa, ha procesado cerca de un millón de toneladas de grano ucraniano desde febrero. En busca de otras opciones, Estados Unidos ha abierto la puerta a construir silos temporales en la frontera con Polonia.
Ninguna de las opciones alternativas puede, según los expertos, solventar en un breve lapso de tiempo el bloqueo. El transporte por carretera en un país en el que la guerra se ha cebado con las infraestructuras tampoco puede asumir el relevo. “Desde el comienzo de la agresión rusa en Ucrania, nuestras cadenas logísticas tradicionales se han roto. Antes de la guerra, Ucrania exportaba mensualmente entre 5 y 6 millones de toneladas de productos agrícolas; el 90% de este volumen se exportaba desde los puertos marítimos del Mar Negro y del Mar de Azov. Lamentablemente, debido a la guerra y al bloqueo de las rutas marítimas por parte de Rusia, ahora sólo podemos utilizar la logística por carretera, ferrocarril y a través de los puertos del río Danubio”, arguye Trofimtseva. Unos recursos limitados que plantean nuevos retos.
Acuerdo en Estambul
Para quebrar el statu quo, Turquía -que mantiene abiertos los canales con ambos países- planteó la alternativa de crear unos corredores seguros para las exportaciones de grano. Una opción que abarataría los costes actuales y permitiría ir reduciendo las reservas de cereales en plena cosecha. El pasado miércoles la reunión de militares ucranianos y rusos en Estambul, con la participación de Turquía y la ONU, acabó con ciertas esperanzas.
Los cuatros implicados se emplazaron para mañana miércoles con la misión de culminar un acuerdo que implica el establecimiento de puestos de control conjuntos para examinar las cargas y un centro de coordinación en Estambul en el que participarán funcionarios de los tres países y la ONU para garantizar la navegación segura por el mar Negro. "Es una cuestión de vida o muerte para muchos seres humanos. Y la cuestión es que Rusia tiene que desbloquear y permitir la exportación del grano ucraniano", declaró este lunes Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, antes de una reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la UE. Está previsto que sea una de los asuntos que abordarán este martes Putin y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, en el encuentro que mantendrán ambos en Teherán.
La cosecha de este año es la más difícil de la historia moderna del país. Los agricultores ucranianos sembraron bajo los bombardeos, en zonas ocupadas y minadas
Olga Trofimtseva, ex ministra de Asuntos Exteriores de Ucrania y experta en política agrícola
Las conversaciones, subraya Trofimtseva, “tienen que resolver una serie de detalles logísticos”, entre ellos, cómo proteger el puerto de Odesa, el mayor de Ucrania, de los ataques rusos o qué patrullas extranjeras vigilarán los cargamentos. Las consecuencias de la guerra ya se han reflejado en la propia cosecha. “La de este año es la más difícil de la historia moderna del país. Los agricultores ucranianos sembraron bajo los bombardeos, en zonas ocupadas y minadas”, rememora la experta. “Se han terminando cultivando 13,3 millones de hectáreas, lo que supone más de 3 millones de hectáreas menos que en 2021. Es evidente que vamos a tener menos rendimiento de grano”, añade.
Se ha perdido el 30% de la tierra cultivable en los territorios ocupados por Rusia
Según las primeras estimaciones, Ucrania cosechará entre 48 y 50 millones de toneladas de cereales y 15 millones de toneladas de semillas de girasol. “Se ha perdido el 30% de la tierra cultivable en los territorios temporalmente ocupados por Rusia, las hostilidades en curso y el saqueo de los cereales”, advierte Trofimtseva. Los progresos de las negociaciones han abierto una frágil esperanza. “Aún hay trabajo técnico por hacer”, reconoció la semana pasada el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. “Pero la coyuntura es clara y soy optimista”, esbozó. “Al final, el objetivo de todas las partes es que no solo sea un acuerdo entre la Federación Rusa y Ucrania sino un pacto para el mundo”, agregó.
La reapertura de los puertos ucranianos, si finalmente se consigue, aliviará una coyuntura internacional cada vez más difícil, con los precios de la energía y los alimentos en el centro del rápido deterioro económico. “Contribuirá a reducir los precios de los productos agrícolas en todo el mundo, lo que repercutirá positivamente tanto en los países de África, donde se concentran los compradores tradicionales del grano ucraniano, como en otros países del mundo, incluida Ucrania”, pronostica Fursa.
“Permitirá, además, a Ucrania aumentar considerablemente sus exportaciones y que sus agricultores puedan ganar dinero y afectará a la cosecha del próximo año, que es importante tanto para la seguridad alimentaria mundial como para la economía ucraniana”, concluye el economista.
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