La Policía Nacional ha detenido en Madrid a Michael J. Pratt, uno de los criminales incluidos en la lista Ten Most Wanted Fugitives (los 10 fugitivos más buscados) del FBI. Se trata de un neozelandés condenado a cadena perpetua en Estados Unidos por delitos de pornografía infantil, explotación sexual, agresión sexual y ganancias ilícitas de más de 17 millones de dólares.
Se dedicaba a la producción audiovisual de pornografía, reclutando mediante engaños a menores y mujeres de corta edad, llegando a ganar más de 17 millones de dólares. Usaba a otras mujeres a las que pagaba para convencer a las víctimas de que el material nunca sería publicado, además de retenerlas y obligarlas a realizar prácticas sexuales a las que previamente se habían negado de manera expresa.
Se trata de la primera detención en nuestro país de uno de los delincuentes incluidos en la lista del FBI. Hasta el momento, más allá de las fronteras de los Estados Unidos tan solo se ha capturado a 57 de estos prófugos.
Coacciones y violencia
La búsqueda internacional de Michael J. Pratt dio comienzo con su fuga de los Estados Unidos de América tras ser condenado a cadena perpetua por delitos de pornografía infantil, explotación sexual, agresión sexual y ganancias ilícitas de más de 17 millones de dólares. El proceso judicial se centró en hechos relativos a la realización de producciones audiovisuales de contenido pornográfico entre los años 2012 y 2019.
El fugitivo reclutaba a menores de edad y a mujeres muy jóvenes procedentes de todo Estados Unidos y de Canadá, publicando para ello anuncios en Internet en los que se ofrecían supuestos trabajos de modelo que sin embargo finalmente resultaban ser grabaciones pornográficas.
Para captar nuevas víctimas pagaba a otras mujeres que servían de “cebo”, a fin de que convenciesen a las mujeres de que el material grabado no sería publicado con posterioridad en la red. Según testimonios de las propias víctimas, en ocasiones eran retenidas en contra de su voluntad en los lugares de grabación, y no se les permitía abandonarlo hasta que hubiesen cumplido las pretensiones exigidas por la productora propiedad del prófugo, y en los peores casos, eran obligadas a realizar prácticas sexuales a las que de manera expresa previamente se habían negado.
Todo el contenido pornográfico finalmente terminaba en páginas web de temática pornográfica, generando unos beneficios de más de 17 millones de dólares.
Recompensa
De forma paralela a la investigación policial, las autoridades del país norteamericano destinaron importantes recursos al caso, llevando a cabo campañas publicitarias encaminadas a recabar cualquier información que facilitase la detención del fugitivo, ofreciendo incluso una recompensa de 100.000 dólares a cambio de cualquier pista relevante. Motivo por el cual, se desplazaron a nuestro país varios investigadores privados, cuyas pesquisas en Barcelona resultaron igualmente infructuosas.
Finalmente, tras un año de exhaustiva búsqueda a lo largo de toda España, el 21 de diciembre se detectó la presencia del fugitivo en un céntrico hotel madrileño, donde se alojaba bajo una de las múltiples identidades falsas que había empleado para evitar su localización.
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