A lo largo de este lunes, diversas fuentes de Vox coincidían unánimemente: "Santiago Abascal aún no ha confirmado que el economista Ramón Tamames vaya a encabezar la moción de censura del partido, solo ha expresado que ha habido conversaciones y se comparte el diagnóstico de la situación". Precisamente, hoy se esperaba esa confirmación, pero Tamames la ha aplazado al miércoles, a una semana desde que la organización de derecha populista diera el primer paso firme en relación a la intención de presentar una nueva moción contra el presidente del Gobierno y el Ejecutivo como en 2020. El anuncio se produjo a principios del pasado diciembre, al calor de las reformas del Código Penal para 'tocar' los delitos de sedición y malversación. Y desde entonces, las dificultades de encontrar un perfil que quisiera comprometerse con la causa públicamente, han hecho que Vox mantuviera rotundo silencio; incluso se estimaba que acabaría siendo una propuesta 'de partido', con Abascal nuevamente al frente. Hasta ahora, cuando el partido certifica que, inmediatamente sea confirmado el candidato para la moción, se registrará en el Congreso de los Diputados. Y es que el mecanismo "es bastante sencillo", admiten en Bambú.
Vox puso tres condiciones sobre el tablero: una persona independiente y sin afiliación, con experiencia de gestión, y que aceptase el compromiso de convocar elecciones de inmediato. Y Tamames cumple las dos primeras definiciones y acata la última; el mismo ha indicado recientemente a El Mundo que si no lidera la moción puede arrepentirse toda la vida. Ante el anuncio de moción de Vox, la primera pega procedió desde la propia derecha que consideró el emplear en vano este tipo de herramienta como una vía de fortalecimiento de Sánchez. A ello, en Vox no le ven "un argumento de mucho peso", e insisten en la necesidad de que los grupos se definan en las Cortes. El segundo obstáculo que se atribuye, y que ha aflorado entre la opinión pública una vez ha reconocido Abascal las conversaciones con Tamames, es la avanzada edad del exdiputado: 89 años. Pero Vox le resta importancia.
Públicamente, y en la rueda de prensa semanal posterior al Comité de Acción Política, el vicepresidente primero de Vox Jorge Buxadé lo ha definido como "una de las mentes más preclaras de España", "el mejor economista vivo del país" y un perfil "perfectamente capacitado para hacer análisis de la situación de España". En privado, y en conversaciones con El Independiente, desde el partido no ven la edad como un impedimento. "Se puede hacer un debate más corto, porque no hace falta mucho tiempo para decir lo necesario: apártense, convoquen elecciones y que decidan los españoles quien debe gobernar", aseguran desde el partido.
A la controversia por su edad se ha unido, no en menor grado, la sorpresa social de qué motivos llevan a Tamames a querer terminar una vida llena de logros en lo profesional y de protagonismo histórico de la mano de Vox. Más ante una perspectiva de inutilidad del mecanismo parlamentario. En esa entrevista ya mencionada al diario de Unidad Editorial, Tamames admite la visión "limitada" de Vox en algunos asuntos, pero los concibe como "constitucionalistas". Y él ve necesario hacer una "contribución patriótica" y explicar la percepción que tiene de España. Mañana Tamames anunciará si acepta el encargo.
Vox considera a Tamames una de las mentes más preclaras y el mejor economista vivo de España
Activismo y afiliación al PCE
La vida de Tamames (Madrid, 1933) empieza ligada a un sistema de gobierno y periodo completamente antagonista al defendido por Vox en la actualidad, un régimen republicano. Aunque su corta experiencia hace que sus primeros recuerdos de la infancia los ocupen aquellos que transcurren en un contexto de Guerra Civil y de Posguerra. Ello, junto a sus cinco hermanos, su madre Carmen Gómez y su padre Manuel Tamames, doctor en Medicina y Cirugía y profesor de Anatomía. El joven Tamames, ya bajo la dictadura franquista, cursa sus estudios de secundaria en el Liceo Francés de Madrid, lo que refleja un nivel económico alto y una realidad familiar acomodada. Posteriormente, entra en la Facultad de Derecho y de Ciencias Económicas de la hoy Universidad Complutense de Madrid; y amplía sus estudios en el Instituto de Estudios Políticos y en la Escuela de Economía de Londres.
En la década de los cincuenta, durante su etapa de formación superior, Tamames se implica en política de manera clandestina, la forma de actuar de toda la oposición al régimen de Franco. De hecho, participa en revueltas contra el entramado franquista, caso de la estudiantil de febrero de 1956. Una protesta que termina, entre otros, con la baja del ministro de Educación Joaquín Ruiz-Giménez, y que da comienzo a la sistemática confrontación estudiantil contra la dictadura. Igualmente, colabora en la redacción de una misiva dirigida al Ejecutivo que solicita la reconciliación y que se permita el regreso de todos los exiliados -ello no llega, de manera aproximada, hasta 1969 con la Ley del Indulto-, algo que le lleva a la cárcel de Carabanchel tras declararse el Estado de Excepción como réplica. Allí comparte celda con el escritor Fernando Sánchez Dragó, íntimo de Abascal, integrante del patronato de la Fundación Disenso y que ha servido de enlace a Tamames con el presidente de Vox.
El puente entre Tamames y Abascal ha sido el escritor Fernando Sánchez Dragó, con quien compartió internamiento en la cárcel de Carabanchel por protestas contra el franquismo
La afiliación de Tamames al Partido Comunista (PCE) comienza en ese contexto, en el que lejos de avanzar hacia cierta apertura interna, el régimen franquista se abre externamente favorecido por la confrontación del bloque occidental y el comunista auspiciado por la URSS. Gracias a ello, Franco salió del aislamiento internacional y se vio respaldado por Estados Unidos; también de manera económica y militar con acuerdos como el de la base de Rota. Por entonces, el PCE era reconocible como el principal brazo de oposición a la dictadura y de demanda hacia la democracia, lo que atrajo a diversos intelectuales como el economista por entonces, en 1957, técnico comercial.
A principios de la década de los sesenta, Tamames publica uno de los libros cabecera de la época en las facultades españoles, Estructura Económica. Y en 1968 se convierte en catedrático de esa especialidad.
Legalización del PCE y teniente de alcalde en Madrid
Muerto Franco e iniciada la Transición, Tamames entra a formar parte del Comité Ejecutivo de los comunistas ya legalizados. En la legislatura constituyente se convierte en diputado nacional del PCE, siendo crucial para los acuerdos de los Pactos de La Moncloa en 1977 junto a su secretario general Santiago Carrillo. Todo en un periodo álgido marcado por la matanza de los abogados de Atocha, la devaluación de la peseta, la alta inflación a casi treinta puntos y un desempleo del 25%. Y se mantiene en el escaño durante el segundo mandato de la UCD de Adolfo Suárez.
El reconocimiento político durante la democratización de España y el prestigio profesional como economista llevan al PCE a situarlo como candidato electoral a la alcaldía de Madrid. Tal y como relató a El País, Tamames justificó su elección como cabeza de cartel a su interés por los temas de Madrid y la "preocupación del PCE por los problemas" de la capital, que llevó a la creación del grupo de estudios urbanos Deincisa; que el propio Tamames presidió. En él compartió presencia con líderes como la abogada Manuela Carmena, quien también sufrió críticas por su edad durante su mandato (2015-2019) en Madrid. En los comicios de 1979, Tamames entró como tercer y último grupo en el Ayuntamiento y fue clave para desigualar el empate de Enrique Tierno Galván (PSOE-PSP) y la UCD de José Luis Álvarez en la sesión de investidura. Ello le convierte en primer teniente de alcalde, una función que conjugó con la de parlamentario en el Congreso.
Salida junto a Carrillo y posiciones conservadoras
Los buenos tiempos para el PCE pronto se vieron perjudicados electoralmente por las mayorías absolutas del PSOE de Felipe González. Eso hizo salir a Tamames en 1984 y un año después a Carrillo, mientras que la estructura de los comunistas acabó integrándose en Izquierda Unida. Ambos crearon respectivos partidos, siendo el caso de Tamames la Federación Progresista aunque tuvo poco recorrido por la influencia de los de Gerardo Iglesias del espacio ideológico, en el que destacó un férreo posicionamiento anti-OTAN. Por la colaboración con IU, volvió a salir elegido como diputado en la tercera legislatura, y mantuvo el escaño pese a salir de las filas de Iglesias. En el resto de la legislatura, se incorporó a las filas del Centro Democrático y Social (CDS) de Suárez, en un claro viraje hacia posiciones más moderadas. Pero poco después de las elecciones de 1989, abandonó la política.
Al paso político hacia el centro, le siguieron otros en el plano profesional. Pasa de dirigir el Anuario de El País a supervisar el del periódico El Mundo. También empieza a colaborar con Luis del Olmo en Punto Radio. De hecho, él mismo reconocía en una entrevista en 2013 para Las Provincias un cambio ideológico, aunque reservado al plano económico. "Nunca estuve por la nacionalización de los medios de producción ni la dictadura del proletariado", dijo, incidiendo que había leído más de Marx que muchos de sus compañeros. Estaba en el PCE porque había que promover una Constitución (...). Luego he descubierto que el capitalismo es un gato de siete vidas que parece aguantarlo todo". En esa entrevista, Tamames cree que José Luis Rodríguez Zapatero ha sido el peor presidente, y cataloga de "economía de libro" la primera legislatura de José María Aznar, puntualizando de "desastre" la posterior intervención en Irak.
Uno de los vínculos de unión que pueden haber acercado a Tamames a Vox es el del neoliberalismo, aspecto fundamental dentro del partido de Abascal pese a su intento de reivindicar una agenda proteccionista frente a China o Marruecos. También han influido la cercanía de Dragó con Abascal o el reconocimiento previo con el diputado y portavoz de Vox Iván Espinosa de los Monteros. Tamames acudirá al Congreso de los Diputados a defender su investidura previsiblemente antes de las elecciones de mayo, una escenificación sin recorrido político con la que el PP se frota las manos de cara a los comicios.
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