Ramón García en pleno apogeo, dos pueblos españoles enfrentados retumbaban en las gradas animando a sus compatriotas, obstáculos convertidos en pruebas para ganar puntos acompañaban al calor del verano y todo unido en un programa televisivo darían rienda suelta al mayor entretenimiento audiovisual durante más de once años. Parecía que el Grand Prix, tras su segunda oportunidad, llegaba para quedarse, pero no se dio.
Su historia se remonta a 1988. En el exterior de los estudios de Prado del Rey se levantaba un gran decorado que simulaba un crucero con un capitán llamado Ramón García (Bilbao, 1961). Allí, al aire libre, se intentaba reproducir aquel desaparecido Eurovisión de pruebas surrealistas, Juegos sin Fronteras, junto a otras televisiones europeas bajo el mando de Guillermo Summers, Daniel Vindel e Isabel Gemio, llegando a mantenerlo en antena hasta 1992. Pero 3 años más tarde, TVE decide emitir en su lugar un formato idéntico solo para España. Así es como nace Cuando calienta el sol, un 17 de julio de 1995, el primer torneo entre pueblos de menos de 5.000 habitantes en España. Pero el concurso no lució como se esperaba, y Europroducciones aprendió de los errores para mejorar el producto, y bajo los mismos cimientos, dieron forma al programa más recordado de la historia veraniega de Televisión española, El Grand Prix del Verano.
El aditivo de crear una sintonía pegadiza que impregnara el ambiente festivo que merecía el formato y que no tuvo Cuando calienta el sol les destinó al rotundo éxito. Aún a día de hoy es dífícil escapar de la melodía que se entonaba al comienzo del espacio: "En el campo y en la playa hace calor. Y la gente se pasea en bañador". Imposible escapar.
Tras ello se presentaban a los pueblos contrincantes. Estos debían tener una población inferior a los 50.000 habitantes, que se enfrentarían a varias pruebas y obstáculos para intentar conseguir el mayor número de puntos que les llevarían a la victoria de su localidad. Las pruebas, que se convirtieron en las más famosas del mundo, inspiradas en las del programa Humor Amarillo, se basaban en los juegos populares Los bolos, La patata caliente, Corazón Explosivo, ¿Quién soy?, Los troncos locos, o La Cucaña, entre otras.
Cada pueblo era representado por su alcalde, un famoso que actuaba en calidad de padrino o madrina, un niño, una mascota representativa del pueblo y el calor de sus vecinos que acudían como público. El elemento central eran las diferentes pruebas con vaquillas, símbolo evidente del programa.
15 temporadas concluían un verano casi eterno que había contado con la participación de 24 localidades por edición. En el podium final resplandecían Falces (Navarra) con 5o puntos, Suances (Cantabria) con 45 y Nuevo Baztán (Madrid) con 44 puntos.
El Grand Prix original -luego hubo una versión más reducida en autonómicas- se mantuvo 10 años en TVE. Acabó en 2005. Y no de la mejor manera. El programa sorprendía con la salida de Ramontxu de la 1, lo que supuso un notable descenso de audiencias. Como consecuencia, en 2006 no hubo programa por la incapacidad de llegar a un acuerdo por parte de TVE y Europroducciones. Con un incesante portal de cambios, para TVE fue buena idea hacer una nueva etapa del programa con la presentación de Miriam Díaz Aroca, pero la ruptura con Ramón caló fuerte y la productora se decantó por vender el formato a la FORTA, que le dio una segunda vida a partir de 2007 con Bertín Osborne como presentador junto a Cristina Urgel y, después, con Natalia Rodríguez. No obstante, el programa no volvió a ser lo mismo y se despidió en 2009.
Su cancelación coincidió con un cambio de la gestión de TVE tras el comienzo de una nueva legislatura. Todos los años se habla de un posible retorno del Grand Prix con sus bolos locos, su patata caliente y su vaquilla y Ramontxu es el primero en recordarlo con nostalgia: “Esto ya es un rollo. Me hace ilusión que la gente se siga acordando del 'Grand Prix' y es un caso único en España que todos los años se reclame su vuelta, lo que significa que algo bueno haríamos en esos 11 veranos seguidos que marcaron un poco la televisión familiar de una época; pero hoy en día la vuelta de este formato es inviable porque ninguna cadena está interesada", respondía el comunicador sobre una posible vuelta del ‘Grand Prix’ en una entrevista para El Confidencial.
Y efectivamente, hoy en día es prácticamente insostenible un programa de tales características. TVE tuvo esta opción sobre la mesa en 2017, pero la acabó desechando. Mediaset también se planteó llevar este gran éxito a su parrilla, pero dejó aparcada la idea. Mientras tanto, en España, unas 14.300 personas firmaron una petición en Change.org para que el Grand Prix volviese a nuestra televisión.
Dado el revuelto de esta noticia, Ramón García quiso desvelar el verdadero motivo por el que la cadena pública frenó su idea de recuperar el formato. "Ahora sería difícil. Hay un Grand Prix preparado para salir renovado perfectamente desde hace tres años. Y no se ha hecho porque las televisiones tienen miedo de los grupos animalistas, que creen que les van a hacer la vida imposible por el maltrato a la vaquilla. Cosa que no es así", confesaba el presentador en 2016, desde En Compañía, de Castilla-La Mancha Media.
Pero está claro que la concienciación social está en otro punto. Y la televisión pública también. Las tradiciones reconocibles del país también han evolucionado. No obstante, hay un elemento que no cambia ni cambiará: el valor de conocer mejor a nuestro país a través de sus gentes jugando. Eso era el Grand Prix.
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