Hay dos revoluciones en marcha contra el régimen de los ayatolás: una dentro, que cada vez implica a más sectores de la sociedad y otra fuera, que demanda medidas similares a las aplicadas contra el Kremlin por la invasión de Ucrania. La disidencia iraní en el exterior ha pedido a los gobiernos occidentales un apoyo similar al que están brindando a Ucrania, después de que las protestas que comenzaron por la muerte de Mahsa Amini, detenida por no llevar bien el velo el 16 de septiembre, se hayan cobrado al menos 215 muertes, entre ellos 27 menores. Una campaña en change.org, que ya ha reunido más de 300.000 firmas, exige que se expulse a los diplomáticos iraníes, a la par que se suman a la huelga general en Irán, convocada por los estudiantes y docentes, empresas del sector químico o del petróleo. Este sábado está convocada una concentración en Berlín para movilizar a la comunidad internacional en apoyo de los que están padeciendo la opresión del régimen.
"Zan, zendegi, Azadi (mujer, vida, libertad)" es el lema de esta revolución que se está gestando y en la que tiene un especial protagonismo la generación nacida después de la llegada del ayatolá Ruhollah Jomeini al poder, en 1979. Las protestas son consecuencias de estas más de cuatro décadas de represión. Mahsa Amini, que tenía 22 años, se ha convertido en un símbolo de esa juventud que no quiere seguir viviendo enclaustrada.
También impactó a la comunidad internacional el gesto de la escaladora Elnaz Rekabi, quien estaría sufriendo presiones tras atreverse a competir sin velo en Seúl. En un extraño mensaje en sus redes sociales, señala que no llevó el velo "por el momento inoportuno y de manera involuntaria". Lo cierto es que su hermano fue detenido y ella corre el riesgo de ser arrestada también. La deportista no había pedido asilo debido a que su marido y gran parte de su familia seguían en Irán.
A su llegada al aeropuerto de Teherán, la deportista ha sido recibido por una multitud, que coreaba "campeona". Con este apoyo el pueblo iraní ha querido mostrar que Elnaz Rekabi no está sola y evitar que fuera detenida.
'J'accuse' por 77 activistas iraníes
En una carta abierta publicada en The Guardian, bajo el título J’accuse, en alusión a la denuncia de Émile Zola por el affaire Dreyfus, 77 figuras del exilio iraní, entre ellas varios activistas de derechos humanos, señalan cómo "los jóvenes iraníes desean todas las cosas que todos queremos: poder reír y vivir, amar y bailar, estudiar y trabajar, tener una opinión y que se les permita expresarla, tener una opción y que se les permita tomar una decisión, ser libres".
Destacan entre los firmantes Elika Ashoori, hija del ex rehén Anoosheh Ashoori, el historiador y activista Ladan Boroumand, y el periodista afincado en EEUU Ramin Haghjoo.
"Estos jóvenes iraníes son audaces y valientes y no están dispuestos a seguir cediendo a la crueldad del régimen. Están luchando por su vida y están luchando con sus vidas. Mientras tanto, el régimen iraní se enemista con su propia población encarcelando, torturando y matando", indica la misiva.
Represión contra menores y enfermos
Son ya 215 los muertos, según Iran Human Rights, en este mes largo de violencia contra la población. Entre ellos hay 27 menores como Asra Panahi, de 16 años, que perdió la vida por negarse a cantar un himno pro régimen la semana pasada. Las fuerzas de seguridad entraron en la escuela en Ardabil el 13 de octubre y pidieron a un grupo de jóvenes que cantaran consignas en favor del ayatolá Ali Jamenei. Varias se opusieron y fueron golpeadas. Asra Panahi falleció como consecuencia de las heridas.
Mientras los ucranianos luchan contra un invasor externo, los iraníes lo hacen contra un enemigo interno"
carta abierta de 77 activistas
Esta represión brutal es lo que lleva a estos activistas a recordar que "mientras los ucranianos luchan contra un invasor externo, los iraníes lo hacen contra un enemigo interno: el régimen. El mundo libre ha demostrado que es capaz de apoyar la lucha por la libertad de Ucrania, se han decidido sanciones en pocos días, se han tomado medidas claras". Instan a que actúen y apoyen al pueblo iraní. "Los líderes de los países democráticos tienen la responsabilidad de actuar y hacer que Irán rinda cuentas por las numerosas violaciones de los derechos humanos de su propia población y de los rehenes de doble nacionalidad, monoparentales y extranjeros".
Precisamente desde Ucrania se están reclamando las medidas más severas hasta el momento contra Irán, debido a que el gobierno de Kiev acusa al régimen de suministrar al Kremlin los drones Shahed-136 que tanto daño están haciendo a sus infraestructuras. El ministro de Exteriores, Dmitry Kuleba, ha pedido al presidente que rompa relaciones con Teherán, y ha instado a los Veintisiete a que impongan sanciones por su apoyo a Moscú, lo que el régimen iraní niega.
Al mismo tiempo, activistas de derechos humanos, como Kaveh Sharooz, han promovido una campaña en change.org en la que se dirige a los países del G-7 (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón) con el fin de que expulsen los embajadores iraníes y demanden la liberación de todos los presos políticos.
En la demanda expresan su preocupación por lo sucedido el fin de semana pasado en la prisión de Evin, donde el régimen solo reconoce cuatro muertos, pero dado que está superpoblada se teme que haya muchos más y haya sido un acto provocado para acabar con muchos disidentes.
El régimen de los ayatolás ha incrementado su represión contra los activistas hasta tal punto que ni siquiera respetan a quienes ya han cumplido su pena. Uno de los disidentes más carismáticos de Irán, Arash Sadegi, que enfermó en la cárcel de cáncer óseo, ha sido arrestado en las últimas horas. Sadegi nunca ha dejado de denunciar los encarcelamientos de presos políticos y de conciencia.
El desafío de la huelga general
Lo que puede ser determinante para el régimen es cómo se están sumando a la huelga general, que promovieron hace dos semanas los estudiantes y luego los docentes, sectores vitales para la economía, como empresas del petróleo o del sector químico. Sería crucial, según fuentes de la disidencia iraní, que se unieran los camioneros. El objetivo es que la protesta se mantenga en el tiempo, a pesar de que el régimen intenta subir los salarios para evitarlo, y el país se pare.
Millones de iraníes se manifestaron en 2009 tras unas disputadas elecciones presidenciales entre Mahmud Ahmadineyad y el reformista Mir Husein Musavi. Los disturbios se llevaron a cabo en grandes ciudades y fue la clase media la que salió a la calle denunciando fraude en favor de Ahmadineyad.
Las dificultades económicas desencadenaron protestas a nivel nacional en 2017 y 2019. Entonces fueron los que tenían más bajos ingresos los que se movilizaron. Ahora, por primera vez, acuden a las manifestaciones jóvenes y mayores, procedentes de todos los sectores sociales, y tanto en ciudades como en pueblos.
Según la activista Ryma Shirmohammadi, "es el principio del fin del régimen. No es por romanticismo. El movimiento sobre Mahsa Amini en el mundo ha sido excepcional. Será la generación de los que nacieron después de la Revolución los que acabarán con el régimen. Son valientes dentro y fuera del país".
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