Marlaska ya estaba ahí cuando Pedro Sánchez hizo no un Gobierno sino un casting, aquello entre isla de famosos, all star y musical de gatos. Había nombres más de revistero que de ministerio, había pesos pesados orgánicos e históricos que parecían viejos jardineros de la casa, había personajes chusqueros que ya posaban en las fotos de reojo, y había perfiles funcionariales o técnicos, que es una manera de intentar que la política se confunda con la ingeniería, como ya hicieron Franco o Luis XVI. Para esto suele venir bien meter a un juez de ministro, que es como llevarte la misma balanza de la Justicia, balanza de pesar almas como diamantes, y convertirla en báscula de un fielato. Si había ministerios que pesaban y repartían hormigón, podía haber ministerios que pesaran y repartieran justicia o sensación de justicia. Lo sabía Felipe González, que respondió a la corrupción fichando jueces, y también lo sabe Sánchez, que quizá necesitaba jueces como el equipo que necesita porteros. Puede parecer que Marlaska está quemado, pero para Sánchez sigue siendo el último defensor o el último alabardero.
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 Jack Daniel's contesta a la retirada de whisky de EEUU en los supermercados de Canadá
- 2 Putin es favorable al alto el fuego pero dice que hay que discutirlo
- 3 Aitor Cubo: la Guardia Civil aporta de nuevo la prueba "perdida": declarará este día
- 4 Un actor de La Promesa confirma su marcha y un requisito
- 5 El enemigo público de Marruecos: “Temo por mi vida"
- 6 Pavía, 1525; la batalla triunfal de la infantería española
- 7 Elisa Mouliaá cede a una ONG el piso que compró con lo que ganó en televisión hablando del 'caso Errejón'
- 8 Feijóo y la burla de Moncloa: "Charla y café, pero sin información"
- 9 Cambiar de teléfono móvil para no dejar pruebas de una infidelidad