Era puro, neorromántico y oriolano hasta en los versos. Miguel Hernández (Orihuela, 1910 - Alicante, 1942), nació en el lecho de una familia humilde para la que muy pronto tuvo que abandonar la escuela y ponerse a trabajar. Pero eso no le impidió desarrollar un exquisito gusto por la poesía clásica española y consagrarse como uno de los poetas más relevantes de la literatura del siglo XX. Desde jovencito, Hernández mostró no sólo una insaciable pasión por la poesía clásica, si no también una sensibilidad especial para ser él mismo quien la compusiera, y formó parte de la tertulia literaria en su pueblo natal, donde conoció a Ramón Sijé, el ensayista, periodista y abogado español, de quien se haría gran amigo. "Miguel Hernández es casi el único poeta que ha sacado una gran lección de sus raíces, que ha recibido de su infancia y de su tierra la savia necesaria para alimentar su obra", aseguró el hispanista Claude Couffon tras investigar la vida del poeta.
Con 20 años el valenciano empezó a publicar poesías cortas en revistas como El pueblo de Orihuela o El dia de Alicante, y más tarde, en 1931, se trasladó a Madrid, para zambullirse de pleno el movimiento poético de la época. Fue en aquellos años cuando escribió Perito en Lunas, El silbo vulnerado o El Rayo que no cesa, y trabajó como redactor en el diccionario taurino El Cossío y en las Misiones pedagógicas de Alejandro Casona. En Madrid mantuvo una relación con la pintora Maruja Mallo y conoció a Vicente Aleixandre o Pablo Neruda. Pero el estallido de la Guerra Civil hizo que Miguel Hernández regresara a Orihuela. El poeta se alistó en el bando republicano y se afilió al Partido Comunista de España, del que, desde comienzo de 1937, fue comisario político militar. Hernández figuró en el 5º Regimiento, ejerciendo de comisario político, y pasó a otras unidades en los frentes de la batalla de Teruel, Andalucía o Extremadura.
Recién concluida la guerra Miguel decidió irse a Sevilla pasando por Córdoba, con la intención de cruzar la frontera de Portugal por Rosal de la Frontera (Huelva). Lo detuvieron en Portugal, siendo condenado a pena de muerte por la de treinta años. Sin embargo, no llego a cumplirla. Miguel Hernández murió el 28 de marzo de 1942 en la prisión de Alicante de tuberculosis.
Ruta Miguel Hernández
La vida y poesía del valenciano se forjaron en Orihuela; en sus casas de colores, rincones y palmeras, o en la sierra y las plazas que gozaban para el poeta de una visión "tan grata". Tal era su apego con la localidad alicantina y viceversa, que tras su muerte, el municipio oriolano estableció una ruta urbana con la que revivir sus raíces y memoria, y sus versos. Todos los enclaves están señalizados con una placa que indica su denominación, y se complementan con la inclusión de un código QR que permite acceder a una información más detallada del lugar.
Se recomienda comenzar la ruta visitando la que fue su casa natal, convertida en 1981 en Casa Museo Miguel Hernández, después de que en diciembre de 1974, el Ayuntamiento de Orihuela inició los trámites para la adquisición de la casa. Este es el lugar donde el poeta residió con su familia, que conserva el mobiliario y ajuar doméstico propio de la época, así como fotografías y hasta el pozo y un cobertizo de leña, donde estuvo su huerto, al que dedicó el poema HUERTO-mío.
El camino continua por El Palmenar de Orihuela, el segundo más grande Europa, declarado Bien de Interés Cultural por "constituir un interesante sistema agrícola de regadío intensivo de origen islámico", y el colegio Santo Domingo, uno de los edificios más conocidos de la ciudad de Orihuela, donde estudió el poeta. Se trata del monumento Nacional más grande de la Comunidad Valenciana y guarda obras como la Tentación de Santo Tomás de Aquino, de Velázquez.
El siguiente punto de referencia es el Centro de Estudios Hernandianos y la Sala de Exposiciones, que promueven la vida y obra del poeta por todos los medios y, en especial, a través de las nuevas tecnologías. Asimismo, también se puede visitar la casa del Canónigo Luís Almarcha, el clérigo y político español que empujó a Miguel Hernández a publicar sus primeros versos en El pueblo de Orihuela, o la plaza Ramón Sijé, lugar donde el poeta pronunció, subido a una escalera, la que se convertiría en la elegía más popular, Elegía por Ramón Sijé.
La ruta sigue hacia el Seminario Diocesano de San Miguel, lugar que fue habilitado como cárcel y donde el poeta oriolano permaneció encerrado en uno de sus sótanos en 1939; el barrio de San Isidro en Orihuela, que se ha convertido en una exposición permanente de mensajes y dibujos en sus paredes, en homenaje a Miguel Hernández, o el Casino Orcelitano, testigo de célebres fiestas de la alta sociedad de entonces, entre las que destacaba una que suponía a la vez unos Juegos Florales y la puesta de largo o presentación en sociedad de las jóvenes de familia acomodada económica y socialmente: la Fiesta del Azahar.
El poema: 'Orihuela'
Si queréis el goce de visión tan grata
Que la mente a creerlo terca se resista;
Si queréis en una blonda catarata
De color y luces anegar la vista;
Si queréis en ámbitos tan maravillosos
Como en los que en sueños la alta mente yerra
Revolar, en estos versos milagrosos,
Contemplad mi pueblo,
Contemplad mi tierra.
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