En circunstancias normales sería una capital de provincia más. Sin mayor ni menor relevancia que otras ciudades medias similares de nuestro país. Sin embargo, la batalla electoral que ya está definida en Pamplona la convertirá en un punto de atención relevante el próximo año 28-M. En las elecciones municipales de la capital navarra se votará algo más que la elección de una alcaldía o un equipo de gobierno para los próximos cuatro años. De modo indirecto, se someterán a cuestión otros muchos aspectos: las alianzas del centro derecha tras la ruptura de su coalición, el reproche o no a los ‘fichajes’ o tránsfugas -según quién- de políticos procedentes de otras siglas o la validación de una alianza larvada durante esta legislatura entre el socialismo de María Chivite y sus aliados y que esta vez podría no dejar perder la alcaldía de Pamplona.
La carrera en realidad empezó hace semanas pero ha sido estos días cuando ha comenzado a tomar velocidad. Lo ha hecho con la designación de los últimos candidatos que restaban. El abanico de papeletas de las elecciones municipales en Pamplona incluye renovaciones por castigo, designaciones casi a traición e intentos de segundas vueltas de tiempos mejores. Sin duda la mayor sorpresa la ha dado el PP de Navarra con la designación de Carlos García Adanero para encabezar su lista al Consistorio navarro.
Hace casi un año que el futuro de García Adanero se torció para siempre en el partido de toda su vida. Los 35 años como militante de UPN se fueron al traste cuando decidió votar que no –junto a su compañero Sergio Sayas- a la reforma laboral aprobada por el Gobierno de Pedro Sánchez. La dirección de su formación le había ordenado apoyarla. La expulsión provisional del partido se ha tornado en definitiva de facto con el acuerdo que esta semana anunciaba en la sede del PP que inteintegrar la plataforma ‘Navarra’ que él y Sayas constituyeron en la candidatura de los populares.
Alianza de izquierdas
La acusación de tránsfuga, que él niega por haber defendido los valores por los que fue elegido como diputado de UPN, le acompañarán toda la campaña. Sólo un buen resultado electoral disiparía esa etiqueta pero el PP no lo tendrá fácil. La ruptura de la coalición Navarra Suma (NA+), que integraba a UPN, PP y Ciudadanos, deja solo al PP ante las urnas. La última vez que se presentó a unas municipales en Pamplona en solitario y obtuvo representación -dos concejalías por los apenas 6.500 votos obtenidos- ocurrió en 2011. Un mandato más tarde, el año 2015 los votos cayeron a 3.800 y se quedó fuera del Consistorio. La nueva dirección en el PP de Navarra, Javier García fue elegido presidente el pasado mes de diciembre, y el ‘fichaje de Adanero y Sayas, pueden convertirse en un revulsivo electoral, o no, y determinar si el PP puede ser decisivo en la conformación de Gobierno municipal.
Enfrente tendrán a quienes acusan de todos los males del centro derecha en Navarra: Unión del Pueblo Navarro. UPN ha optado por relevar a Enrique Maya, un veterano de la política pamplonesa. Quien disputará el sillón para revalidarlo para UPN será Cristina Ibarrola, próxima a Esparza y actual parlamentaria en la Cámara navarra.
Nacida en Pamplona en 1969, madre de dos hijos, esta médico de familia acumula cierta trayectoria de gestión como directora general de Salud en la sanidad pública navarra años atrás. Sin embargo, el voto que tendrá que disputar al PP, y en menor medida a Ciudadanos, puede ser determinante. En las últimas elecciones municipales UPN logró la alcaldía gracias a que las formaciones de izquierda y nacionalistas, hoy aliadas en el Parlamento de Navarra, no se unieron para impedir un gobierno de Maya. El PSN evitó apoyar la candidatura de EH Bildu y permitió así que UPN regresara a la alcaldía tras el mandato de la izquierda abertzale.
Ahora, la presión de los socios de Chivite en el Gobierno de la Comunidad Foral se repetirá, con más fuerza si cabe, tras haber sido su apoyo durante toda la legislatura. Este contexto abre la incertidumbre del resultado en las filas de la derecha navarra. Concurriendo de manera conjunta, en coalición, UPN, PP y Cs, lograron 13 escaños de los 27 del Consistorios.
Ayuntamiento-Parlamento, intercambio de apoyos
El ambiente de crispación interno entre los aún socios y los reproches que vienen acumulando tendrán sin duda un impacto en su electorado. En armonía y coalición se quedaron a las puertas de la mayoría absoluta, ¿en la división y el enfrentamiento? El suelo de votos de UPN parece consolidado en los alrededor de 30.000 votos, el del PP es una incógnita y la suma de ambos una necesidad de entendimiento si quieren revalidar la alcaldía para el centro derecha navarro.
En la izquierda abertzale la apuesta pasa por ir sobreseguro. Joseba Asiron fue alcalde entre 2015 y 2019. Lo fue pese a tener la mitad de votos y concejales que UPN pero lograr el respaldo del resto de formaciones. La estrategia, con la corriente y encuestas a favor, de EH Bildu es volver a intentarlo, a recabar de nuevo el apoyo del resto de formaciones progresistas si revalida la probable segunda posición.
Asirón ya ha advertido que tras las alianzas consolidadas esta legislatura con el PSN a nivel autonómico y municipal “ya es hora” de ser correspondidos en el Ayuntamiento de Pamplona en caso de requerir de ellos para hacerse con el poder. Incluso ha dirigido un claro mensaje al PSN apuntando que la ciudadanía “no entendería” que se apoyaran mutuamente.
Recuperar la alcaldía 36 años despues
La decisión del PSN recaerá en su presidenta, María Chivite, quien también podría necesitar apoyos abertzale para revalidar su Gobierno, y en su candidata al ayuntamiento: Elma Saiz. Sustituye a Maite Esporrín, quien hace cuatro años frustró la operación del consistorio al presentar su propia candidatura en lugar de respaldar la de EH Bildu. Saiz es una de las mujeres de confianza de la secretaria general del PSN. Como portavoz de su Gobierno y consejera de Hacienda, ha sabido cerrar acuerdos multipartito, incluida la izquierda abertzale, y aprobar presupuestos todos los años.
Saiz se presentó como candidata en lo que debía ser un proceso de primarias que no fue necesario al ser la única aspirante. Las encuestas no otorgan buen resultado al PSN. El desgaste del gobierno y la corriente en contra que llega de la política nacional no harán fácil el reto que se ha marcado el socialismo pamplonés: recuperar la alcaldía 36 años después.
La batalla no ha hecho más que empezar pero promete elevar el tono a medida que se acerque el 28-M. Las urnas decidirán si las rupturas de coaliciones han sido acertadas, si las incorporaciones de supuestos ‘tránsfugas’ son perdonadas y si el avispero en el que inicia la carrera la derecha navarra es la oportunidad perfecta para que el socialismo o el nacionalismo abertzale regresen al balcón consistorial.
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