Conocemos a la chumbera principalmente por sus frutos. Los higos chumbos son una fruta elipsoidal, de color rojizo, amarillo o verde, y protegidas por espinas. Es dulce, es rico en vitamina C y tiene un bajo valor calórico.
En España, es prácticamente lo único que se destina al consumo humano de esta planta, pero en su país de origen, México, se preparan también las palas o nopalitos. Allí, esta planta cactácea se cultiva en pequeñas granjas y también en el medio natural. Tienen más de tres millones de hectáreas destinadas a ello para proporcionar los 6,4 kilogramos de nopalitos que consume cada mexicano al año.
En otras regiones del mundo también se ha implantado su consumo. Por ejemplo, Brasil alberga más de 500.000 hectáreas de plantaciones de cactus destinadas al suministro de forraje. La planta también se encuentra habitualmente en granjas en África del Norte, y la región de Tigray, en Etiopía, cuenta con alrededor de 360.000 hectáreas, de las cuales la mitad son cultivadas.
Por ser una planta muy resistente y bien adaptada a los climas áridos y secos, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) se ha fijado en la chumbera como un potencial cultivo para las zonas que se vayan a volver más áridas y secas a causa del cambio climático, como sucederá con España según las previsiones.
En una reunión que convocó la organización a finales de noviembre en Roma (Italia), a la que asistieron expertos de todo el mundo en esta planta, la FAO hizo hincapié en la creciente necesidad de plantas resistentes a la sequía, a los suelos degradados y al aumento de las temperaturas.
A raíz de ello, y junto al Centro Internacional de Investigación Agrícola en las Zonas Secas (ICARDA), ha elaborado un informe que recoge información actualizada sobre los recursos genéticos de la planta, rasgos fisiológicos, preferencias de suelo y su vulnerabilidad a las plagas.
Este cactus también almacena agua en sus palas, lo que lo convierte en un “pozo” botánico
Aunque existen diversas variedades, es la Opuntia ficus-indica la que señalan como la mejor para destinarla tanto a la alimentación humana como a forraje para ganado. Y es que, como señala el experto en cactus y responsable de Agricultura de la FAO, Makkiko Taguchi, esta planta es un cultivo muy resistente y capaz de sobrevivir en condiciones muy duras, como las sequías o el calor intenso. “Además, será capaz de producir mucha más fruta si se gestiona adecuadamente. La poda también es necesaria para crear un huerto estable”, explica. No obstante, también indica que, comparada con otras plantas frutales, la chumbera necesita mucha menos agua. “Entre 400 y 600 mm por año”.
Este cactus también almacena agua en sus palas, lo que lo convierte en un “pozo” botánico capaz de suministrar hasta 180 toneladas de agua por hectárea, suficiente para mantener cinco vacas adultas. “Casi el 90% de la planta es agua”, recuerda Taguchi.
El secreto de la resistencia de la chumbera a la sequía se encuentra en el tipo de fotosíntesis que realiza, conocido como CAM, o metabolismo ácido de las crasuláceas. “Mantienen los estomas cerrados durante el día para reducir la pérdida de agua, pero se activan por la noche para absober dióxido de carbono”, sostiene Taguchi. Esto hace que sea una planta muy resistente a climas secos. “Sin embargo, no responderá en zonas muy húmedas, y es muy sensible a las heladas”.
Usos tradicionales en España
Aquí en España la especie que más se cultiva y también vive silvestre es la Opuntia maxima, explica Manuel Pardo, profesor de botánica de la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en el uso de las plantas. Llegó a nuestro país en el siglo XVI a bordo de los barcos procedentes de México, y lo hizo para quedarse. Desde entonces, se ha cultivado para darle diferentes usos. “Sobre todo por los higos chumbos en sitios áridos de Andalucía o Canarias, pero también porque en esta planta vivía la cochinilla del carmín, el insecto utilizado para producir tintes”, señala.
Pardo, que trabaja junto a otros expertos en el Inventario Español de Conocimientos Tradicionales, indica que también se ha empleado como seto. “Apenas necesita cuidados, tiene unas espinas tremendas y evita que entren personas y animales a un terreno”.
Entre otros usos tradicionales, aquí las palas, cortadas en pedazos, también se han empleado como forraje para cabras, ovejas y cerdos. “Lo más conocido es como alimentación humana, aunque sólo sus frutos”, comenta Pardo. “También se ha utilizado como abono de las tierras, como planta ornamental, y se ha destinado a la medicina y a la veterinaria, ya que suele ser muy útil para la piel”, indica Pardo. “Además, se regenera muy fácilmente: basta con que un trozo se caiga al suelo para salga una planta nueva”.
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