En este periodo “entre fiestas” que nos toca cada año, en el que nos seguimos felicitando convenientemente como muestra de buena educación, podemos adentrarnos en el curioso mundo de la música que se ha producido exclusivamente para estas fechas. Y hay bastante material, la verdad. ¿Por qué?
Es la época del año de mayor consumo musical grabado, con los adolescentes de vacaciones, y el enorme vacío que puede suponer una casa en familia sin la correspondiente ración de música. Hay tiempo de ocio, y además se busca ambientar cada espacio público con música, o parecería que no es Navidad.
La obsoleta industria del disco lo sabe desde sus albores, y por eso lleva publicados centenares de discos dedicados a “the most wonderful time of the year” (el más hermoso momento del año), como cantó el “showman” Andy Williams en su propio programa, al estilo Mochi.
En nuestro país parece que la figura que mejor supo sacar partido a los periodos navideños siempre fue Raphael, desde los tiempos de su versión del tamborilero, actualizada y remasterizada en este siglo.
Por cierto, y hablando de música y Navidad, quien puso La 1 esta pasada nochebuena se hinchó a Raphael. Tras el discurso del Jefe del Estado y un “telepasión” con vídeos musicales rodados en Benidorm y sus coreografías al estilo “ballet Zoom”, tuvimos especial con el linarense. Y no era la programación televisiva de 1972, sino la de medio siglo después. Se diría que la falta de creatividad por ansia en los resultados en los medios se evidencia a cada paso que dan, por no entrar en cuestiones presupuestarias. Pero se debe reconocer que el cantante de “Mi gran noche” es una figura única en nuestra Historia y que sigue en pie donde otros llevan décadas caídos.
El señor Martos no ha sido el único que ha sacudido al mundo con la canción tradicional de orígenes poco claros que habla de ese niño que, como no tiene nada más que su humilde zurrón, le da la tabarra al niño Jesús tocando el tambor. Una versión que no podemos dejar escapar es la de los perfectísimos texanos Pentatonix.
Como esto de las fiestas de final de año tiene un importante componente nostálgico, y no sienta mal un clásico, vámonos a los albores de la creación del disco grabado. Estamos en 1947. Las tropas norteamericanas todavía están batallando en el Pacífico y Bing Crosby se alza como la voz de las Navidades.
Hablando de Bing, si tomas, por ejemplo, un avión de larga distancia con British Airways estos días, entre su oferta de contenidos en vídeo podrás encontrar uno de esos momentos televisivos de culto que no pasan nunca de moda. En las navidades de 1957, Frank Sinatra estaba tan tranquilo poniendo las bolas al arbolito, aunque se le cayó alguna, cuando de pronto recibe la visita de su amigo Crosby. Tras un simpático intercambio de álbumes e indirectas como regalo, se marcan sus villancicos y se hinchan a ponche tanto como para tener alucinaciones e imaginar fuera de la casa a un coro de gente de época cantarles cosas. Surrealista y divertida epopeya navideña que no puedes perderte. Se llamó “Happy Holidays with Bing and Frank” y, como muestra de lo que digo, se sigue vendiendo, sesenta y cinco años después, en formato vídeo doméstico.
El impacto cultural de esta pieza llevó incluso al dueño de la prodigiosa voz de Michael Bublé a hacer su parodia digital para la televisión norteamericana. Resucitó al hombre que dejó huérfano de voz navideña al mundo jugando al golf en La Moraleja (sí, en Madrid) para colarse en su recuerdo. Los efectos digitales aquí cumplen con su trabajo a la perfección.
Para clásicos, Elvis. Y para magia digital, es mejor sacarle de la pompa de los conciertos multitudinarios para ir todos a una de esas bizarras actuaciones televisivas con escaso público afortunado en “petit comité”, y en este caso junto a la actual estrella del country Martina McBride. También un gran trabajo de resurrección digital que todavía arranca las lágrimas de los norteamericanos, a juzgar por los comentarios a su vídeo en redes.
Otras de las figuras de este pesebre musical que no pueden faltar desde los años sesenta son Beach Boys. Elegiría para ilustrar su espíritu navideño el final de un film como Love Actually con su canción God Only Knows, si no fuera porque contiene “spoilers” para los pocos que todavía no la hayan visto. Así que mejor sentiremos nostalgia actualizada en 2020 de aquellos vídeos de animación televisiva a lo “Scooby Doo” que se hacían en los 60 en Estados Unidos con artistas como The Archies, The Jackson Five, o… los chicos de la playa.
Para nostalgia navideña actualizada, la industria del entretenimiento ha sabido explotar con inteligencia y audacia el retorno de los ídolos de fans de los noventa. Además de volver a dar conciertos, también cantan de nuevo juntos villancicos los Backstreet Boys.
Y lo lanzan con un tema de uno de los artistas más importantes de todas las décadas pasadas, que tuvo la mala fortuna de irse de este mundo justo el mismísimo día de Navidad: George Michael. Tan exitosa fue “Last Christmas”, que el gran público jamás supo que había creado otras canciones de Navidad, bastante más elaboradas.
Tampoco se suele escuchar en los grandes almacenes estos días la voz de Freddie Mercury, y también cantaba por Navidad.
Si hay un villancico popular que ha hecho que todo el planeta cante en español ha sido el de José Feliciano y su “Feliz Navidad”. Aquí va una hermosa rareza del invidente felicitando las fiestas junto al dúo más singular del pop ochentero internacional: Daryl Hall & John Oates. Y en casa de uno de ellos.
Desde que se lanzó en 1994, llevamos nada menos que 28 años admitiendo que el tema oficial de todas las Navidades es “All I want for Christmas is You” de Mariah Carey. Es curioso, pero esta canción no fue número uno oficial en Estados Unidos hasta 25 años después, en 2019. Este año 2022 ha superado las diez semanas consecutivas. Un caso claro de “bola de nieve”, y nunca mejor dicho. La recaudación por derechos de autor, de la cual participa la ex de Luis Miguel, supera cualquier cifra que podamos imaginar. Si alguien tiene curiosidad por saber cuántas versiones de este tema han publicado otros artistas desde entonces, puede consultarlo. 384. Y de todas ellas, me despido con la de unos muchachos presuntos buenos estudiantes de la Universidad de Oxford, que hace ocho navidades aprovecharon el parón de fin de año en su sucesión de matrículas de honor para hacer su versión benéfica y acapella del tema de estas fiestas por excelencia.
Queda claro que seas un “Grinch” y odies estas fiestas, o seas poseedor de un bonito jersey con motivos navideños, es un excelente momento del año para escuchar música, que es un arte que amansa a las fieras y conecta corazones. No nos viene mal.
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