Letizia ha celebrado este año 2022 su cincuenta cumpleaños, una de esas fechas que te hacen mirar atrás y hacer balance de lo bueno, lo malo y también lo que queda por delante. No fue un aniversario especialmente señalado en los medios (la muerte de la reina de Inglaterra empañó tan destacada fecha), pero aún así algunos artículos se le dedicaron en aquel momento.
Todos decían prácticamente lo mismo: que Letizia es una reina rebelde a la que le costó lo indecible amoldarse a la familia real y al caposísimo funcionamiento de la Casa Real. Siendo sinceros, cualquiera de nosotros al ver el percal por dentro, con una familia desestructurada y más de una controversia y escándalo que acabó saliendo a la luz, hubiésemos salido corriendo. Y aunque la familia hubiese estado unida y hubiese sido realmente sencilla y campechana, tal como nos hacían creer, el tipo de actos que entonces se estilaba en la Zarzuela (y que aún, de vez en cuando, estila) hubiese acabado de convencernos de que lo mejor era poner tierra de por medio.
La difícil adaptación
Pero ella aguantó por eso de que el amor es ciego y de que, seguramente, debió creer que podría cambiar ciertas cosas. Pero no pudo cambiar ni una coma y su cara en los actos delataba que aquel ambiente cortesano la ahogaba. Tan solo cuando, en medio de la vorágine de escándalos, Juan Carlos abdicó, Felipe subió al trono y ella se convirtió en reina, Letizia pudo poner su grano de arena.
Sin embargo, hay que ser sinceros y reconocer que le ha costado encontrar su sitio. Los modelos de antaño no le podían servir y, aunque en su petición de mano reconoció que se inspiraría en el "ejemplo impagable de la reina Sofía", en la práctica ninguna cosa que hiciera su antecesora se podía usar. Ha heredado muchas de sus presidencias honoríficas, entre ellas la de la Cruz Roja y la Asociación Española contra el Cáncer, pero ya está.
Letizia al principio se notaba que no sabía qué hacer exactamente y que su agenda era un tanto errática y no bien utilizada. La reina se preparaba a conciencia cada acto al que acudía, pero ninguno acababa de funcionar mediáticamente. En los viajes de cooperación se la veía fuera de sitio.
En busca de un tema
Ninguna temática parecía ajustársele. Probó con temas de educación, pero no acabó de cuajar; luego se dedicó con ahínco a dar visibilidad a las enfermedades raras y la verdad es que se implicó mucho, pero últimamente parece que el tema ha pasado a segundo plano en su agenda. Hubo un tiempo en que parecía que se iba a dedicar a la promoción de las tecnologías y la lucha contra la brecha de género tecnológica, pero se quedó en nada. También parecía que quería dedicarse a la promoción de la lectura, pero solo acudía a actos con cuentagotas.
No ha sido hasta hace realmente poco que Letizia parece que le ha cogido el tranquillo. Adiós a los actos más tradicionales de las reinas --inauguraciones de exposiciones, asistencia a soporíferos congresos-- y hola a actos de materias más cercanas a la gente, como la salud mental. Cabe destacar que en abril de este año Letizia ha sido nombrada Defensora de UNICEF para la salud mental de la infancia y la adolescencia. Lo he dicho unas cuantas veces y lo repito: es un nombramiento que, bien desarrollado, le ofrece a Letizia una plataforma perfecta para desarrollar una agenda más potente y ejecutiva.
El problema de fondo de la reina es que, aunque es espabilada y está acostumbrada a trabajar duro, le falta un gran tema y, sobre todo, una agenda potente alrededor de ese tema. La reina necesita liderar un proyecto, una iniciativa, llevar las riendas de algo positivo. Letizia, me lo habréis oído decir muchas veces, necesita poder tener resultados. Su versión ejecutiva es la que mejor le sienta y no hay duda de que, con una estrategia de comunicación moderna de su parte, haría maravillas.
Cambios recientes
Estos últimos meses hemos visto algunos pasos adelantes --pequeños aún, pero esperanzadores-- en este sentido. Hubo un viaje a Nueva York que, aunque podría haber dado muchísimo más de sí, no era mala idea. Hace poco la vimos inaugurando una nueva sede del Instituto Cervantes en Los Ángeles. Y la visita que hizo hace pocas semanas a Cataluña para conocer instituciones de referencia sobre salud mental estuvo bastante bien. Letizia, además, está mejorando bastante en sus viajes al extranjero, si bien creo que aún sigue enormemente desaprovechada cada vez que sale fuera.
Quién sabe, a lo mejor éste es el inicio de una nueva Letizia, mucho más potente. Tenemos muchas esperanzas depositadas en que así sea.
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