La Feria del Libro de Frankfurt es una de las citas más importantes del mundo editorial, si no lo que más. Allí están representados 7.200 expositores, los mejores agentes y editoriales del planeta, y se dice que en sus pasillos se deciden los próximos éxitos internacionales. O, al menos, se firman acuerdos de gran calado.
Cada año, la Feria de Frankfurt ofrece a un país ser "el invitado de honor". Este año le ha tocado a España, un privilegio que ya disfrutamos hace 31 años, en 1991. Para la presente edición, el Ministerio de Cultura ha tirado la casa por la ventana: habrá más de 70 escritores, ilustradores y editores representados, todos ellos de diferentes géneros, de la narrativa a la no ficción. Además, habrá exposiciones en diferentes ciudades alemanas, espectáculos de danza o ciclos de cine. Todo un repertorio para presentar nuestra cultura más vanguardista al mundo por la puerta grande.
Los reyes Felipe VI y Letizia estarán presentes en la inauguración oficial de la Feria (el martes por la tarde) y, aprovechando que están en Alemania, han organizado una visita de Estado. Casa Real, que sigue con sus problemas de comunicación de siempre, se ha limitado a decir que el viaje "sirve para poner de relieve y reforzar los lazos y las relaciones bilaterales entre ambos países". Así, en genérico, sin aportar ni una sola cifra ni un solo objetivo tangible. En Twitter, antes de que los reyes tomaran el avión hacia Berlín, Zarzuela se limitó a decir que "en los próximos días, llevarán a cabo un programa de actividades en la capital y en Fráncfort". Podrían haber puesto datos sobre la Feria del Libro, sobre su volumen de negocio o la cantidad de escritores españoles que venden libros en Alemania, pero no.
En la página web de la Representación Alemana en España hay algunas cifras interesantes: "Después de Francia, Alemania fue en 2021 el segundo mayor socio comercial de España"; "Alemania es el destino número dos de las exportaciones españoles"; "Son más de 1.800 las empresas alemanas que en la actualidad ofrecen en España más de 200.000 puestos de trabajo directos, a los que se suma medio millón aproximado de puestos indirectos"; y podríamos seguir. Hubiese estado bien algún pequeño vídeo para Twitter destacando estas cifras y algunas más. Pero no lo han pensado.
Tampoco han pensado en vender bien la agenda de los Reyes para los próximos días. Sobre el papel, la agenda está bien planteada: en vez de destacar los lazos entre España y Alemania a través del turismo, han querido presentar al país como un estado interesado en la ciencia, la cultura más vanguardista y la tecnología más avanzada, con ingenieros capacitados y científicos de primer nivel. La idea, desde luego, era buena -buenísima, de hecho-. En un momento en que las relaciones entre España y Alemania están marcadas por los topicazos y los estereotipos baratos -el turismo de borrachera de Baleares y la mano de obra barata en las fábricas de coche repartidas por la geografía española-, esta era una gran oportunidad para ayudar a romper estas imágenes y presentar a España como un país que sabe ofrecer mucho más que sol, playa y sangría a buen precio.
La idea era buena, insisto. Pero de nuevo han fallado en la comunicación (ya les pasó en el viaje de Estado a Suecia y parece que no aprenden).
Encuentro con la comunidad española
Comencemos con la agenda. Los reyes llegaron el domingo por la tarde a Berlín y, nada más aterrizar en el aeropuerto, fueron directos a la embajada española en Alemania, donde tuvo lugar el evento con lo que los monarcas siempre comienzan sus viajes oficiales: un encuentro con representantes de la comunidad española residente en el país. Kate Middleton y Guillermo de Gales siempre van a organizaciones sociales que trabajan sobre el terreno e incluso recientemente, cuando fueron a Irlanda del Norte, se dejaron ver en un pub del barrio sirviéndose cervezas y preparando cócteles; aquí algo así de informal sería impensable, lo cual es una pena. En Berlín hay muchos centros y asociaciones de españoles, por no hablar de la cantidad de restaurantes de comida española que han proliferado en la capital alemana en los últimos años. Los Reyes podrían haber organizado un encuentro informal con españoles expatriados (sobre todo, jóvenes) en un ambiente menos encorsetado. Pero no. Aquí se confunde la solemnidad con la caspa.
Entremos en el acto en sí. El Rey llevaba traje oscuro de raya diplomática y corbata lila; Letizia apareció con un pantalón y una blusa fucsias de Hugo Boss, una marca que tiene mucha presencia en su armario. Como ya es habitual, Felipe VI dirigió un discurso a los presentes. Hay que decir que fue más breve que en otras ocasiones y un poco más cercano, cosa que celebramos, porque en otros viajes oficiales -me estoy acordando del de Suecia, por ejemplo-, fue un texto denso y repleto de lugares comunes que se les debió hacer eterno a los presentes. El redactado en esta ocasión había ganado algo, pero seguía con el problema de siempre de las frases demasiado largas y densas.
Recibimiento oficial
Hoy lunes, los Reyes han sido recibidos oficialmente con honores en el Palacio de Bellevue, de Berlín, residencia oficial del presidente de la República Federal de Alemania (Frank-Walter Steinmeiter) y su esposa (Elke Büdenbender). Como es normal en estos casos, han escuchado los himnos, pasado revista a tropas, saludado a unos escolares que les habían dejado estar (y que portaban banderitas), firmado en el libro de honor y departido durante unos minutos.
Casa Real últimamente pone al Rey por un lado con el jefe de Estado y a Letizia con las primeras damas; otras monarquías (pienso en la holandesa) ponen a las dos parejas juntas, lo que mediáticamente queda mejor. Aquí te lo venden como reuniones paralelas, pero ni nos dan información sobre el contenido ni se nos informan sobre lo que han hablado. Al final, queda como una simple fotografía sin excesivo interés para la prensa.
Es una lástima, porque de este modo parece que Letizia se dedique a tomar café con pastas mientras el Rey y el resto de hombres hablan de temas importantes. Y es más lástima aún si tenemos en cuenta que, en esta ocasión (como ya ha pasado muchas otras veces), la interlocutora de Letizia ha sido una mujer muy potente. La señora Büdenbender tiene una carrera profesional interesantísima (trabajaba en una fábrica de construcción de maquinaria mientras estudiaba para poder pagarse la carrera de Derecho; ahora es jueza del Tribunal Administrativo de Berlín).
Hubiese estado bien plantear una reunión de Letizia y la señora Büdenbender con un contenido más significativo (estrategias conjuntas para luchar contra estigmas de la salud mental, por ejemplo). Podría ser un buen momento para ayudar a consolidar a Letizia como un referente en este tema (recordemos que UNICEF la nombró recientemente 'Defensora para la Salud Mental de la Infancia y la Adolescencia'). Pero tampoco nadie lo ha pensado.
Visita a un centro de investigación
Después de esos encuentros paralelos, el Rey ha dado un pequeño discurso en presencia del presidente de la República Alemana. Podría haber dicho alguna frase en alemán, pero más allá del Guten Morgen inicial, no se ha lanzado; error. El discurso ha sido breve y ha subrayado que la voluntad del viaje era destacar los vínculos científicos y culturales; acierto. Sin embargo, ha sido un discurso que ha sabido a poco. Más allá de repasar su agenda para los próximos días, no ha dicho nada destacable; mal.
Pasemos al siguiente acto. El Rey ha ido solo al Instituto Fritz Haber de la Sociedad Max Planck de Berlín, uno de los centros de investigación científica más importantes del mundo. Resulta que la directora de uno de sus departamentos es una española, la investigadora Beatriz Roldán Cueña. También en el centro trabajan bastantes investigadores españoles jóvenes. Ha estado bien que, a parte de la visita de rigor por las instalaciones, el Rey se haya parado unos minutos a charlar con los jóvenes investigadores.
Cena de gala
Esta tarde el rey ha ido a reunirse con Olaf Scholz, el canciller de la República Federal de Alemania. Más tarde, a las siete y media de la tarde, los reyes llegan al palacio de Bellevue para la cena de gala ofrecida por el presidente. Letizia apareció con un diseño de Stella McCartney que ya le vimos, aunque fugazmente, en el 2017, con ocasión del 50 aniversario del rey Guillermo de Holanda.
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