Dicen los sabios de la demoscopia que más del 40% de los votantes del Partido Popular son individuos mayores de 65 años. Si el Partido Popular es el partido de la tercera edad, no se comprende el disparate cometido por Mariano Rajoy, Fátima Báñez y Cristóbal Montoro cuando se reúnen para almorzar. Desde 2013, el año que le dieron el tiro en la nuca a la Seguridad Social, los tres están mordiendo la mano de quien les da de comer. ¿No se esperaban los populares las manifestaciones de fuerza de los pensionistas que confluyen en riadas que inundan durante estos días las calles de las ciudades españolas?
Hay dioses, soberbios pero menores, a los que les sale el tiro por la culata. Los dioses del Partido Popular han obrado un milagro prodigioso, como el de los burros que se atizan una coz en su propia cara. Han resucitado a las panteras grises, el viejo partido de los jubilados, muerto hace años de inanición política. Han creado un golem hambriento al que pretenden domesticar lanzándole cacahuetes. ¡Cuánta racanería! Las panteras y los leopardos, por muy grises que tengan el cabello, son grandes carnívoros. No se conforman con menos de un buen solomillo o un chuletón de medio kilo. Pero, sobre todas las cosas, les gusta devorar un suculento muslamen electoral.
Donde usted y yo vemos un cacahuete, el ministro Montoro ve una zanahoria. Con su frescura habitual, don Cristóbal dice que ha cultivado en sus predios algunas de estas hortalizas para regalárselas poco a poco a los contribuyentes a medida que se vayan acercando las elecciones generales. Ya habla de rebajas fiscales a los pensionistas y jubilados, de ayudas fiscales por razones de edad… Todo sin precisión alguna y sin que le importe que se aprueben o no los PGE de 2018, ya que los decretos-leyes están para lo que deben estar (aunque después dependan de su convalidación parlamentaria). Montoro es un político fogueado con una larga trayectoria a sus espaldas. Debería parecerse a algunos vinos viejos que ganan con el paso de los años. Pero entre la verdad a la que se accede por la experiencia profesional y la satisfacción de su ambición política, el ministro de Hacienda ha elegido esta última. Montoro es una veleta que gira a merced del viento electoral.
Entre la verdad a la que se accede por la experiencia profesional y la satisfacción de su ambición política, Montoro ha elegido esta última
Desde el 1 de enero de 2007 (“reforma Sobes”) hasta el 1 de enero de 2015 (“reforma Montoro”) se premiaba en el IRPF a los trabajadores activos mayores de 65 años que prolongaran su actividad laboral. A dichos contribuyentes se les incrementaba en un 100% el importe de las reducciones generales del trabajo que, hasta la “reforma Montoro”, formaban una horquilla en la que la cantidad máxima ascendía a 4.080 euros anuales (para los trabajadores con rentas más bajas) y la cantidad mínima importaba 2.652 euros anuales (para los rendimientos de trabajo superiores a 13.260 euros anuales).
Dicho estímulo individual sintonizaba con la protección del interés general, especialmente en relación con el sistema público de pensiones. Al incentivar en el IRPF la continuación de la actividad laboral, la Seguridad Social aumentaba sus ingresos (por la vía de las cotizaciones del trabajador y el empresario) y difería en el tiempo el pago de sus gastos (las pensiones de jubilación, incluso en la modalidad posterior de “jubilación activa”). Por si todo esto fuera poco, la prolongación de la actividad laboral después de los 65 años aportaba al Tesoro rentas sujetas al gravamen del IRPF, lo que, en caso de que lo decidiera el legislador, permitía una financiación extra a la Seguridad Social con cargo a los Presupuestos del Estado.
Eso era así porque el incremento de la reducción, al aplicarse en la base y no en la cuota del Impuesto, beneficiaba mayoritariamente a los rendimientos de trabajo más elevados, que son los que contribuyen más a la recaudación final del IRPF. Esta fórmula, que utilizaba con inteligencia el fenómeno de la progresividad tributaria, inyectaba más recursos a la Seguridad Social.
Su reforma del IRPF suprimió la reducción adicional para los mayores de 65 años, sin la más mínima justificación técnica
Y en estas llegó el comandante Montoro y mandó parar. Se acabó la diversión. Su reforma del IRPF (noviembre de 2014, con efectos de 1 de enero de 2015) suprimió la reducción adicional para los mayores de 65 años. Sin la más mínima justificación técnica. Y echando más leña al fuego iniciado por los severos ajustes de las pensiones un año antes (2013). Sin embargo, ahora nos dice el señor Montoro que donde dije dijo, digo Diego. ¡Que viva la madre que parió a los pensionistas! Porque ahora caerá del cielo un maná fiscal para los vejetes.
Cuando yo era un chaval, me encantaba el baile de la yenka. Su música era muy pegadiza y la letra, ramplona a más no poder, sin embargo te impulsaba aún más a mover el esqueleto en la verbena del pueblo. La yenka te daba un chute de risa contagiosa muy parecido al que provoca la samba fiscal de Montoro. Su estrofa principal era un himno a la alegría de liberar el cuerpo:
“Es muy fácil lo que hacemos aquí
Esta es la yenka que se baila así
Izquierda izquierda derecha derecha
Adelante detrás un dos tres
Izquierda izquierda derecha derecha
Adelante detrás un dos tres”
La yenka fue la canción del verano de 1965. Cristóbal Montoro es el rey del palo y la zanahoria en este frío invierno de muchas sombras y pocas luces.
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