El escritor cubano Leonardo Padura (La Habana, 1955) reconoce que las giras le agotan, que las presentaciones de sus novelas en ocasiones son algo ingratas. Lo afirma tras volver a comprobar que en las numerosas entrevistas que realiza, la situación de su país suscita más preguntas que sus propias obras. "Tengo dos profesiones, la de escritor y la de cubano", asegura. En esta ocasión, la gira la provoca su último trabajo 'La transparencia del tiempo' en la que por octava ocasión, su personaje, el ex policía y ahora investigador amateur, Mario Conde, se sumerge en los bajos fondos de La Habana en busca de una talla robada, la de la Virgen de Regla.
Pregunta.- Mario Conde, el protagonista de La transparencia del tiempo le acompaña desde hace 28 años. Esta es su octava novela. Sus investigaciones son de algún modo una indagación de la historia de la Cuba de las últimas tres décadas. ¿Cómo ha cambiado este personaje en todo este tiempo?
Respuesta.- El personaje ha cambiado. En la cuarta novela dejó la policía y se convirtió en comprador y vendedor de libros viejos, que es lo que trata de seguir haciendo. También ha envejecido. Va a cumplir 60 años y en la primera novela tenía 36 años. En lo esencial sus principios siguen siendo más o menos los mismos. El sentido de la fidelidad y la decencia, el sentimiento de la justicia y el compromiso por restablecer un orden. También el principio de que los hijos de puta no paguen por lo que hacen. Su grupo de amigos sigue siendo el mismo, más envejecido y cansado, más agotado. El ha tratado de levantar una especie de muralla con la que se protegen de lo que pasa fuera, conservan ritos que los identifica. Oyen siempre la misma música, toman ron, comen todo lo que pueden y cuando pueden y hablan ‘mierda’, como dicen ellos, porque hablar ‘mierda’ es parte de la vida.
P.- ¿Qué le ha aportado caminar por la vida durante 28 años junto a él?
R.- Me aporta una perspectiva del hombre de la calle, de la realidad. Cuando era policía también era atípico, casi un antipolicía. Después tiene que vivir en la calle buscándose la vida y eso le da una perspectiva de la realidad de La Habana. En su trabajo, en sus investigaciones, recorre la ciudad y va dejando un testimonio de cómo es la parte física y moral de la ciudad, de cómo van cambiando y se van deteriorando, y van apareciendo nuevos fenómenos que lo hacen sentirse extraño en su propia Cuba.
El personaje de Mario Conde me aporta la perspectiva de la calle. Nunca quise escribir novela policiaca a la cubana, suelen tener carácter propagadístico
P.- Usted es escritor y periodistas. Y Mario Conde, ¿qué es? ¿un detective o un cronista de la vida cubana?
R.- Mi intención es hacer esa crónica de la vida cubana. En la primera novela no lo pensé. Quería escribir una novela policiaca cubana, que fuera muy cubana pero que no se pareciera a las novelas policiacas cubanas que solían ser de carácter propagandístico. Quería que tuviera una visión más realista y critica respecto de la realidad. A lo largo de las novelas se ha ido creando esa crónica, historias en las que el argumento policial no es lo más importante. Mis tramas policiacas son sencillas, no hay una violencia, una persecución ni tiros. En su proceso de investigación realmente lo que hace es investigar la sociedad en la que vive.
P.- Escribir a través de un personaje de ficción, ¿le permite decir y contar cosas que quizá en persona o en la vida cotidiana en Cuba cuesta decir?
R.- No, yo no tengo ni doble ni triple discurso. Dentro de Cuba digo lo mismo que fuera de ella. En mis novelas digo lo que necesito decir, en mis crónicas también. El periodismo tiene un carácter más coyuntural y la literatura debe tener un carácter más permanente, a pesar de que yo trato de que mi periodismo no sea excesivamente coyuntural. He podido publicar ocho libros de periodismo, trato de que sea un periodismo con permanencia y no tan coyuntural.
P.- Sumergirse por los bajos fondos de La Habana, ¿le ha llevado a descubrir un lado oscuro diferente al del resto del mundo o los bajos fondos son similares en cualquier rincón del planeta?
R.- Los bajos fondos de Cuba tienen una particularidad y es que Cuba es un país donde en estos momentos hay droga pero no narcotráfico, hay prostitutas pero no un negocio de la prostitución organizado. En los bajos fondos de Cuba prácticamente no hay armas de fuego y la violencia del cubano, incluso en los bajos fondos es más verbal que física. La gente se grita cuatro cosas y dos empujones y no pasa de ahí. Esto no quiere decir que nos se haya incrementado ese nivel de violencia como parte de una reacción lógica a una situación económica que se deterioró hasta el infinito en los años 90 y que nunca se ha recuperado.
No tengo doble discurso dentro de Cuba digo lo mismo que fuera de ella. En mis novelas digo lo que necesito decir.
P.- Y en esos bajos fondos cubanos, ¿también hay política?
R.- No, la supervivencia se lo lleva todo. La gente no creo que tenga una perspectiva política, aunque todo lo tenga, todo responda a condiciones políticas.
P.- Si su personaje tuviera que abrir una investigación en los ámbitos del poder cubano, ¿por dónde le gustaría sumergirse? ¿Qué investigaría?
R.- Mario Conde nunca haría eso, no le interesa en absoluto. Ya lo hizo en otros momentos. No hace un análisis el poder porque no llegaría a ese mundo y menos ahora que hace investigaciones que le piden de modo amateur.
P.- ¿Tiene campos intocables para investigar?
R.- No, creo que ha pasado por todas las escalas de la sociedad cubana que tiene a su alcance. A través de su mirada se da una visión global de la realidad cubana. Creo que la literatura no debe tener una vocación política. Cuando el escritor escribe sobre política tiene dos riesgos; una escribir un panfleto o ser utilizado por los políticos.
P.- ¿Está cansado de que siempre se hable de la decadencia de Cuba?
R.- Me cansa en la medida que me afecta como ciudadano que vivo en Cuba y que para conseguir, por ejemplo, una lata de pintura me es difícil. Me cansa sobre todo porque sé que hay personas que durante muchos años han vivido en condiciones precarias. En un país donde el presidente del Gobierno reconoce que el salario que paga el Estado es insuficiente para vivir y el 90% de la fuerza laboral trabaja para el Estado, puede imaginar las condiciones en las que se vive.
A partir del año 1990 en Cuba se empezó a sobrevivir . La caída de la URSS demostró que la bonanza vivida en los 80 era una realidad virtual
P.- ¿Cuándo se dejó Cuba de vivir para pasar a sobrevivir?
R.- A partir de los años 90. En 1990 hubo un corte. En los 60 había dificultades por el cambio político radical en el que desapareció la relación económica que tenía Cuba con los EEUU y esto se repitió en 1990 con la desaparición de la Unión Soviética. Eso demostró que la cierta bonanza vivida en los 80 era en realidad un país virtual que dependía de un soporte externo. Raúl Castro ha dicho que la economía ha sido la gran asignatura pendiente del sistema cubano. Nunca se ha logrado productividad, eficiencia, calidad y cantidad de producto que el país necesita. Hasta hace poco se importaba el 80% de lo que se consumía en alimentos.
P.- Cuba es un país con una población formada, con cultura. ¿Dónde y cuándo se echó a perder? ¿Qué diría que falló para que ahora se encuentre así?
R.- Eso habría que preguntárselo a los políticos cubanos. Yo soy un observador de los fenómenos. No soy un generador de causas ni un analista económico como para responder esto. Yo escribo novelas y hago periodismo. Tengo una doble profesión, la de escritor y la de cubano. Si fuera costarricense seguramente no me haría la mitad de las preguntas que me está haciendo y me preguntaría más por mi novela, pero me tengo que explicar la vida explicando cosas sobre Cuba, lo cual me agota. De los libros es de lo que menos hablo.
Tengo una doble profesión, la de escritor y la de cubano, De los libros es de lo que menos hablo y de lo que menos me preguntan
P.- Hablemos del libro. En él aborda la degradación cultural y de valores. ¿Dónde lo percibe?
R.- Además de los problemas económicos, ha habido una ostensible pérdida de valores. En una sociedad en la que la gente debe preocuparse por la supervivencia se produce una pérdida de valores.
P.- ¿Las nuevas generaciones pueden cambiar las cosas? ¿Miran hacia el interior de Cuba o piensan más en cómo salir de ella?
R.- Hay un porcentaje de jóvenes que lo que les interesa es emigrar, otros quieren permanecer en el país y trabajar para que sea mejor. Ojalá unos logren lo que quieren de modo individual y otros logren lo que se necesita de manera social.
P.- ¿Cuál es la gran esperanza para que todo pueda reconducirse? Se habla ya de la sucesión de Raúl Castro. El cambio de Fidel a Raúl no ha traído el cambio que se esperaba. ¿La sucesión de Raúl la traerá?
R.- Hay que esperar. Estamos a la expectativa. Veremos qué puede pasar con nuevos nombres al frente del Gobierno. Se habla de continuidad. Raúl Castro, según tengo entendido, seguirá al frente del partido y en un país de partido único, decide muchas de las políticas del Gobierno. El futuro es tan impredecible como a veces lo es el pasado, como reflejo en la novela.
Soy un escritor con poca imaginación, me cuesta tener una idea para escribir y cuando se me ocurre la cuido mucho"
P.- Trabaja ya en su próxima novela en la que abordará la realidad de los cubanos dispersos por el mundo.
R.- Bueno, estoy pensando en ella, sí, pero sólo tengo una idea y un título. Me falta construir muchas cosas. Las historias de los personajes, etc. Tendrá que ver con la dispersión de los cubanos por el mundo.
P.- ¿Y aparecerá Mario Conde como personaje o no?
R.- Pienso que no, pero aún no lo he decidido.
P.- ¿Cuál es la novela que le gustaría escribir algún día y tiene como asignatura pendiente?
R.- Si tuviera dos ideas de novela en la cabeza sería el hombre más feliz del mundo. Con tener una idea maltrecha, como la que tengo ahora, ya me siento tranquilo. Soy un escritor con poca imaginación, me cuesta mucho que se me ocurra una idea para escribir y cuando se me ocurre la cuido mucho.
P.- ¿Cuál es el proceso de escritura que sigue?
R.- Primero debo tener una pequeña historia y saber dónde va a ocurrir, qué conocimientos que no tengo debo adquirir para escribirla. Entonces comienzo un proceso de investigación y después comienzo a escribir. Una de las cosas que más me impulsa a la hora de escribir son mis ignorancias, que me obligan a un acto de estudio y conocimiento, investigación que me satisface casi tanto como el de escritura.
P.- En la ‘Transparencia del tiempo’ habla de la Virgen de Regla y de Cataluña. ¿Ha seguido lo que sucede en Cataluña?
R.- Sí, pero no opinó sobre el tema, no me gusta opinar de realidades en las que no vivo. Hay matices y conflictos que uno no conoce en profundidad y emitir un juicio puede ser una actitud muy aventurada por parte de alguien que viene de fuera. Pasa mucho con Cuba. La gente va 15 días de vacaciones a y después me tratan de explicar a mi cómo funciona Cuba.
A la Virgen de Regla el milagro que le pediría sería que los cubanos puedan vivir con su salario dignamente
P.- ¿Qué milagro le pediría a la Virgen de Regla?
R.- Que los cubanos pudieran vivir con su salario dignamente. El promedio es de 480 pesos (16 euros). Un médico gana unos 40 euros. Ojalá eso pueda ocurrir porque hay mucha gente que se ha sacrificado mucho durante muchos años y merecen una recompensa en vida. Durante muchos años se nos prometió el futuro a mi generación, que soñó con ese futuro y el futuro ha sido más sacrificio.
R.- Usted tiene 62 años. Su generación, ¿se siente engañada, frustrada… cómo lo definiría?
R.- Mi generación es una generación que creció en la revolución e hizo todo lo que se le pidió que hiciera. Yo con 15 años cortaba cañas con un machete y la mano en carne viva. Luego fui a Angola como periodista durante una año. He hecho casi todo lo que mi generación hizo. Tengo la fortuna de que mi trabajo me ha permitido realizarme. Pero otros muchos o se han ido al exilio o son profesionales de alto nivel con escaso reconocimiento. Es una generación que mereció recibir más por lo que aportó y todavía puede aportar pero que en estos momentos es demasiado vieja para reciclarse y demasiado joven para morirse.
P.- Asegura que hoy tiene “menos fe, es menos crédulo y tiene menos alegría”. Permítame, llegar a esa conclusión es deprimente…
R.- No, no lo creo. Cuando uno tiene 20 años todo es alegría y cuando tiene 60 le duelen partes del cuerpo que ni se imaginaba que tenía. Es un proceso lógico. Mi trabajo de escritor me da grandes satisfacciones, pero es un trabajo agónico. Cada vez te sientes más responsable por tu obra, sobre todo si has logrado cierto reconocimiento, te obliga a no defraudar a los demás ni a ti mismo.
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