Hubo un tiempo, no muy lejano, en que Génova diseñó una "opa hostil" contra Ciudadanos con el fin de borrarlos del mapa político. Por aquel entonces, antes de la caída estrepitosa e inopinada de Pablo Casado, se le abrió despacho al que fue uno de los secretarios de Organización naranjas, Fran Hervías, poseedor de todas las claves internas y de equilibrios territoriales del partido que fundara Albert Rivera. La estrategia cuajó y muchos dirigentes de renombre cambiaron de filas como fue el caso de Lorena Roldán, Toni Cantó o Marta Rivera de la Cruz. También se dijo que otros, sin significarse públicamente, remaban a favor del PP. José Manuel Villegas estaba entre ellos, aseguran los populares.
Pero llegado este punto, en el que la formación naranja parece haber entrado en barrena y desperdiciado todo su caudal político, no faltan sectores del PP que entienden que esa política de puertas abiertas a los restos del naufragio naranja "ya no aportan nada. Son los representantes de un proyecto fracasado" que acabará cayendo como fruta madura por sí mismo.
Las reticencias tienen un fuerte componente regional, aunque no exclusivo. En aquellos territorios donde los gobiernos autonómicos de coalición PP-Ciudadanos estallaron por los aires tras ir acumulando desconfianzas, zancadillas y deslealtades se muestran mucho más críticos con una estrategia que asumen, pero no entusiasma.
Las reticencias se acumulan en aquellos territorios donde PP y Cs han estado a a la greña
En Madrid, Murcia o Castilla y León "hay demasiadas heridas que restañar", dicen fuentes populares. Se salva Andalucía, donde Juan Manuel Moreno y Juan Marín mantuvieron una magnífica relación en todo momento, hasta el punto que el presidente de la Junta puso al que fuera su vicepresidente al frente del Consejo Económico y Social de esa Comunidad.
Nada que ver con las malas relaciones de Isabel Díaz Ayuso con Ignacio Aguado; de Alfonso Fernández Mañueco con Francisco Igea o de Fernando López Miras con un socio de gobierno que le preparó una moción de censura con el PSOE para desalojarle de la presidencia del gobierno murciano, provocando un tsunami de proporciones catastróficas para los naranjas, ya muy tocados.
Estos sectores escépticos sobre el valor añadido que puedan aportar los restos de lo que queda de Ciudadanos creen que entre lo poco salvable está la vicealcaldesa del ayuntamiento de la capital de España, Begoña Villacís. De hecho, algunos de sus compañeros de partido creen que la madrileña "sólo necesita un pretexto para dar el salto al PP", por ello, la derrota de Edmundo Bal en las primarias naranjas "ha sido en realidad un contratiempo para ella", se malician tras anunciar Villacís que abandonaría el partido de ganar el abogado de Estado que osó enfrentarse a Inés Arrimadas.
El nuevo equipo del PP lleva tiempo vaticinando que Ciudadanos no llega a las próximas elecciones generales. Estiman que el golpe en los comicios locales y autonómicos de mayo va a ser de tal entidad que el proyecto de centro liberal va a tener que firmar su acta de defunción.
Pero frente a los que entienden que no hay porqué hacer ninguna oferta de integración a este partido, hay otros que, aunque demuestran un entusiasmo perfectamente descriptible, ven ciertas concomitancias con la primera etapa de José María Aznar, ya iniciada por Manuel Fraga, de Unidad del centro-derecha de los años 90.
"Casa común" del centro-derecha
"Si uno quiere ganar la Champions hay que reforzar la plantilla", dicen desde el Grupo Popular entendiendo que ahora, al igual que hace 30 años, el PP "debe ser la casa común del centro-derecha por lo que hay que incorporar a gente que sume y aporte para hacer verosímil esto". Bien es cierto que Aznar no se tuvo que enfrentar a ninguna fuerza política a su derecha que le comiera buena parte del electorado. No existía un Vox, sino fuerzas minoritarias y fragmentadas con una UCD que ya había saltado por los aires y un CDS que jamás fue un adversario de la entidad del partido de Santiago Abascal.
No olvidan además muchos dirigentes y diputados populares aquellos tiempos "en los que Ciudadanos intentó minar al PP" con cantos de sirena hacia miembros de sus filas que fueron abandonaron las siglas de la gaviota. Ángel Garrido, José Ramón Bauzá, Silvia Clemente... Albert Rivera se había quedado a tan solo nueve diputados de Pablo Casado y aspiraba al sorpasso. En defensa del hoy defenestrado líder del PP hay que decir que cuando llegó al liderazgo del partido -tras perder Mariano Rajoy de forma traumática el Gobierno a través de una moción de censura- "Ciudadanos nos ganaba en las encuestas", rememora un antiguo miembro del equipo de Casado.
La tendencia al alza que marcan los sondeos facilita la integración
En Génova replican que no hay como tal una campaña de "captación" de Ciudadanos "más allá de los llamamientos públicos a que se sumen a nuestro proyecto". La propia Arrimadas afirmó durante su intervención en el congreso de refundación de Cs de este fin de semana que "PP y PSOE no quieren nuestras soluciones, solo nuestros votos". No le falta razón, aunque en el cuartel general de los populares no le harían ascos a que dirigentes como la anteriormente nombraba Villacís diera el salto a la lista de José Luis Martínez Almeida por lo que podría tener de simbólico.
También indican, esta vez desde el Grupo Parlamentario Popular, que "es más fácil captar talento cuando se sube en las encuestas y hay puestos en las listas que repartir" como es el caso. Pero los más escépticos advierten del riesgo de crear algún agravio comparativo "respecto a los que hemos estado aquí en todo momento, incluso en tiempos de tormenta".
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