Óliver, el niño que fue trasladado de urgencia desde México para ser operado de un tumor cerebral, ha inciado un tratamiento oncológico para eliminar la acumulación de líquido en el cerebro que no se pudo sacar durante la última operación realizada por los médicos del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona.
Según ha recogido La Opinión de Málaga, pese a que el pequeño no puede comer y mantiene la sonda, su familia es optimista: "El niño ha cambiado de la noche a la mañana, ya ha cogido un par de kilitos", indicó su abuelo, que añade: "Ya anda unos cuantos pasitos, se mueve, se ha montado en los columpios, va haciendo una vida más normal, una vida más de niño", informa el medio citado.
El próximo reto para el pequeño Oliver es la terapia de protones, un tratamiento muy específico para tumores grandes. La familia se trasladará a Madrid durante el proceso, ya que los dos únicos centros que acometen la terapia se localizan en la capital de España. Tal y como indica La Opinión de Málaga, será la Clínica Universitaria de Navarra la que se encargará de hacerlo.
Después de la última operación, Alejandro, el padre de Óliver, mostró su satisfacción a los medios porque su hijo "está cada día mejor" y va dando "pequeños pasos". "Cada día se recupera más, dice una palabra nueva, un gesto, una mirada"
"Llegamos con un diagnóstico muy malo y ahora tenemos un camino por recorrer", añadió el pasado mes Alejandro, que en su nombre y el de su mujer insistió en agradecer su labor a los sanitarios.
Tanto el padre del niño como el personal de Sant Joan de Déu advirtieron de que el caso de Óliver es solo uno de los más de 1.000 de cáncer infantil que hay en España. "El caso de Óliver es particular, pero no es el único. Estos días he podido hablar con muchas familias. Algunas están peor que Óliver, otras mejor", ha señalado Alejandro.
El empresario en el anonimato
La doctora Ofelia Cruz, oncóloga del Sant Joan de Déu ha indicado que sólo en su hospital tienen alrededor de 100 casos de cáncer infantil, unos 1.200 pacientes de cáncer pediátrico en toda España.
El caso de Óliver despertó interés mediático porque el niño llegó desde México, donde residía con sus padres, después de que los doctores que allí le trataron determinaran que no era viable extirparle el tumor por su estado de fragilidad.
Comenzó entonces un viaje a contrarreloj de Óliver y su familia desde Cancún (México) hasta Barcelona, con un avión medicalizado costeado por un empresario que mantiene el anonimato.
El niño llegó a Sant Joan de Déu el pasado 26 de octubre y al cabo de 48 horas fue operado por primera vez para tratar la hidrocefalia que padecía (acumulación de líquido en el cerebro), lo que era necesario para proceder a la segunda cirugía, en este caso para extirpar el tumor, que tuvo lugar hace diez días, una cirugía de más de 10 horas con una docena de profesionales implicados
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