Celia estuvo ayer 15 minutos menos al pecho que el día anterior. Sin embargo, esta pequeña de seis semanas va comiendo cada vez más, algo que tranquiliza mucho a su madre, Lidia, de 31 años que registra en una app cada comida de su hija. En Babyroo apunta el aumento de peso, cada cambio de pañal, los baños, las horas de sueño y demás avances que ha ido haciendo su hija en el mes y medio que lleva en el mundo.
No es la única ayuda tecnológica que delegan en sus móviles los padres millenials, la nueva generación de progenitores entre los veintitantos y los treintaypocos también llamados parennials, como los bautizó recientemente el The New York Times. Su dependencia de la tecnología va mucho más de ponerle Peppa Pig en el teléfono al niño.
Son padres que lo mismo aprenden a ponerle pañales a sus bebés viendo tutoriales en Youtube que copian las recetas para las papillas en apps como Happy Recipes, un servicio que ofrece una colección de recetas saludables aptas para bebés que están empezando a acostumbrarse a los alimentos sólidos.
Son padres 4.0 que tienen una app para todo desde antes incluso que nazca el bebé. Desde para saber cuándo pueden quedarse embarazados (Clue o Flo son dos de los servicios que ayudan a seguir en el móvil la fertilidad del ciclo menstrual), para calcular según la semana si el feto es del tamaño de un kiwi o un aguacate, para contar las contracciones (Mi embarazo y mi bebé día a día) y hasta para buscarle nombre a la criatura (Baby Names).
"Semana a semana vas conociendo cosillas nuevas, el desarrollo del bebé, da consejos para la salud", dice Marta (31 años), que está en la semana 22 de su embarazo de gemelos. La app que ella usa es Embarazo+: "Mis peques son ahora del tamaño de una berenjena", explica. Cada semana le aparece una fruta nueva. Loreto (27), que acaba de dar a luz, también usó una app de las que le iba diciendo cómo crecía su hijo "cuando era del tamaño de un cacahuete, pero a la semana 20 te hacen pagar y me quité", reconoce.
Gracias a la app Contador de Contracciones supe cuándo ir al hospital de parto", añade Alicia, una parennial de 34 años
Durante el embarazo, el móvil también fue fundamental para Alicia (34 años), que ya tiene un bebé de tres meses. "Utilicé Calendario Menstrual para saber mis días fértiles y di en el clavo a la primera", explica la madre primeriza. Loreto, sin embargo, tuvo una experiencia diferente con Womanlog, otra app que sirve para lo mismo: "Me la instalé cuando mi marido y yo decidimos dar el paso, pero no funciona porque me quedé embarazada en los días que se suponía que no era posible. Ya le he dicho a mis amigas que para evitar embarazos no funciona".
"Gracias a la app Contador de Contracciones supe cuándo ir al hospital de parto", añade Alicia, que reconoce que ha dejado de usar tanto este tipo de apps después de dar a luz porque necesitaba liberar espacio en el móvil para hacerle fotos al bebé.
Entre los parennials, los móviles sustituyen al sonajero, a los monitores de videovigilancia y hasta a las nanas para que se duerman en la cuna. White Noise Baby, una de las más descargadas, tiene un catálogo de miles de sonidos relajantes que van desde una sonata de Mozart al soniquete de un tren. Y si al bebé no hay quien le calme, los parennials tienen también una aplicación para eso. Con Cry Translator, los padres graban cinco segundos del llanto del pequeño y la app les da un motivo - hambre, sueño, malestar, estrés o aburrimiento-. Según el motivo, les ofrece también consejos para calmarlo.
¿Son de fiar estas apps?
"Les damos a estas apps y a quienes las han diseñado un nivel de confianza más alto del que merecen", afirma Manuel Armayones, psicólogo, experto en nuevas tecnologías y director de desarrollo del ehealth centre de la UOC. "Hay poca evidencia científica, pero algunos autores empiezan a considerar que deberíamos hacer un uso más crítico del móvil en general y de las aplicaciones. Algunas pueden ser útiles, pero podría darse que el caso de los padres más jóvenes pueden acabar siendo muy dependientes de ellas y les den un papel que haga que deleguen demasiado. Demasiadas de las valoraciones que hacemos de nosotros mismos vienen del móvil".
Le estamos dando a esas apps y a quienes las han diseñado un nivel de confianza más alto del que merecen
Según Armayones, en cuyo departamento universitario se desarrollan aplicaciones móviles de carácter médico, "delegar en estas apps la interpretación de los diferentes tipos de llanto o decidir la lactancia a la que le damos a un bebé sin saber la base científica que hay debajo de eso no tiene mucho sentido. No hay que obsesionarse con lo que nos diga una app".
Sin embargo, no hay más que darse una vuelta por la Apple Store para ver decenas de usuarios como Fetrows a los que no les importan los comentarios negativos que acumula Cry Translator, uno de los servicios que promete traducir las necesidades del bebé según su llanto: "Sé que esta app tiene muy malas opiniones. Todo lo que puedo decir es que los resultados pueden variar, porque a mí me funcionó estupendamente. Al principio, pensé que era una basura porque decía "hambriento" demasiadas veces, incluso cuando acababa de comer. Pero después nos dimos cuenta (con la ayuda de un médico) de que no estaba comiendo suficiente. Cuando aumentamos la comida, la app funcionaba ajustada yo diría al 90%. No sé cómo funciona, pero funciona. Gracias a los desarrolladores".
Fijarse en quién está detrás de cada app es el primer paso para estar tranquilos. "No basta con ver cuántas estrellitas tiene en iTunes", afirma Armagoyen. "Cualquiera con mínimos conocimientos tecnológicos tarda 15 minutos en hacer una app sobre cómo dejar de fumar sin que esta tenga ninguna evidencia científica. Con las que son para padres primerizos pasa lo mismo. Otra cosa es que sean aplicaciones prescritas por profesionales de la medicina para seguir el desarrollo del niño, pero yo no me fiaría de los resultados de cualquiera. No es lo mismo que la hayan desarrollado un grupo de médicos con un hospital autorizado o una empresa reputada que un par de expertos en marketing sin conocimientos de salud. A veces estas apps gratuitas no son más que maneras de coger los datos de una familia, que piden los correos electrónicos. Su negocio radica en tener datos de gente para poder enviarle publicidad.
No solo los parennials cometen el error de darle demasiada credibilidad a lo que ven en internet
No solo los parennials cometen el error de darle demasiada credibilidad a lo que ven en internet, la diferencia es que los smartphone no eran tan populares cuando generaciones anteriores fueron padres. "No hay más que ver la confusión que crean las noticias falsas de gente que se cree lo que lee", dice Armagoyen. "Aunque en el caso del cuidado de un bebé es más sorprendente que se cometa el mismo error de fiarse sin hacer comprobaciones básicas que sí que haríamos para asegurarnos la reputación de un pediatra o de una guardería antes de llevar a nuestro hijo".
La inseguridad de los parennials
A todas estas aplicaciones que ayudan a los parennials a gestionar su día a día se une, por supuesto, Google como herramienta de consulta para todo. En las dudas o decisiones que se les plantean como padres, el buscador va más allá de la mera búsqueda de información que representa para las generaciones anteriores. Según el filósofo y pedagogo José Antonio Marina, para los padres más jóvenes mirarlo todo en Google es un síntoma de su inseguridad: "Los millennials salieron al mundo adulto con la familia tradicional en crisis. Están muy formados pero han sufrido el efecto boomerang por la crisis económica. Todo esto hace que cuando tienen hijos tampoco se sientan con poca seguridad, pero sí que confían mucho es en las nuevas tecnologías… Hasta que se den cuenta de que es un terreno selvático", explica el filósofo.
Marina llama "terreno selvático" al bombardeo de consejos e instrucciones que obtienen los padres al entrar en la red. "Al principio puede parecer que obtienen la solución para cualquier problema, pero si son medianamente críticos les acaba generando miedo e incertidumbre. Porque igual pueden encontrar razones para llevarlo a la guardería y para no hacerlo, para amamantar sin límites o dar biberón, que es mejor hacer colecho o que duerma solo... Al final esto les genera miedo a tomar decisiones".
Que los padres más jóvenes tengan que mirarlo todo en Google es un síntoma de su inseguridad, según José Antonio Marina
En medio de ese "terreno selvático" destacan muchas madres influencers que, como Nohemí García (@familiacarameluchi) ofrecen su visión de la maternidad en las redes para inspirar a otras millennials. Más de 820.000 personas siguen sus movimientos en su canal de Youtube y 304.000 en Instagram. "A la gente que me sigue le gusta verme activa en las redes por lo que intento siempre estar ahí aunque sea para desearles un bonito día", afirma García, que ha dado el salto a la televisión junto a otras tres madres en el programa de Cosmopolitan TV Instamoms, madre hay más que una.
El filósofo lleva 10 años al frente de La Universidad de Padres, un proyecto online en el que agrupa a padres según la edad de sus hijos para darles formación y ayudarles en la crianza y educación. Una década en la que el pedagogo ha visto cambiar a los padres, fundamentalmente, por sus fuentes de información. "En la Escuela de Padres percibimos que a los millennials les cuesta entender que no ofrecemos un recetario al minuto, sino una formación para que desarrollen su talento educativo, porque con el niño les va a tocar tomar muchas decisiones que no pueden generalizarse. Ante el mismo hecho unas veces toca ser rígido y otras hacerse el tonto", explica el filósofo. "A los seis meses todos los niños se comportan más o menos igual, a los dos años ya son muy diferentes y a los tres años ante cualquier comportamiento que buscan en Google pueden creer que su hijo es hiperactivo", dice Marina, que cree que este uso de la tecnología vuelve a los padres un poco hipocondríacos.
Con los niños no funcionan recetarios de soluciones", dice Marina, que cree que este uso de la tecnología vuelve a los padres un poco hipocondríacos
Pero Marina no quiere trasladar una imagen negativa del uso de la tecnología, "los millennials tienen la oportunidad de ser los mejores padres de la historia de la educación. Tienen los recursos, pero necesitan criterio para manejar de forma efectiva la educación".
Cómo saber qué apps son de fiar
Que en la tecnología hay muchas bondades que pueden ayudar a los parennials no lo pone en duda el psicólogo Manuel Armagoyen. El experto en salud electrónica dice no denostar el uso de móviles para ayudar a las familias, sino el mal uso". Al fin y al cabo, los nuevos padres que siguen youtubers para seguir consejos de crianza son la evolución natural de los adolescentes youtubers de hace diez años que ya están empezando a tener hijos.
"La solución es tener más espíritu crítico y contrastar la información", destaca el psicólogo. "Y al igual que no le daríamos a nuestro hijo un medicamento comprado por internet, tampoco deberíamos seguir consejos médicos o nutricionales de una app que no sabemos quién la ha diseñado".
Cada vez hay más ejemplos de desarrollos que pueden ser más útiles más allá de saber si la criatura tiene el tamaño de un cacahuete o de un aguacate. Armagoyen pone como ejemplo el proyecto JUNTS de la Universitat Pompeu Fabra y la Universitat Operta de Catalunya que está culminando el desarrollo de una app validada por médicos y psicólogos que van a poner a disposición de la Federación Española de Enfermedades raras. "Es un ejemplo de app seria, diseñada para ayudar psicológicamente a padres con niños que padecen enfermedades minoritarias".
Los millennials tienen la oportunidad de ser los mejores padres de la historia de la educación: tienen los recursos, pero necesitan criterio
Y la prueba de fuego está en comprobar antes de descargarse nada. Se puede hacer una validación rápida en AppSaludable, un catálogo de aplicaciones para la salud que ha puesto en marcha la Junta de Andalucía en la que se puede evaluar la seguridad informática y médica. Detrás de este servicio público hay expertos investigando la calidad y seguridad de la tecnología que hay detrás para comprobar si se pueden usar con garantías.
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