La mala noticia, cuando se habla de la jubilación, no es que cada vez viviremos más años y que el gasto en pensiones irá creciendo al mismo tiempo, sino que a día de hoy el sistema no cuenta con ingresos suficientes para sufragarlo. Desde ese punto de vista, cobran mayor importancia cuestiones como la precariedad laboral, los bajos salarios y también la brecha salarial entre hombres y mujeres, porque conllevan menores ingresos por cotizaciones al sistema.
Todo suma. Tanto es así, que estimaciones realizadas por UGT cifran en 20.700 millones los ingresos que pierde el Estado cada año por las diferencias retributivas en perjuicio de las mujeres y que podrían destinarse al pago de pensiones. Es el resultado de calcular a partir de los ingresos reales por IRPF, cotizaciones al desempleo y a la Seguridad Social lo que aportarían las mujeres por estos conceptos si se dejara a cero un brecha retributiva que el sindicato cifra en casi un 23% a partir de la información que brinda la Encuesta de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadística (INE).
UGT incluye en sus estimaciones todos estos conceptos puesto que la Seguridad Social no solo se nutre de las cotizaciones sociales de los trabajadores, que la brecha reduce en el caso de las mujeres, fundamentalmente porque se ocupan especialmente en el sector servicios y en puestos a tiempo parcial; sino también porque las desempleadas también cotizan al sistema y lo hacen en menor cuantía en tanto que sus prestaciones, derivadas de peores empleos, también son menores.
Además, todas ellas, incluidas jubiladas, también pagan impuestos sobre la renta, unos recursos que en el último año han redundado, aunque de forma indirecta como parte del Presupuesto, en un préstamo a la Seguridad Social para pagar las extras de los pensionistas.
Hasta ahora, las reformas de 2011 y 2013 se centraron en contener ese gasto del sistema público de pensiones alargando la vida laboral o con mecanismos de revalorización que amenazan con un serio empobrecimiento de los presentes y futuros jubilados.
Sin embargo, pese a que el debate que se vuelve a plantear en el Congreso de los Diputados y también en la calle, con la revalorización de las pensiones con el IPC en el aire, se centra en gastar más o menos, existe un convencimiento generalizado sobre la necesidad de debatir ahora sobre los ingresos.
Se recupera el empleo y eso se deja notar en un incremento de los ingresos por cotizaciones superior al ritmo de avance del gasto del sistema, pero el reto pendiente es cómo aumentar la cotización por trabajador para que la absorción del déficit de la Seguridad Social, de 18.800 millones, se complete y las pensiones puedan ganar terreno al IPC. En esa ecuación una variable fundamental son los salarios (además de otros como la productividad).
¿Sabes cuánto tendrás de pensión cuando te jubiles?:
En este punto, el debate se cruza con una las demandas del movimiento feminista que cristalizará con la huelga del próximo 8 de marzo: la necesaria reducción de la brecha salarial. Dicho de otro modo, si a la hora de mejorar los salarios se parte de una subida a aquellas mujeres que están injustamente retribuidas, la Seguridad Social también lo agradecerá con más ingresos con los que pagar a los jubilados de hoy.
No es un cálculo fácil. Para empezar, los datos de brecha salarial disponibles a menudo mezclan lo que son diferencias retributivas entre puestos semejantes, con un efecto que se produce en la propia estructura salarial, el conocido como techo de cristal. Se refiere a la dificultad de las mujeres para acceder a cargos de responsabilidad y, por tanto, a mejores retribuciones.
Sin embargo, el sindicato UGT ha hecho esta estimación que, cuanto menos, pone el foco sobre otro beneficio implícito del avance hacia la igualdad salarial entre hombres y mujeres. Según la organización que lidera Pepe Álvarez, las diferencias de rentas entre hombres y mujeres ya sea en paro, en activo o pensionistas privan a las arcas del Estado de unos ingresos por cotizaciones e IRPF de esos casi 21.000 millones al año.
Para hacerse una idea de lo que supone esta cantidad, es el doble del crédito presupuestario que necesitó la Seguridad Social para pagar las extras de los pensionistas en 2017, y hasta 10 veces el gasto que supondría revalorizar las pensiones con el IPC --unos 2.200 millones partiendo del gasto en 2017 y la inflación de ese año--.
Las techo de cristal de las cotizaciones
Es un hecho. La población activa femenina se reduce a un ritmo superior al de los hombres, y aumenta al mismo tiempo el número de mujeres inactivas. Un dato rompe esta estadística y es que, en la letra pequeña se encuentra un progresivo incremento de mujeres que abandonan la inactividad por el cuidado del hogar para adentrarse en el mundo laboral.
Sin embargo, pese a este efecto, la tasa de empleo de las mujeres es del 43,1% frente al 54,6% de los hombres. Dicho de otro modo, las cifras brutas que maneja UGT indican que hay 1,7 millones de ocupadas menos que de ocupados.
Además, el 88,8% de las mujeres ocupadas están empleadas en el sector servicios, donde la ganancia media anual por trabajador es inferior a los 20.000 euros para estas trabajadoras, casi 6.000 euros menos que los hombres, de acuerdo con la última Encuesta de Estructura Salarial del INE. Más aún, las mujeres son las que más puestos a tiempo parcial ocupan (el 73,3%) y, mientras un 60% se adapta a esta jornada por no encontrar otro empleo mejor, un 20% lo hace para atender responsabilidades familiares y un 12,5% para el cuidado de menores y personas con discapacidad o mayores.
La consecuencia, según el sindicato, es que las mujeres trabajan de media 5,9 horas menos de media a la semana que los hombres y realizan 12 horas más de lo se considera trabajo no remunerado. Este dato se solapa con el hecho de que el 90,5% de las excedencias para cuidar de un familiar son solicitadas por mujeres.
Todo esto en el plano de la ocupación, porque si se habla de desempleo, afecta más a las mujeres en la recuperación. La tasa de paro femenino es hoy del 19% frente al 15,6% en el caso de los hombres. Sin embargo, de las 999.375 mujeres que perciben alguna prestación por desempleo, solo un 38,1% cobran la prestación contributiva por paro, con lo que su aportación a la Seguridad Social por esta vía también se reduce.
La brecha salarial es una herida en las pensiones
Todas estas cuestiones redundan finalmente en pensiones hasta un 37% inferiores para las mujeres. Desde ese punto de vista, también cabe pensar que si se reduce la brecha salarial, si las mujeres resultan mejor pagadas, sus pensiones de jubilación serán más generosas y el sistema perderá a futuro lo que ganará en el presente.
Sin embargo, como señala la catedrática de Economía en la Universidad del País Vasco y miembro de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), Sara de la Rica, "dado el problema de insostenibilidad de pensiones al que nos enfrentamos, un aumento en los ingresos es muy necesario entre los trabajadores de hoy para poder pagar a los pensionistas de hoy". "No cabe duda que si sube el salario de las mujeres entonces subirán las cotizaciones, que son ingresos que hoy se están perdiendo", añade.
Por otro lado, un estudio de la economista refleja que, los pequeños avances en la igualdad entre sexos están haciendo que todo tipo de brechas se estén empezando a reducir al pasar de las edades cercanas a la jubilación a los primeros tramos de edad. Por ejemplo, para el colectivo de trabajadores a tiempo completo con estudios superiores nacidos, uno de los que tienen más presencia en el mercado laboral, la brecha salarial en el salario/hora es del 20% a favor de los hombres a la entrada del mercado laboral, asciende hasta el 27% a la edad de 37 a 42 años y sigue creciendo hasta el 35% a las edades entre 41 y 46 años.
Por su parte, la también economista de la Universidad del País Vasco e integrante de la Fundación de las Cajas de Ahorros, María Jesús Fernández, considera que es difícil poner en cifras la aportación en cotizaciones sociales que pierde la Seguridad Social por la brecha salarial, puesto que el efecto de la estructura salarial es difícil de cuantificar. En cualquier caso señala que se pueden hacer estimaciones como la de UGT para evidenciar que hay una pérdida latente.
El trabajo que no cuenta no cotiza
Con todo, hay un escalón más en la brecha que escapa a toda cuantificación, que es el del trabajo no remunerado, el que los movimientos feministas señalan como no reconocido y que la huelga de cuidados del 8 de marzo pretende visibilizar. Se refiere a labor de la que se hacen cargo mayoritariamente las mujeres cuando salen por la puerta de su trabajo en forma de cuidado de hijos, mayores o dependientes. Millones de empleos sin horario, ni salario y, por tanto, sin cotización, pero que en el ideario del movimiento feminista también cuenta.
La portavoz de Igualdad de CGT, Pilar Casteñeira, "la brecha salarial solo se calcula teniendo en cuenta el empleo remunerado, mientras que hay un trabajo reproductivo --lo diferencia del productivo-- que no se paga" y que es la consecuencia, dice, de los recortes en sanidad o del hecho de que solo un 21% de los menores españoles entre 0 y 3 años estén escolarizados.
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