Apenas llevaba unos días al frente del Ministerio de Sanidad cuando Salvador Illa oyó hablar de un coronavirus. Se lo dijo nada más conocerle Fernando Simón, el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) al que por entonces poca gente en España conocía. El nuevo ministro, un socialista catalán nacido en La Roca del Vallés (Barcelona) en 1966 acababa de aterrizar en Madrid. No se imaginaba la que se le venía encima.
Illa había sido alcalde de su ciudad natal y ocupado diversos cargos orgánicos en el PSOE, pero no sabía nada de gestión sanitaria como le confesó al presidente cuando le llamó para ofrecerle la cartera. Aceptó y dirigió el departamento en el que con toda probabilidad ha sido el año más difícil desde el punto de vista de la gestión sanitaria, El año de la pandemia (Planeta).
Así ha titulado el libro en que defiende su gestión y elogia el trabajo de su departamento. También cuenta el duro enfrentamiento que mantuvo con la Comunidad de Madrid y que llevó en octubre de 2020 al Gobierno central a decretar el Estado de Alarma solo en esta comunidad tras no llegar a un acuerdo sobre las medidas que había que tomar para contener el virus. Tras la publicación del libro, la presidenta de la Comunidad de Madrid ya ha respondido a la alusión tildando en EsRadio de "infame" la gestión del exministro. Él afirma a El Independiente que no va a "entrar en ninguna confrontación".
El libro es un extenso repaso por lo ocurrido durante un año (dejó el cargo en enero de 2021, tras iniciarse la campaña de vacunación) e Illa responde aquí sobre cuáles fueron - a su juicio - sus mayores aciertos y errores. También detalla cuestiones personales de aquel año en el que estuvo 14 semanas sin ver a su mujer ni a su hija. Aliviaba los días con bocadillos de tortilla francesa, conversaciones con amigos y, aunque pueda chocar, series de desastres. Illa asegura que vio por tercera vez Chernobyl durante los días más duros de la pandemia.
Pregunta. ¿Cuándo y por qué decide escribir este libro?
Respuesta. Es una idea que fui madurando y me pareció oportuno dar mi visión de un año que nos cambió la vida a todos. Yo lo viví al frente del Ministerio de Sanidad y me pareció bueno compartir mi visión de que ocurrió este año, de por qué tomamos ciertas decisiones y en definitiva, también es un intento de hacer un homenaje a la actitud y al comportamiento de todos los españoles y de alguna manera también una reivindicación de la política como servicio público. Me pareció que valía la pena intentarlo y eso he hecho.
P. ¿Cree que esas decisiones que tomaron se entendían desde la ciudadanía?
R. Fue un momento muy difícil, había mucha incertidumbre y había que tomar decisiones en ese contexto de incertidumbre, de no saber muy bien lo que podía ocurrir. Nos esforzamos en todo momento por explicar aquello que sabíamos y dejar claro aquello que no sabíamos, y en base a las recomendaciones de los expertos ir tomando decisiones, con toda transparencia. Y yo creo que la ciudadanía española dio muestra de una enorme madurez y siguió las recomendaciones que les íbamos dando con una ejemplaridad que dejó a mucha gente sorprendida, porque fue un comportamiento, insisto, ejemplar y una gran altura cívica y moral.
P. Por empezar las preguntas en orden cronológico, habla de que a finales de febrero ya estaba usted muy preocupado por la situación en Italia y que las medidas que tomó no fueron más contundentes de alguna manera por hacerlas en el seno de la Unión Europea… ¿Por qué no quiso o no pudo tratar de ser más contundente?
R. Hay que tener una evidencia muy sólida a la hora de recomendar medidas tan drásticas compras que tomamos, nada menos que un confinamiento. Entonces hasta que las autoridades internacionales, en concreto la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro Europeo de Prevención de Enfermedades (ECDC) no tomaron decisiones, en concreto el 11 de marzo la OMS decretó la pandemia y el 12 de marzo el ECDC dictaminando un catálogo de medidas de distanciamiento social, no entendíamos que hubiera base suficiente, sólidamente argumentada para tomar decisiones tan drásticas como las que tomamos.
P. Precisamente ahora, tiempo después la Comisión de Expertos de The Lancet ha dicho que los errores de la OMS - como la tardanza de medidas o el retraso en el reconocimiento de la transmisión aérea - han provocado 17,7 millones de muertes. ¿Comparte esa visión o la ve demasiado crítica?
R. A mí me parece que lo que hay que hacer es analizar cómo se actuó sin perder de vista el contexto en el que se tomaron las decisiones que se tomaron. Y con la información disponible en el momento de la toma de decisiones. Y hacerlo con espíritu constructivo y de futuro, para intentar que si en otra ocasión nos tenemos que enfrentar a una situación similar, estemos mejor preparados para hacerlo. Entonces yo creo que todo el mundo hizo todo lo que pudo, en un contexto muy difícil, se tomaron medidas muy duras que contribuyeron a salvar vidas.
P. O sea, ¿no es tan crítico como ‘The Lancet’?
R. Yo creo que más que mirar atrás hay que mirar hacia delante. Insisto, las evaluaciones críticas con propuestas concretas para poder mejorar los mecanismos de prevención y respuesta ante eventuales futuras pandemias es lo que me parece más constructivo. Y este estudio no lo he leído en su integridad y no voy a hacer otra valoración al respecto.
P. Hace un gran repaso por las decisiones que tuvo que tomar durante su gestión, ¿de qué está más orgulloso como ministro de Sanidad?
R. Dejando al margen el proceso de vacunación, que fue un éxito europeo, yo señalaría dos momentos. El primero fue el estudio de seroprevalencia que hicimos, que fue pionero y nos permitió conocer el grado de contagio de la población española, en varias oleadas. Y la segunda decisión fue una acción no tan obvia en aquel momento, que acordamos en agosto y que permitió reanudar la educación presencial, en otros países tomaron decisiones distintas y creo que aquí lo hicimos bien, porque evitó que niños en edad escolar perdieran la oportunidad de formarse mejor de forma presencial.
P. Y en el otro extremo, ¿cuál cree que fue su mayor error como ministro de Sanidad?
R. Es obvio que si hubiéramos actuado antes, hubiera sido mejor, pero es muy fácil esto decirlo ahora y un poco más difícil tomar decisiones en aquel momento, con información de aquel momento. Y luego, quizá en la forma de explicar los datos de la pandemia, pues a mitad de mayo hicimos un cambio en el formato y quizás los teníamos que haber explicado un poco mejor. Creo que acertamos en la decisión que tomamos, en el sentido de que daba una foto más fiel que permitía conocer mejor la situación epidemiológica del país pero quizás no lo explicamos suficientemente y generó un ruido innecesario.
P. Lo reconoce en el libro, que los datos fueron su talón de Aquiles y por la parte que nos toca de la prensa, ¿cómo valora la transparencia que mantuvieron los medios de comunicación?
R. Me parece que todo es mejorable, pero hicimos un esfuerzo enorme por explicarnos, sobre todo por tratar a la ciudadanía española con respeto, por contar lo que hacíamos y por qué decidíamos lo que decidíamos. Además mucha comunicación política, respondiendo a preguntas en el Congreso de los Diputados, en la Comisión de Sanidad, respondimos por escrito a muchas preguntas… Hicimos el máximo esfuerzo del que fuimos capaces.
P. ¿Se arrepintió en algún momento de haber aceptado el cargo de ministro cuando vio la que se le había venido encima?
R. No, nunca, nunca, nunca. Para mí fue un honor formar parte del Gobierno de España con el presidente Sánchez al frente del gabinete.
P. En el libro cuenta que estuvo 14 semanas sin ver a su familia, ¿qué le daba más miedo en el plano personal durante aquellas de aquellas semanas que me imagino se le harían tan largas?
R. Echas de menos a los tuyos, echas de menos tus seres queridos y tu tierra. Ahora es verdad que había una intensidad de trabajo tal que no tenías ni tiempo para relajarte ni pensar en estas cuestiones. Pero la distancia con mi familia y mi tierra no era sencilla de llevar.
P. Volviendo a otro de los capítulos de lo que habla extensamente, es la compra de material sanitario. En todos los medios nos hicimos eco de algunas de las irregularidades que se habían dado. En nuestro caso hablamos entre otras de Mascarillas Béjar, una empresa de la que destapamos las irregularidades, ¿no sé si conoce el caso de esta empresa?
R. Bueno, de caso concreto no puedo dar detalles, pero lo que puedo decir es que hubo un momento muy complicado en que la demanda era muy superior a la oferta, el mercado estaba roto y pusimos todos los medios para adquirir el material que se necesitaba. Pusimos todos los mecanismos del Estado al servicio de la adquisición de productos, naturalmente al mejor precio posible, pero también dispuestos a adquirirlos, porque nuestra Sanidad lo necesitaba. A partir de ahí hemos explicado todas las compras que hicimos, han sido analizadas por el Tribunal de Cuentas. En el marco del Estado de Alarma naturalmente se flexibilizaron los mecanismos de compra, no había otra manera de adquirirlo si no era así, yo creo que ha quedado debidamente acreditado. Y lo que pido es que se hagan las valoraciones atendiendo al contexto en que se tenían que tomar estas decisiones.
P. ¿Y ahora también que se haga justicia con quienes se pueda descubrir que se aprovecharon de aquel momento?
R. Hubo episodios, como siempre ocurre. La pandemia sacó lo mejor y lo peor de la sociedad. Hubo episodios de gente que intentó aprovecharse, pues efectivamente que les caiga todo el peso de la ley.
P. Los periodistas recordaremos aquellos días uno tras otro en los que usted empezaba sus ruedas de prensa diciendo, “hoy vengo a compartir con ustedes tres asuntos…” y era un poco la sensación del día de la marmota. ¿Llegó a desesperarse, cómo veía el futuro en aquellos momentos?
R. Hubo días en que lo veía más negro, otros mejor… Nunca perdimos la esperanza, con el convencimiento de que estábamos haciendo lo mejor que se podía hacer para vencer al virus, aunque hubo días especialmente complicados.
P. Ahora esto ya lo vemos desde la distancia y está ya sobre la mesa del Consejo Interterritorial la retirada de mascarillas en el transporte público. ¿Cree que lo van a hacer o que es el momento ya de retirarlas?
R. No lo sé, yo ahí me tengo que remitir a lo que decidan las autoridades sanitarias, el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas en base a lo que digan los expertos. Me tengo que remitir a eso y pedir a la ciudadanía que siga las indicaciones que se den al respecto.
P. Bueno, otro de los capítulos más extensos en el libro es cuando habla de la comunidad de Madrid y las difíciles relaciones que hubo. [Tanto en la desescalada como después de verano, cuando el Gobierno impuso un Estado de Alarma solo en esta región al no llegar a un acuerdo sobre las restricciones a tomar]. ¿Qué fue lo peor de ese enfrentamiento?
R. He de decir que con las comunidades autónomas la relación de complicidad fue buena, de trabajo conjunto, también con Madrid aunque hubo un episodio de desencuentro que es el que relato el libro. Para mí fue desagradable y nosotros, como Gobierno de España, tomamos las decisiones que vimos que había que tomar en base a los intereses generales, tanto de Madrid como del conjunto de España. Y lo relato en el libro sin ninguna otra pretensión que la de explicar por qué decidimos lo que decidimos en aquel momento.
P. Ya se han producido respuestas por parte de los aludidos, incluso con el calificativo de “infame” por parte de la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso. ¿Cómo recibe usted estas críticas?
R. Yo en la pandemia rehuí la confrontación y si la rehuí en la pandemia pues también lo voy a hacer ahora. Y yo lo que digo es que con este libro no pretendo dar ninguna lección a nadie, pretendo explicar lo que hicimos y por qué lo hicimos con un espíritu constructivo y además reconociendo la figura ejemplar de todos los ciudadanos. Esta es mi posición y no voy a entrar en ningún tipo de espiral de confrontación con nadie.
P. Sobre las vacunas, ya en la última de su gestión de la pandemia. Habla de que a Hypra le dijeron que “el Gobierno está dispuesto a todo”. ¿Se había quedado como ministro o el Gobierno con una espinita clavada por no tener una vacuna española?
R. Bueno, yo creo que la primera vacuna íntegramente diseñada y fabricada en Europa va a ser esta vacuna de Hypra. Ahora podemos esperar, si la Agencia Europea del Medicamento le da su aprobación final, creo que es uno de los avances estratégicos más importantes para la industria farmacéutica española, conseguir fabricar una vacuna humana, que no se hacía en España, y una vacuna que nos facilita luchar contra el Covid.
P. Aparte de la gestión, en su libro habla de algunos detalles personales, como los bocadillos de tortilla francesa que almorzaba con una copa de vino. ¿Llegó a aborrecer ese bocadillo por tomarlo tan a menudo o por asociarlo a la pandemia?
R. No, lo tomaba en días en concreto, era una comida frugal, rápida y que me apetecía. Son los pequeños momentos que uno tiene en medio de esta complejidad que nos tocó vivir a todos.
P. Cuenta también que vio la serie de Chernobyl justo en un momento en el que España vivió un momento de crisis. ¿Tenía cuerpo el ministro para seguir viendo desastres en la pantalla?
R. Era una serie que ya la había visto un par de veces. Me gusta mucho porque está muy bien hecha, cuenta cómo va la toma de decisiones, como se tienen que enfrentar a situaciones sensibles. Yo en esos días compartía vivienda con un colaborador muy estrecho que tengo, con Víctor Franco, que no la había visto, y dije ‘vamos a verla otra vez’. Y la vimos juntos, fue una de las series que vimos, yo ya la conocía, me la sé bien.
P. Hace elogios muy personales a todo el equipo y también Fernando Simón a usted en el prólogo. Quería también este libro que no se olvidara su labor ni la de sus colaboradores?
R. Bueno, yo he querido poner de relieve a unos trabajadores que tiene nuestro país y en concreto el equipo que dirigía Fernando Simón, el equipo del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias y del MInisterio de Sanidad, que tuvieron un comportamiento ejemplar como servidores públicos. No escatimaron esfuerzos, ni horas, de acuerdo con sus funciones y mucho más allá de sus funciones. Efectivamente el libro creo que se ve la admiración que siento por su trabajo y por su vocación de servicio público. Creo que es justo poner en valor su trabajo.
P. Cuenta que le pidió a Fernando Simón que no cogiese la moto para desplazarse, por seguridad. ¿Le hizo caso?
R. En el buen sentido de la palabra, sí que me hizo caso. Eran jornadas muy agotadoras y minimizar riesgos siempre está bien. Aunque había poco tráfico, así íbamos juntos en el coche y podíamos departir un poco.
P. Después de todo lo que vivió y cómo se comportó España, cree que de enfrentarnos de nuevo a una situación parecida a la de marzo de 2020 la evolución sería parecida o muy distinta?
R. Yo creo que se han aprendido cosas. Algunas de las situaciones que vivimos, por ejemplo, en relación a la escasez de algunos materiales, no la volveríamos a vivir porque se constituyó una reserva estratégica, se tomaron medidas. Yo creo que estamos un poco más preparados y creo que como sociedad, que no hay que perder nunca la esperanza. Creo también que nos ha enseñado a ser un poco más humildes, menos arrogantes como sociedad, y abordar el papel de la sanidad y de la ciencia. Hemos mejorado como sociedad.
P. ¿La nota que se da como ministro de Sanidad?
R. No me voy a poner ninguna nota, yo lo que sí le puedo decir es que nuestro país creo que actuó con mucha decencia, se comportó con mucha decencia, yo hago un balance de cómo pudimos salir de esa situación muy complicada pero el mérito es del conjunto de los españoles y en particular de toda la profesión sanitaria en su extensión más amplia de la palabra. Yo hice lo que pude y también como supe.
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