Tantos primeros ministros está teniendo el Reino Unido últimamente (van haciendo ya como la portada de Abbey Road por Downing Street), que hasta Feijóo ha sido primer ministro allí. Feijóo lo mismo es un insolvente (Sánchez) que dirige la Gran Bretaña con su cosa galaica, gaitera, acantilada y hasta suicida, o eso dice el Gobierno. Y puede ser, porque a Feijóo lo han sacado saliendo de un jersey como de un huevo, en unas fotos para una revista como de barbería fina, y uno lo ha visto muy británico dentro de la ropa o dentro del huevo pasado por agua, o sea incómodo en la elegancia, elegante en la incomodidad, ceremonial hasta en pijama y con cierto picor de armario viejo, sagrado y heredado. Liz Truss en realidad no ha hecho nada, salvo una mudanza de alfombras de ida y vuelta, y el que gobernaba era Feijóo desde su chimenea con jersey, mastín y carillón. O sea que la política fiscal y dandi de Feijóo casi se carga a Gran Bretaña. La verdad es que allí la idea fue bajar impuestos pero subir brutalmente el gasto, y esto último es lo contrario de lo que inspira a nuestro gallego oxoniense. Pero a Feijóo se le ve tan inglés de inglés que ese detalle no nos va a estropear el posado.
Subir el gasto, bajar el gasto, a ver qué importancia puede tener ese matiz. Lo importante es que Félix Bolaños y el resto del Gobierno han visto galleguizarse de repente el Reino Unido antes de lo que ha podido galleguizarse España. Feijóo galleguizaba Londres y nuestra derechona de ataúdes, llovizna y morrión conquistaba por fin la pérfida Albión a través de un señor soso, ducho en refranes y circunloquios, nuestra conquista más gloriosa e inesperada en siglos. Y es que allí han podido tener mucho Churchill (que es un poco su Fraga), y mucho thatcherismo con mano de hierro y peluca de hierro, pero no han conocido el rajoyismo, esa gota china política, ese comecome metaideológico capaz de calar en todo. Feijóo, ahora nos damos cuenta nosotros y se dan cuenta en la Gran Bretaña, es como la fuerza destructora e imparable del aburrimiento, lo que pasa es que él ha llegado antes a Westminster que al Congreso, porque es un inglés vestido de gallego como esos guiris que se visten de peregrinos con sonajeros de conchas.
Resulta que Feijóo ha llegado a Downing Street para hacer su política a la vez de señor de puro y de señor de magdalena mojada en la taza, que uno diría que es la definición más inglesa que se puede dar de Feijóo. Parece algo tan inglés que tiene que ser verdad, que debería ser verdad, y por esto Bolaños y los demás lo han hecho primer ministro o incluso lord protector. Como digo, nadie ha hecho allí la política de Feijóo, que a lo mejor él mismo la está buscando todavía. Si acaso, han hecho la contraria, bajar impuestos pero aumentar gastos, algo que el mercado, o los señores de los puros o las pipas de allí, o el sentido común, han sentenciado rápidamente. Pero debe de ser que Feijóo, que es desapasionado y sólo parece anotar números o glifos a la sombra permanente de un reloj de columna o de un fonógrafo de Henry Higgins, se nos viene más como inglés que como español. Encima, ahora sale en esa revista y yo creo que hay gente, como el propio Bolaños, al fin y al cabo un oficinista con traje de oficinista como un buzo con traje de buzo, un poco deslumbrada por esa estética del tweed y la gomilla floja del jersey, algo que sólo saben vestir de verdad, como una gola, los caballeros.
Feijóo no engaña porque se nota en el porte que es un lord posando de particular
No hay nada más que ver esas fotos de Feijóo, que son como de caballero inglés en sus caballerizas, para darnos cuenta de que es más primer ministro de allí que líder de la oposición sin silla aquí, sobre todo porque el que parece oposición es el Gobierno. Con cuello vuelto o cuello redondo, con nudos gordos o caladito fino, Feijóo no engaña porque se nota en el porte que es un lord posando de particular, como cuando Sánchez posa de particular sin corbata, siendo un truhan de lazo fino. Es decir, que está claro que Feijóo trabaja para los lores o es un lord metido a político, igual que Rishi Sunak, que ahora pretende sustituir al gallego en Downing Street, es un millonario metido a político. Feijóo está con los de los puros y con los falsos camperos de Balmoral, esa aristocracia con chubasquero y perrera, y ha estado a punto de arruinar a la imperial Inglaterra aun sin saber todavía dónde sentarse aquí. Y es que la derecha eternal, el liberalismo salvaje (con el liberalismo hay que poner salvaje siempre, como se pone lobo feroz), es más o menos igual en todas partes. O todo esto es lo que nos dice el Gobierno, que va a terminar encumbrando como mito de ultramar a un señor sosales que, seguramente, ni sabe aún que haría con España ni posa como un caballerete sino sólo como un gallego de pesca.
Feijóo ha sido primer ministro del Reino Unido, más como un inglés de Tip y Coll que como un adelantado de la derechona continental o patria, o al menos por aquí muchos lo han vivido así. Nadie en Gran Bretaña ha hecho la política de Feijóo, que ya veremos en qué queda, pero se diría que el búnker de Sánchez no sabe discurrir otra cosa que poner a gobernar ya al líder del PP, allí en Londres con paraguas y fusta, o aquí con Sánchez haciéndole oposición como el que le hace fotos de seducción de lavalanas.
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