No es un buen día cuando a las siete de la mañana te enteras en tu puesto de trabajo que los Mossos d'Escuadra te han espiado durante meses. Debe ser una sensación similar a la de un político corrupto o un delincuente común que se sabe investigado por una orden judicial, pero en mi caso sin orden alguna, porque yo no he sido investigado, he sido espiado.
Las cloacas del Estado de las que otros tanto hablaron resulta que también las tenían en casa
Los primeros en decírmelo, Mossos amigos que leyeron la exclusiva de El Periódico y no podían creerla. Que un servicio ilegal de espionaje de los Mossos, pagado con dinero de fondos reservados se dedique a espiar a un periodista que nunca ha trabajado en medios públicos es propio de la Alemania nazi o la antigua URSS. Según el informe de cuatro folios escrito a lápiz bajo el nombre “Operación Catalunya”, se me espió especialmente a partir del 19 de marzo del año pasado cuando asistí a una manifestación de Sociedad Civil Catalana. El informe ilegal dice que fui un líder en esa manifestación. No fue así, solo fui un invitado que leí un manifiesto y di mi opinión, desde el escenario, igual que otros. ¿Y si hubiese sido el líder, qué? Según el informe policial se realizaron tareas de seguimiento, vigilancia, fotografías y grabaciones de conversaciones. Pregunto, ¿a mi hija menor de edad que estaba conmigo en la manifestación también le hicieron eso?
En el día de hoy mi abogado, también espiado, José María Fuster-Fabra, se ha querellado por malversación de caudales públicos, descubrimiento y revelación de secretos, obstrucción a la Justicia y omisión de perseguir delitos.
Las cloacas del Estado de las que otros tanto hablaron resulta que también las tenían en casa. En la boda del abogado Ignacio Fuster-Fabra en el año 2014 en Madrid ya nos estaban espiando, como invitados Albert Rivera y yo mismo, entre otros. Significa eso que al menos llevan tres años confeccionando dosieres de los que no somos independentistas y lo divulgamos a los cuatro vientos. ¿Quién paga esto? Al menos la Policía Nacional ha demostrado que en el año 2015 se gastaron en este espionaje de fondos reservados 161.101,22€. Nos querían tener “perfectamente controlados”, según se lee en el informe.
¿Saben lo más curioso? El día 26 de octubre, cuando algunos Mossos iban a incinerar estos documentos en Sant Adriá del Besos yo di la noticia en Espejo Público y defendí su acción pensando que respondía a una orden judicial. Hoy sé que me equivoqué y que lo que iban a hacer era destruir pruebas de su espionaje sin orden judicial alguna y saliendo yo mismo en esos documentos.
Hoy he tomado tres decisiones: querellarme contra este espionaje a mi persona, no cejar en mi empreño hasta saber quién dio la orden para que esto se hiciera, y en tercer lugar abandonar el Colegio de Periodistas de Catalunya al que pertenezco desde hace 30 años y que nunca me apoyó en nada. En esto menos, para ellos sería enfrentarse al poder al que sirven en Catalunya y yo soy un simple periodista del que pueden prescindir.
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