Miguel Ríos no lucha contra la edad, la tiene totalmente subyugada. Se ve más viejo, tiene sus achaques, con 78 palos asegura mantenerse fiel a su forma de ver el mundo y a sus ideas. El tiempo no se las ha desgastado, como tampoco le ha quitado su pasión por el rock. El año pasado su Rock and Ríos cumplió 40 años y lo celebró con dos emotivos conciertos en Madrid repletos de artistas invitados. Le supo a poco, tenía ya prevista otra gira y se emplazó para llevar el Rock and Ríos de nuevo por España este 2023.
“Nos dijimos: el año que viene si podemos, lo hacemos. Y podemos y lo vamos a hacer”, nos cuenta. Y en ello está, el Rock and Ríos vuelve. El disco en directo que grabó en el desaparecido Pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid el 5 y el 6 de marzo de 1982 se convirtió en una exitosa gira y en un doble LP del que vendió cerca de un millón de copias. Temas como Bienvenidos, El blues del autobús, Año 2000 y otros míticos suyos como El himno de la alegría, sonaron durante años en radios y fiestas de los pueblos de toda la piel de toro que con Ríos se hizo rockera. "Tenía 38 tacos, entonces buscábamos la utopía y ahora queremos salir de la distopía que hemos vivido".
También en 1982, en octubre, llegó la izquierda al poder, por primera vez desde la Guerra Civil. En el mitin de fin de campaña del PSOE allí estaba Miguel Ríos para apoyar a Felipe González. “Yo he cantado para el Partido Socialista en el concierto de fin de campaña de Felipe, orgullosamente canté ahí, porque es mi ideología, es mi sentimiento de clase, es lo que yo pienso que le va mejor al mundo. Puedo estar equivocado, pero está claro pero a mí no me ha dado nada el Partido Socialista, ni he querido que me de nada el Partido Socialista, ni querré que me dé nada nadie”, asegura el cantante.
Él se debe a sus mecenas, y nos mira a nosotros que le hemos confesado al inicio de la entrevista que fuimos de los que compramos el disco. “Mecenas como este hombre que compró el disco en el peluquero o tú que te lo compró tu madre cuando tenías ocho años. Yo estoy aquí por vosotros, porque habéis permitido vivir una vida cojonuda, permitiéndome seguir haciendo mi trabajo, que para mí es lo mejor del mundo hacerlo. Yo no le digo nada a nadie, pero pongo mi talento, mi arte o lo que sea, como quiera llamarse, al servicio de lo que yo pienso, esté uno o esté otro, porque luego para los que he cantado también me han desilusionado”, dice riéndose.
Miguel Ríos se mantiene en sus trece. “Algunos de aquellos políticos han caído en el error -que se convirtió casi en axioma- de que si a los veinte años no eres comunista, es que no tienes corazón y a los sesenta, si lo eres, es que eres gilipollas. Pues eso es en lo que han caído algunos de ellos, creen que es de ser gilipollas tener ideología y no es la edad. No tiene nada que ver la edad con la ideología”, añade.
El sistema está jodido, ¡es el sistema estúpido!, que decían de la economía. Es el sistema y lo llevamos diciendo cuarenta años, lo llevamos cantando todo este tiempo
Miguel Ríos
Lejos de abandonar su forma de ver el mundo el granadino se mantiene en lo que decía en su tema Año 2000: Hay que cambiar el sistema, entramos en la cuenta atrás. Si no ponemos remedio el ser humano nunca vencerá. “El sistema está jodido, ¡es el sistema estúpido!, que decían de la economía. Es el sistema y lo llevamos diciendo cuarenta años, lo llevamos cantando todo este tiempo”, reafirma. Y el sistema que él quiere promover “es el de la justicia social. Y punto”.
No se muestra muy optimista ni con el mundo ni con la política, algo en lo que los jóvenes salen muy mal parados. “El no future de los punkis es una tontería con lo que les dicen hoy a los jóvenes, que además es verdad, se quieren ir de casa y no pueden alquilar un piso. Pero eso es política y los jóvenes tendrían que estar haciendo política para que les cambiaran su sino”. El cantante ve con más optimismo la música.
Una industria musical distinta
Nada tiene que ver la industria musical hoy con la que vivió en su juventud, ni siquiera en los 80, cuando su doble LP arrasó en ventas. “Recuerdo que el primer disco que vi en mi vida le había tocado a mi padre en una tómbola y lo trajo a casa con aquella trompa enorme y traía un disco de Mario Lanza en el que cantaba Granada. Le daban cuerda y si le daban de más iba a más velocidad. Había que ajustarlo para que fuera a 33 revoluciones. De ahí, a la intangibilidad de la música actual, es la hostia”. Un salto en el tiempo hasta hoy en el “que se hacen discos y no se ven”.
Si alguien le gusta Rosalía, me parece perfecto, es cojonuda, tiene un talento enorme.
“No voy a hacer como mi abuela María que cuando vio el primer avión volando decía que se iba a caer. Yo me intento enterar. La industria ha tendido siempre la intención de ocultar al creador como funcionan las cosas. Todo va bien mientras vendas discos, pero ahora al no ver nada, no sabes los discos que se venden”, reflexiona.
Ríos reconoce la preponderancia de los ritmos latinos actuales. “Miami es la cabeza de todo lo que funciona y eso irradia mucho. También está en su derecho a la gente de gustarle lo que les quiera gustar”. Pone de ejemplo a Rosalía. “Si a alguien le gusta Rosalía, me parece perfecto, es cojonuda, tiene un talento enorme. Que no usa guitarras eléctricas, ni baterías.. Pues si es otro tiempo, es otra cosa...”.
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