JxCat y ERC están condenados a entenderse. Ni los republicanos ni el PDCat están en condiciones de forzar una nuevas elecciones -aunque Carles Puigdemont haya jugado con esa posibilidad- y todos son conscientes de que necesitan volver a tomar las riendas de la Generalitat y devolver una cierta normalidad a la vida institucional catalana, lo que ineludiblemente pasa por un acuerdo de investidura para hacer valer la mayoría independentista en el Parlament. Pero la fractura entre ambos partidos es profunda, y cada nuevo avance en las negociaciones tensa las costuras de esa alianza. El vodevil vivido durante la mañana de ayer a cuenta del supuesto pacto de investidura cerrado presuntamente por Puigdemont y la secretaria general de ERC, Marta Rovira, la noche anterior, así lo demuestra.
Una jornada de desmentidos y presiones a los medios nacionalistas que parece haber despertado a la dirección republicana del estado de postración en el que se encuentra desde el 21-D. JxCat creyó que podría imponer la estrategia que durante los dos últimos años ha servido primero a CDC, después al PDCat y ahora a Carles Puigdemont para marcar la agenda independentista por encima de la estrategia republicana. Sucedió cuando Artur Mas impuso la alianza de JxS, con la inestimable ayuda de la presión mediática de la Corporación de medios de la Generalitat y la presión social ejercida por la ANC, o cuando Puigdemont impuso una hoja de ruta que descargaba buena parte del peso legal de sus avances en el Parlament, salvaguardando al Govern hasta el final de la toma de decisiones.
Carles Puigdemont volvió a intentarlo ayer, con una opinión pública y publicada en el entorno independentista ansiosa por oír el anuncio de un pacto de legislatura que todos saben que es tan necesario como difícil de alcanzar. Pero los republicanos han echado de momento el alto a las presiones de JxCat, poniendo en entredicho los acuerdos que se daban por alcanzados y colgándose la medalla de haber conseguido que Puigdemont renunciara a bloquear la constitución del Parlament para provocar una repetición electoral en la que sólo él parecía creer.
ERC no tenía ninguna intención de filtrar el encuentro Puigdemont-Rovira
Esquerra no tenía ninguna intención de filtrar el encuentro de su número dos con el ex president en la capital belga, como reconocen fuentes republicanas. Pero ayer se desayunaron con la noticia de que los dos principales matinales de radio catalanes, en RAC1 y Catalunya Ràdio, abrían informativos con la noticia de un pacto cerrado para la investidura de Carles Puigdemont. Y los republicanos, hasta ese momento en situación de shock mal disimulada por la derrota electoral ante JxCat, reaccionaron con un despliegue de todas sus palancas de presión en los medios catalanes para desmentir al ex president.
"No hay acuerdo de investidura" matizaron, sino sólo un pacto para que haya investidura y la promesa de que Esquerra estudiará cómo investir telemáticamente a Puigdemont. Las mismas fuentes reconocen que ni siquiera tienen un nombre definido para ocupar la presidencia del Parlament, asignada a ERC en el reparto de papeles entre los partidos independentistas, habida cuenta de la más que probable negativa de Carme Forcadell a repetir en el cargo. Y matizan también que Marta Rovira vaya a ser consellera en cap con amplias atribuciones: "nuestro objetivo es restituir el Govern, y eso pasa por que Oriol Junqueras sea nombrado vicepresidente" advierten.
Entre los ex convergentes todavía no se ha olvidado la negativa de ERC a formar una candidatura conjunta para las elecciones del 21-D. Convencidos de que salían con ventaja, los republicanos rechazaron de plano repetir la coalición de JxS y fue entonces cuando Carles Puigdemont rectificó en su promesa de no presentarse a las elecciones autonómicas para liderar la candidatura en la que finalmente se integraría el PDCat. "Entonces ellos fueron desleales" argumentan desde la formación heredera de CDC para defender que ahora sea JxCat quien intente exprimir al máximo su ventaja electoral.
El Tribunal Supremo será esta mañana nuevo ejemplo de los desencuentros. El ex conseller Joaquim Forn y los líderes independentistas Jordi Sánchez y Jordi Cuixart comparecen de nuevo ante el magistrado Llarena para solicitar su excarcelación, y lo harán con el apoyo en la calle de delegaciones del PDCat, ERC y las entidades soberanistas. Hace una semana, sin embargo, cuando fue el turno de Oriol Junqueras, sólo los republicanos se concentraron a las puertas del Supremo, una circunstancia que Esquerra no ha olvidado.
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