En esta entrega de El Independiente Podcast de las pasadas Navidades repasamos el origen de algunas de sus tradiciones y la representación de la Estrella de Belén.
La Estrella de Belén aparece representada como un cometa en el cuadro de la Adoración de Giotto di Bondone (1267–1337). Desde entonces, la visualizamos con su cola, dejando una estela en su camino hacia Belén (o Nazaret). Sin embargo, nada hace pensar que los Magos de Oriente (Persia o Babilonia), astrónomos a la sazón, viesen cometa alguno.
Giotto quedó impresionado por el paso del cometa Halley en 1301 y decidió hacer esta interpretación de lo que dice el Evangelio de Mateo: "Después de nacer Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, unos magos llegaron de Oriente a Jerusalén, preguntando: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarlo»".
"Tuvieron que pasar varios siglos para que otros artistas y científicos prestaran atención a ese detalle [la cola de la estrella] pintado por Giotto", señala Mark Kidder, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias/ESA, autor del libro La estrella de Belén (Princeton University Press, 1999). Durante muchos años, algunos astrónomos, trabajando bajo la suposición de que la Estrella de Belén era en realidad un objeto celestial real, sugirieron posibles explicaciones astrofísicas.
"La estrella de Belén pudo ser en realidad el resultado de una conjunción de planetas en el cielo que coincidió con el nacimiento de Jesús", señala Aleks Scholz, astrónomo de la Universidad St. Andrews.
Nada de cometas. Nada de meteoros
Los cometas no se ven como estrellas. "Estas personas [los Reyes Magos] no eran estúpidas", explica el profesor Scholz en un comunicado. El cometa Halley, el candidato más obvio, apareció en el cielo varios años antes de la fecha de nacimiento plausible de Jesús. Además, los cometas eran vistos como anunciadores de la perdición, "y este fue un evento alegre", precisa el profesor.
Por otro lado, las fechas del nacimiento de Cristo han variado a lo largo de la historia. Los textos sagrados sugieren que debió de ser más hacia el equinoccio de primavera que en el solsticio de invierno, época más propicia para el pastoreo y el nacimiento de los corderos en Judea. El 25 de diciembre fue una elección del siglo VI, precisamente entroncando con las celebraciones ancestrales del día más corto del año y las saturnales romanas.
En cuanto al año, varios historiadores sugieren que Jesús de Nazaret pudo haber nacido entre el año 7 y el 5 antes de nuestra era, correlacionando esos datos con los censos de Herodes. Halley había pasado el año 12 a.C., según documentaron los astrónomos chinos.
Esa tradición astronómica del extremo oriente no había documentado nada excepcional a nivel estelar por aquellas fechas, sí un poco más tarde. Arthur C. Clarke "fue el primero en sugerir que [los Magos de Oriente] pudieron ver la explosión de una supernova", siguiendo las tesis de Kepler, apunta en su libro Kidder. "Las supernovas (tipo Ia) son las segundas mayores fuentes de energía del universo", señala el autor, con lo que podían ser vistas a plena luz del día "y arrojar sombra por las noches, como la Luna". Demasiado vistosas para no haber dejado restos trazables en la actualidad. Hoy nos llegarían ecos electromagnéticos que probarían su existencia. Eso parece desvanecer la solvencia de la teoría de la supernova en relación a la Estrella de Belén.
Conjunción planetaria
Venus es un planeta largamente estudiado en la antigüedad. Los Magos de Oriente, sin duda, lo conocían en profundidad. Si aparece al amanecer se le conoce como lucero del alba. Es el primero y más brillante astro en destacar en el cielo. Si los Magos partieron de Persia o Babilonia, podrían haber seguido el recorrido en el cielo de Venus, que se levanta por el este, recorriendo el cielo sur hacia el poniente.
Aunque, más brillante aún que Venus podría ser la observación de dos planetas muy próximos en el firmamento. Es lo que conocemos como conjunción planetaria y que, para buena parte de la comunidad científica, es lo que en realidad guió a los Magos de Oriente a modo de Estrella de Belén. Las alineaciones y conjunciones eran consideradas en la Roma antigua (especialmente, desde Augusto), signo del nacimiento de un rey.
Por otro lado, en 1925 se encontró una tablilla en las inmediaciones de la antigua Babilonia que habla de varias conjunciones entre Júpiter y Saturno. El 7 a.C. se registró esa superposición de planetas. Júpiter pasó por delante de Saturno hasta en 3 ocasiones. Aleks Schulz tiende a adherirse a esta tesis. "Tal vez deberíamos eliminar las estrellas en forma de cometa de los árboles de Navidad y reemplazarlas por planetas".
"Júpiter y Saturno se encontraron tres veces [en el año -7]. Un año después, Júpiter y Saturno se unieron a Marte. Lo que siguió fue una fantástica secuencia de conjunciones en el año 3 y 2 antes de Cristo: Saturno con Mercurio, Saturno con Venus, Venus con Júpiter y Venus con Mercurio". La teoría sería consistente con lo escrito por Mateo: la Estrella de Belén apareció dos veces. La primera conjunción se produjo en Piscis, símbolo del cristianismo, junto a la cruz.
Una cruz que ya no está ahí
Precisamente la de la cruz celeste es la tercera de las teorías. Igual que en el hemisferio norte nos orientamos con la estrella Polar de la Osa Menor, debido a que permanece estática indicando el norte, en el otro hemisferio se toma como referencia Acrux, en la Cruz del Sur, la más pequeña de las constelaciones.
Actualmente, no es posible ver esta constelación desde las septentrionales latitudes de Jerusalén, pero hace más de 2000 años, sí. La Tierra cabecea en su rotación con el paso de los siglos. Es decir, su eje no permanece estático. Por aquel tiempo sí era posible ver, rasante, la cruz en el horizonte, por cuanto podría ser una excelente guía hacia el sur.
No hay conclusión clara, pero gracias a la computación conectada, cualquiera puede visualizar en su ordenador o móvil cómo eran los verdaderos cielos de oriente de hace algo más de dos milenios (eso sí, ojo a las conversiones de calendario, que no siempre hemos medido el tiempo igual). Para ello basta con descargarse simuladores libres como Stellarium. ¡Felices Reyes!
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