Barcelona ha perdido fuelle. Ya no lo dicen solo los agoreros contrarios al procés o la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Se suma a la constatación la biblia de la prensa económica, Financial Times, que señala al procés independentista y el mandato de Ada Colau para explicar "Cómo Barcelona perdió su rumbo". Políticos, vecinos, empresarios e inversores extranjeros avalan la pérdida de impulso económico y, sobre todo, de "orgullo de ciudad".
El rotativo aporta datos para señalar a los responsables. Desde el referéndum de independencia, en 2017, más de 8.200 empresas han trasladado sus oficinas centrales a otros puntos de España, la mitad en Madrid. FT destaca los casos de los dos grandes bancos catalanes, CaixaBank, Banco Sabadell, y las multinacionales Naturgy, Cellnex o Grupo Planeta.
"Las empresas votan por irse. No se manifiestan parándose en la calle y gritando. Lo hacen diciendo no a la siguiente inversión y a la siguiente", explica en el largo reportaje del Financial Times el empresario Pau Guardans, fundador de Único Hotels.
Más cifras: "Aunque Catalunya ha atraído entre 6.000 y 9.000 millones de euros de capital externo en cada uno de los últimos años, esas cifras se han reducido considerablemente con respecto a los más de 16.000 millones de euros en 2016, según datos del Ministerio de Industria. La región de Madrid, por el contrario, registró un récord de inversión de 98.000 millones de euros en 2018", señala el rotativo inglés. Lo ilustra con un gráfico de la "década de crecimiento insignificante" de Barcelona
Colau defiende su gestión
Si el referéndum ilegal de 2017 es el punto de partida de la caída económica definitiva, los 7 años de gestión de la alcaldesa Ada Colau no salen mejor parados del análisis del rotativo inglés. En sus líneas se repiten las acusaciones de animadversión hacia la inversión económica, con ejemplos como el rechazo a la ampliación del Aeropuerto de El Prat, el hotel Four Seasons o el Hermitage.
Ella misma se defiende ante el Financial Times explicando que su cometido ha sido en cierta manera la domesticación del "capitalismo enloquecido" que heredó de su predecesor, Xavier Trias. "Ya no estamos en una ciudad que solo apuesta a la especulación inmobiliaria, llena de autos y contaminación, con el turismo descontrolado", dice en el reportaje. "Hemos restablecido el orden y apostamos a la diversificación económica".
Recalca que no estaría bien aceptar cualquier inversión a ciegas y que la ciudad sí favorece aquellas que considera positivas. La distinción queda rápidamente contradicha con la afirmación de que hay en Barcelona una "percepción de que ella está más por prohibir que por permitir" y que los críticos han acuñado el término "la Barcelona del no".
Junto a Colau o Guardans, el exalcalde y alcaldable Xavier Trias, el líder del PSC, Salvador Illa, la patronal Barcelona Global, el directivo de Foment del Treball, Jordi Casas, el escritor Jordi Puntí, completan un cuadro poco halagüeño para la capital catalana.
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