Finalmente, la candidata será ella. Reyes Maroto, la ministra de Industria, Comercio y Turismo. Así lo confirmaban fuentes de su entorno a este diario y así lo hizo oficial este lunes ella misma. Ella será, pues, la que rivalice con José Luis Martínez-Almeida por la alcaldía de Madrid en las próximas elecciones municipales del 28 de mayo de 2023. Ella será la cabeza de cartel por el PSOE, la elegida por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para disputar una plaza maldita para su partido, para levantar una formación hundida en las urnas y cerca del abismo en 2019.
La candidata será ella, como bien habían apuntado en la federación en las últimas semanas —y avanzado en este diario— a partir del retrato robot que había pintado el líder regional, Juan Lobato, muñidor del nombramiento junto con el jefe del Ejecutivo. No había mucho margen para la sorpresa, menos aún cuando Sánchez la señaló directamente el jueves pasado, y no la ha habido.
Este 14 de noviembre se diluyó el secreto guardado celosamente durante dos meses: Maroto, que recibió la propuesta "a primeros de septiembre", según la cúpula autonómica, tenía previsto anunciar oficialmente en un acto en la ciudad este lunes por la mañana que presenta su precandidatura a las primarias del PSOE-M, justo una semana antes de que arranque formalmente el plazo reglamentario interno. A partir de entonces, tendrá que recoger avales —entre un 12% y un 15% del censo de militantes de la capital: entre 600 y 750 firmas— y, si no hay más aspirantes, como se espera, será proclamada candidata oficial el 30 de noviembre, sin necesidad de poner las urnas. Su nombramiento, y la más que probable salida de otra ministra, la de Sanidad, Carolina Darias, para liderar el cartel de Las Palmas, fuerza a Sánchez a remodelar su Gabinete. No se cuenta con que el ajuste sea inminente, sino más adelante, para que ambas puedan aprovechar la plataforma institucional a su favor en sus respectivas precampañas.
Toda una señal su estreno: arropada por pesos pesados del Ejecutivo y del partido, desde Calviño a Montero, Bolaños y Alegría
Ferraz y el PSOE-M habían preparado una operación en dos tiempos: en septiembre, se proyectaba a Lobato como aspirante a la Presidencia de la Comunidad de Madrid y en noviembre, la candidata a la alcaldía. De ahí el hermetismo en estos dos meses, recalcan en el cuartel general del partido, y "nunca hubo otros planes". Y Maroto, añaden, fue "la elegida desde el principio". La tardanza, sin embargo, ha alentado las especulaciones y el nerviosismo interno, y animado al PP a decir que ella es la designada "por descarte", como de hecho hizo este lunes Almeida.
En realidad, la titular de Industria pretendía aguantar unos días más antes de lanzarse a la carrera, pero la fruta estaba ya muy madura, por la expectación de las últimas semanas —que había llegado a exasperar a la federación—, y porque Lobato había dado muchas pistas inequívocas. Tampoco tenía mucho margen, porque el miércoles parte para Corea del Sur, para acompañar a Sánchez en su viaje oficial al país. Ella se reservó por tanto su anuncio para este lunes, coincidiendo con la inauguración de la I Jornada de Turismo organizada por la agencia Europa Press, en el edificio El Beatriz de la capital, aunque la noticia saltó hora y media antes. Había que "pinchar el globo ya", apuntaban su equipo, conscientes de que no se podía apurar ya más, porque el efecto sería contraproducente.
Maroto estuvo arropada por varios compañeros de Gabinete, pesos pesados del Ejecutivo y del partido, en una prueba de respaldo cerrado a la nueva candidata y a la apuesta del presidente por Madrid: a su lado, la vicepresidenta primera, Nadia Calviño; la ministra de Hacienda y número dos del PSOE, María Jesús Montero; la titular de Educación y portavoz federal del partido, Pilar Alegría; el responsable de la Presidencia y mano derecha de Sánchez, Félix Bolaños; la ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, y el titular de Cultura, Miquel Iceta, además del propio Juan Lobato. La sola presencia de todos ellos, comunicada por la Moncloa la noche del domingo en su agenda diaria del Gobierno, ya era reveladora. Era la señal definitiva de que era el momento elegido del anuncio. Ella es una "hormiguita de la política" que será una alcaldesa que "cuide de los madrileños y no de los comisionistas", una "candidata extraordinaria para competir por Madrid", la definía a primera hora Bolaños en la SER.
Si algo quieren evidenciar la Moncloa, Ferraz y Buen Suceso —la sede regional del PSOE— es que no dan por perdida la capital, por lejos que parezca conseguir un objetivo, dado que la Comunidad y el Ayuntamiento son feudos puros del PP, pero los socialistas consideran "vulnerable" a Almeida. De ahí que Sánchez y Lobato apostaran por una candidatura "potente", desplazando a la que se presumía como aspirante natural, la delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González. Su lanzamiento, no obstante, suscita dudas en el PSOE-M, porque pese a su talante "trabajador" y "solvente", ha mantenido un perfil discreto, escasamente visible. En suma, es poco conocida en la capital, por lo que se cree que no aportará muchos votos por sí misma a la marca, aunque Lobato sí ha ido anticipando sobre qué cimientos se sustentará su campaña: su perfil de gestora para "ordenar" la ciudad y limpiarla y dotarla de un proyecto "de futuro".
En esos atributos también hacía hincapié el presidente el pasado jueves en una entrevista en La Sexta, cuando fue preguntado por las posibles salidas de las responsables de Industria y de Sanidad: "Son dos extraordinarias ministras, comprometidas con su trabajo, buenas gestoras, con capacidad de liderazgo y que pueden garantizar solvencia a los proyectos políticos allí donde estén". Poco más había que decir: ambas eran señaladas por el jefe. Con nitidez.
"Vocación de permanencia"
Maroto es, por tanto, la mujer de partido, "conocida" por los ciudadanos —en realidad, no lo es tanto, pese a que ha cumplido cuatro años en el Gobierno y en la misma cartera—, "querida" por la militancia, que se ha pateado los barrios en actos del PSOE-M, con "vocación de permanencia" en el Ayuntamiento de la capital para "los próximos 10-15 años" y que tendrá dejar su puesto para asumir el reto de la candidatura a la alcaldía, primarias mediante. Ella era la única que podía ceñirse ese traje dibujado por la cúpula autonómica, y así ha sido. Ahora la ministra afronta un viaje incierto con "convicción y determinación".
Maroto, de casi 49 años, saltó a la política activa en 2015, cuando Gabilondo la sumó a sus listas. En 2018 saltó al Gobierno de Sánchez
Es, en realidad, su segundo gran reto en su corta carrera política. Reyes Maroto Illera —nacida el 19 de diciembre de 1973 en Medina del Campo (Valladolid), aunque criada en la infancia y parte de la adolescencia en el pequeño pueblo pucelano de Ataquines— dio su salto a la política activa en 2015, en las autonómicas que encabezó Ángel Gabilondo por el PSOE, y a los tres años, en junio de 2018, Sánchez la reclutó para Industria, Comercio y Turismo, para que fuera la primera mujer que liderara ese ministerio en la historia. Y allí ha permanecido desde entonces, pese a que su nombre sonaba en las quinielas como una posible salida. Ya sonó como candidata en otras ocasiones, y se la aupó como vicepresidenta de un Ejecutivo de Gabilondo en 2021, pero el PSOE fracasó estrepitosamente en las urnas regionales frente a Isabel Díaz Ayuso y fue aventajado por Más Madrid.
Maroto, licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad de Valladolid, hija de un agricultor y un ama de casa, con un posgrado en Economía y Finanzas por el Centro de Estudios Monetarios y Financieros (Cemfi) y un máster en Evaluación Sanitaria y Acceso al Mercado por la Universidad Carlos III de Madrid, centro del que fue profesora asociada y al que llegó en 1999. Antes de aterrizar en la Asamblea de Madrid, pasó por Fedea (1998-2003), Quasar (2003-2005), Analistas Financieros Internacionales (2005-2011), la fundación Ideas (2011-2013) y el Grupo Socialista en el Parlamento Europeo (2014-2015). 15 años de experiencia profesional... y diez meses, en 2013, en el paro.
En la Cámara regional, fue portavoz en la Comisión de Presupuestos —en las primeras cuentas de Cristina Cifuentes, las de 2016, se incluyeron 250 enmiendas, la mitad del PSOE-M, se recuerda en su biografía oficial—, y pronto dio el paso a la vida orgánica: José Manuel Franco, secretario regional del partido en 2017, la integró en su ejecutiva como secretaria de Desarrollo Sostenible. Milita en Alcorcón, localidad del cinturón rojo de la región.
Un perfil moderado y de interlocución con la empresa
Al llegar Sánchez a la Moncloa, en junio de 2018, la nombró ministra de Industria, Comercio y Turismo, departamento desde el que afrontó crisis del sector como la de Vestas —recién llegada a la cartera—, la de Alcoa, las huelgas del metal en Cádiz o la búsqueda de un inversor para salvar a la galletera Siro. También impulsó la reconversión de la industria durante la pandemia, para la fabricación de productos higiénico-sanitarios, y ayudó a levantar el sector turístico, hundido por la crisis del coronavirus. Pero se le ha reprochado el lento despliegue de uno de los proyectos estratégicos claves financiados con los fondos europeos: el PERTE del vehículo eléctrico y conectado. La ministra, no obstante, pudo anotarse un tanto el miércoles pasado, cuando Seat-Volkswagen anunció que acepta los 397 millones de euros de ayudas públicas —la partida que el Ejecutivo le asignó para lanzar un proyecto que movilizará 10.000 millones en inversiones—. En su haber, un perfil moderado y de interlocutora constante con el mundo de la empresa, rasgo nada menor para una plaza como la capital, centro del dinero y de probado talante conservador.
Ha salvado varias crisis y se ha anotado el sí de VW a las ayudas del PERTE, pero no ha brillado desde su ministerio
Maroto, pese a una gestión no demasiado controvertida y sin estridencias, no ha sacado brillo a su ministerio. Sigue siendo una de las integrantes del Gabinete de Sánchez menos conocida. De hecho, cuatro años y medio después de incorporarse a él, no la identifica el 46,6% de los ciudadanos. Y tampoco se la asocia especialmente a Madrid, hecho que explican en su equipo porque las crisis industriales han saltado fuera de la región, en comunidades como Castilla y León, Asturias, Andalucía o Galicia, donde "sí es más conocida".
La titular de Industria no ha formado parte del núcleo duro del presidente, de su sanedrín político, aunque sí que ha gozado de su confianza en todos estos años. No la apartó de su lado en este tiempo y ahora la promociona para una candidatura muy complicada, en la que tendrá que remontar los escuálidos datos que le dejó su predecesor, Pepu Hernández: cuarta fuerza en la capital y solo ocho concejales. El PSOE no toca la alcaldía desde 1989 y ahora, según las encuestas, no la tiene tampoco a su alcance. Sánchez postula a una aspirante con un perfil radicalmente distinto: no es galáctica, pero sí de partido y con los galones que confiere haberse sentado más de cuatro años en el Consejo de Ministros. Maroto arranca nueva andadura, y no será un camino de rosas. Su primera tarea será ilusionar y motivar a una militancia ayuna de poder desde hace décadas y cansada del baile de nombres de las últimas semanas. Danza que incluyó al periodista Jorge Javier Vázquez. Y la siguiente, la crucial, atraer al electorado progresista e incluso superar a Más Madrid, la primera opción en la izquierda de la capital desde 2015.
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